En la primavera de 1919, el Ej�rcito voluntario del Noroeste,
al mando del general Yudenich, tom� inesperadamente la ofensiva
y amenaz� Petrogrado. Al mismo tiempo, la Escuadra inglesa enfilaba
la bah�a de Finlandia. El coronel Bulak-Balajovich, a la cabeza
de su unidad, dirig�a el golpe contra Pskov, y al mismo tiempo las
unidades estonianas se agitaban en el frente. El 14 de mayo, el Cuerpo
del general Rodzyanko rompi� el frente del VII Ej�rcito,
muy debilitado por las continuas sustracciones de fuerzas para otros frentes
m�s activos, ocup� Yamburg y Pskov, y emprendi� un
r�pido avance simult�neo sobre Gatchina, Petrogrado y Luga.
El comandante del VII Ej�rcito, apostado en las afueras de la segunda
ciudad, se puso en comunicaci�n con Yudenich y organiz� una
conjura entre las guarniciones que circundaban la capital de la Revoluci�n
de octubre: Kronstadt, Oraniembaum, Krasnaya Gor'ka, Syeraya Loshad, Krasnoye
Syelo. Los conspiradores, de acuerdo con Yudenich, se dispusieron a ocupar
la capital conjuntamente con las fuerzas de dicho general. Esperaban ayuda
de los marineros disgustados, y especialmente la directa de la flota. Pero
los marineros de los dos acorazados sovi�ticos no apoyaron la insurrecci�n,
y la flota inglesa [se limit�, de momento, a una espera vigilante].
La empresa result� un completo fracaso. El 12 de junio de 1919,
s�lo Krasnaya Gor'ka [y Syeraya Loshad quedaban] en manos de los
conspiradores, y durante cuatro d�as nada se hizo por recuperarlas.
Finalmente, despu�s de un cambio de disparos con Kronstadt, Krasnaya
Gor'ka fue ocupada el 16 de junio por un destacamento de marineros rojos.
[Syeraya Loshad] cay� con id�ntica facilidad.
Zinoviev, dirigente del Partido y del Gobierno en la ciudad y la regi�n
de Petrogrado, hab�a sentido p�nico ante el avance enemigo,
y el Politbur� envi� a Stalin en su socorro.
Con poderes especiales del Comit� Central del Partido y del
Gobierno sovi�tico, Stalin lleg� a Petrogrado a �ltimos
de mayo de 1919. [Su inflexibilidad y resoluci�n se hicieron sentir
inmediatamente. Pocas semanas despu�s de su llegada, telegrafiaba
a Lenin: ]
* "Despu�s de Krasnaya Gor'ka, se liquid� asimismo Syeraya
Loshad. Los ca�ones est�n all� en perfecto estado.
Se est� procediendo a toda prisa a la limpieza y refuerzo de los
fuertes y fortalezas. Los especialistas navales me aseguran que la toma
de Krasnaya Gor'ka desde el mar trastorna toda la ciencia naval. No puedo
hacer otra cosa que lamentarlo por la llamada ciencia. La r�pida
captura de Gor'ka se explica por la dur�sima intervenci�n
m�a y de otros paisanos en materia de operaciones, que llegaron
al extremo de anular �rdenes en mar y tierra para imponer otras
propias. Creo mi deber manifestar que en lo sucesivo seguir� procediendo
as�, a pesar de todos mis respetos por la ciencia."
Lenin se molest� por este tono de provocativo alarde. Desde Petrogrado
era posible en todo momento comunicar con el Kremlin y su Estado Mayor,
remplazar a comandantes incompetentes o dudosos, reforzar la plana mayor,
es decir, hacer lo mismo que hac�an todos y cada uno de los activistas
militares del Partido una y otra vez, en cualquier frente, sin violar las
reglas elementales de buen gusto, de la cortes�a, del mantenimiento
de relaciones correctas, ni socavar la autoridad del mando del Ej�rcito
y de su Estado Mayor. Pero Stalin no pod�a obrar as�. No
conceb�a otro modo de hacer sentir su autoridad sobre otros m�s
que insult�ndolos; ni acertaba a quedar satisfecho de su labor sin
dar violenta salida a su desd�n por cuantos le estaban subordinados.
No teniendo otros recursos a su disposici�n, convirti� la
dureza en recurso, y hac�a gala de su aptitud especial para la contumelia
frente a personas e instituciones que gozaban del respeto de los dem�s.
Su telegrama terminaba con estas palabras:
"Env�a r�pidamente dos millones de cartuchos a mi disposici�n,
para seis divisiones."
En esta posdata, tan t�pica de Stalin, se encierra todo un sistema.
El Ej�rcito ten�a, como es natural, su propio jefe de Suministros.
Siempre hab�a penuria de proyectiles, y se distribu�an con
arreglo a las instrucciones directas del comandante en jefe, teniendo en
cuenta las reservas disponibles y la Importancia relativa de los frentes
y de los ej�rcitos. Pero Stalin se saltaba todos los tr�mites
establecidos y violaba toda apariencia de orden. Prescindiendo del jefe
de Suministros, ped�a cartuchos por mediaci�n de Lenin, no
ya para ponerlos a disposici�n del mando del Ej�rcito, sino
a la suya personal, con el fin de que pudiera hacer obsequio de ellos a
un determinado comandante de divisi�n a quien quisiera dar impresi�n
de su propia importancia.
[Diez a�os despu�s, esta breve excursi�n de Stalin
a Petrogrado a �ltimos de primavera de 1919 fue aprovechada por
Vorochilov como elemento germinativo para falsificar una vez m�s
la historia. Pero ahora aquella semilla se ha convertido en un mito de
cuerpo entero denominado "Stalin, el salvador de Petrogrado". Es un mito
sutil, extra�amente cimentado en un deliberado cambio de estaciones.]
El hecho es que [Yudenich trat� de tomar Petrogrado] dos veces en
el curso de 1919, en mayo y en octubre.
La primera incursi�n de Yudenich con fuerzas escasas fue una
simple salida, y pr�cticamente pas� inadvertida al Partido,
atento por completo a los frentes Este y Sur, de inter�s mucho mayor.
La situaci�n de Petrogrado se domin� en breve lapso, y de
nuevo volvi� la atenci�n del Partido y del pa�s a
fijarse en el Este y en el Sur. Mientras tanto, Yudenich, protegido por
Estonia y con una ayuda mucho mayor de Inglaterra, form� durante
los cuatro meses siguientes un nuevo ej�rcito, ampliamente dotado
de oficialidad y bien pertrechado. Este segundo intento era la campa�a
verdadera, que comenz� con fortuna para Yudenich. Seguro de que
no podr�a atender a todos los frentes a la vez, Lenin propuso rendir
Petrogrado. Yo me, opuse. La mayor�a del Politbur�, incluyendo
Stalin, se pusieron de mi parte. Despu�s de haber ido yo a Petrogrado,
Lenin me escribi� el 17 de octubre de 1919:
* "Pas� la noche en el Consejo de Defensa y te envi�...
el decreto del Consejo. Como ver�s, tu plan ha sido aceptado. Pero
el traslado de los activistas de Petrogrado al Sur no se ha revocado, naturalmente.
(Se dice que los arreglaste conversando con Krassin y Rikov...) Incluyo
una proclama que me encarg� el Consejo de Defensa. Ten�a
prisa, y no me ha salido bien. Es mejor que pongas mi firma debajo de la
tuya. Saludos. - Lenin."
La lucha por Petrogrado adquiri� un car�cter sumamente
dram�tico. El enemigo estaba a la vista de la capital, que se aprestaba
a luchar en calles y plazas. Cuando se mencion� en la Prensa sovi�tica
la defensa de Petrogrado, sin m�s explicaciones, se trataba de esta
campa�a de oto�o, la segunda de Yudenich, y no la de primavera.
Pero en el oto�o de 1919, Stalin se hallaba en el Sur, y nada tuvo
que ver con la verdadera salvaci�n de Petrogrado. Los documentos
oficiales relativos a esta operaci�n b�sica contra Yudenich
se publicaron hace unos a�os. Pero ahora se han confundido sus dos
campa�as en una sola, y la famosa defensa de Petrogrado se presenta
como obra de Stalin.
[Estando a�n en Petrogrado, Stalin aprovech� una oportunidad
para calumniar el Consejo Revolucionario de Guerra de la Rep�blica,
y por ilaci�n a su presidente, seg�n resulta del siguiente
telegrama que envi� desde Petrogrado:]
* "4 de junio de 1919.
Confidencial.
Al camarada Lenin.
Te mando un documento cogido a los suizos. De �l se desprende
claramente que no s�lo el jefe de E. M. del VII Ej�rcito
trabajaba para los blancos (recuerda la deserci�n de la 11.ª
Divisi�n para unirse a Krassnov en oto�o del a�o pasado,
cerca de Borisoglebsk, o la de varios regimientos en el frente de Perm),
sino todo el E. M. del Consejo Revolucionario de Guerra de la Rep�blica,
y a su frente Kostyayev. (Las reservas son asignadas y trasladadas por
Kostyayev.)
Ahora toca al Comit� Central adoptar las medidas necesarias.
�Tendr� el valor de hacerlo?
Contin�a el examen de las pruebas, y aparecen nuevas "posibilidades".
Escribir�a con m�s detalle, pero no tengo un minuto libre.
Peters te informar�.
Estoy completamente seguro de que:
1.º Nadezhin no es un comandante. Es incapaz de mandar. Terminar�
por perder el frente occidental.
2.º Funcionarios como Okulov, que incitan a los especialistas
contra los comisarios, ya de por s� bastante desanimados, son da�osos,
porque debilitan la vitalidad de nuestro Ej�rcito. - Stalin."
[Lenin recibi� este telegrama estando en conferencia. Sin hacer
caso de las acusaciones, evidentemente desatinadas, escribi� la
siguiente nota al vicepresidente del Consejo Revolucionario de Guerra de
la Rep�blica, Shlyansky:]
* "Stalin pide que se retire a Okulov, a quien se atribuyen intrigas
y labor desorganizadora."
El ir�nico "se atribuyen" habla por s� mismo. Sklyansky
contest� en el mismo trozo de papel:
"Okulov es el �nico funcionario decente all�."
[La reacci�n de Lenin, registrada inmediatamente, fue: ]
"En este caso, redacta el telegrama (exponiendo exactamente lo que
Okulov achaca al VII Ej�rcito), y lo mandar� en cifra a Stalin
y a Zinoviev para que el conflicto no siga adelante y quede debidamente
zanjado."
[El asunto se llev� despu�s al Ejecutivo Supremo del Partido,
y su decisi�n se comunic� en el acto a Trotsky, Jarkov, por
hilo directo:]
* "En vista del conflicto, que se est� empeorando, entre todos
los miembros del Comit� Central de Petersburgo y Okulov, y siendo
absolutamente necesaria la m�xima solidaridad en el trabajo militar
de aquella plaza y una inmediata victoria en aquel frente, el Politbur�
y el Orgbur� del Comit� Central han resuelto de momento deponer
a Okulov y dejarle a disposici�n del camarada Trotsky.
4 de julio de 1919. [2.995.]
Por el Politbur� y el Orgbur� del Comit� Central,
Lenin, Kamenev, Serebryakov, Stassova."
Esta era una concesi�n necesaria a Stalin y Zinoviev. No hab�a
m�s remedio que aceptarla. [En cuanto a Kostyayev, aquel habil�simo]
general tampoco me inspiraba confianza. Daba la impresi�n de un
extra�o entre nosotros. Sin embargo, Vatzetis sali� en su
defensa y Kostyayev secund� bastante bien al irascible y caprichoso
general en jefe. No era cosa f�cil remplazar a Kostyayev. [Adem�s]
no hab�a hechos en contra suya. La frase "un documento cogido a
los suizos" carec�a de sentido, pues nunca volvi� a figurar
en ninguna parte. En todo caso, se advert�a al punto el prop�sito
de asociar a Kostyayev con la traici�n de cualquiera de los regimientos
organizados bajo la mirada vigilante del Partido mismo. En cuanto a Nadezhin,
tuvo ocasi�n de mandar al VII Ej�rcito, el que [salv�
realmente] a Petrogrado [en el momento cr�tico]. Y la culpa de Okulov
consist�a simplemente en su riguroso empe�o por cumplir lo
m�s fielmente posible todas las �rdenes y reglamentos, y
en su decidida repugnancia a participar en intriga alguna contra el Centro.
[Respecto al] tono provocativamente perentorio y osado de Stalin, se explica
por el hecho de que se daba cuenta de haber encontrado al fin apoyo efectivo
en el Consejo de Guerra del frente Este, donde el descontento hacia el
general en jefe estaba desviando hacia m�.
El desacuerdo respecto a la estrategia en el frente del Este se ventilaba
entre el comandante en jefe Vatzetis y el jefe que mandaba el frente Este,
S. S. Kamenev. Ambos hab�an sido coroneles de E. M. del Ej�rcito
del zar. Sin duda hab�a entre ellos rivalidad. Y los comisarios
acabaron envueltos en el conflicto. Los comunistas de nuestro Estado Mayor
apoyaban a Vatzetis, mientras que los miembros del Consejo Revolucionario
de Guerra del frente oriental (Smilga, Lashevich, Gussev) estaban cordialmente
de parte de Kamenev. Es dif�cil decir cu�l de los dos coroneles
era m�s competente; ambos eran sin duda estrategas de primer orden,
con amplia experiencia de la Guerra Mundial, y decididamente optimistas,
cosa indispensable para ejercer el mando. Vatzetis era el m�s obstinado
y quisquilloso, e indudablemente el m�s propicio a ceder a la influencia
de elementos hostiles a la Revoluci�n. Kamenev era m�s tratable,
y se allanaba con m�s facilidad a la influencia de los comunistas
que trabajaban con �l. Pero, aunque era un militar capaz y un hombre
de imaginaci�n y de arrojo, le faltaba profundidad y firmeza. M�s
tarde, Lenin perdi� su fe en �l y en distintas ocasiones
censur� acremente sus informes. [Una vez lleg� a decir:]
"Su respuesta es est�pida, y a ratos necia."
El 7 de septiembre, unidades del V Ej�rcito comenzaron a atacar
los accesos de Kazan. [Hubo] una batalla enconada, con grandes p�rdidas.
Los checos no se pudieron sostener, y emprendieron la retirada. El 10 de
septiembre, el V Ej�rcito tom� Kazan. [Era] la primera gran
victoria [sovi�tica]. Fue la baza que salv� a la joven Rep�blica
de una total derrota. Sucedi� ante mis ojos en Kazan. El momento
se present� solemne y terrible. Despu�s de perder Simbirsk
hab�amos entregado Kazan pr�cticamente sin combate. Nijni
era lo m�s pr�ximo. Si los blancos se hubieran apoderado
de Nijni-Novgorod, habr�an tenido abierto el camino hacia Mosc�.
Por eso la batalla de Kazan tuvo una importancia decisiva. El V Ej�rcito,
creado en el curso de esta batalla, se cubri� de gloria. Arrancamos
a Kazan de las de los guardias blancos y de los checoslovacos. Aquel d�a
fue el del cambio decisivo de rumbo de la Revoluci�n. La toma de
Ka-n era el principio de la liquidaci�n del movimiento contrarrevolucionario
en el Este. Los trabajadores de todo el pa�s celebraron la captura
de Kazan como una gran victoria. Y mayor fue a�n la importancia
de aquel triunfo para el Ej�rcito.
[Pero en] marzo de 1919, con 3.000 bayonetas y 60.000 sables a su disposici�n,
Koltchak avanzaba r�pido hacia el Volga. La situaci�n volv�a
a ser precaria. En v�speras del VII Congreso del Partido, Lenin
era de opini�n que inspeccionara yo en persona las operaciones en
el frente oriental. Este detalle merece recordarse ahora y apoyarse con
pruebas documentales, para refutar la falsificaci�n acostumbrada.
1
* "10 de abril de 1919.
A Sklyansky, para transmitir a Trotsky, a Nijni-Novgorod.
En vista de la situaci�n extremadamente dif�cil en el
frente Oriental, creo que ser�a lo mejor que permanecieras all�,
especialmente no habiendo asuntos serios para el 13. El Orgbur�
del Comit� Central decidi� enviarte el mismo telegrama ayer,
pero temo que no lo hiciera, por la partida de Stassova. Estamos examinando
de prisa var�as medidas de las m�s extraordinarias para ayudar
al frente del Este, y de ellas te informar� Sklyansky. Haznos saber
tu opini�n. -Lenin."
2
"Por hilo directo de Nijni-Novgorod a Mosc�, para Lenin.
De acuerdo por completo con la necesidad de quedarme en el frente Este,
llamo la atenci�n del Comit� Central sobre la agitaci�n
demag�gica comunista de izquierda en el III Ej�rcito, donde
se excitan los �nimos contra los jefes militares y contra una supuesta
orden que pone en vigor los saludos militares y otros extremos. Es necesario
enviar hombres firmes del Partido, centralistas. De suma importancia que
los activistas ayuden a Simbirsk, donde el Comit� Provincial es
muy d�bil, especialmente en los distritos rurales.
Trotsky
10 de abril de 1919. [1047.]"
3
"Confidencial.
Extracto del acta de la sesi�n del Politbur� del Comit�
Central, Partido Comunista Ruso (Bolchevique).
18 de abril de 1919.
Presentes: Camaradas Lenin, Krenstinsky, Stalin, Trotsky.
Deliberado:
2. El camarada Trotsky declara que el grupo Sur del frente Oriental,
compuesto de cuatro ej�rcitos, est� al mando del camarada
Frunze, que no tiene suficiente experiencia para desempe�ar misi�n
tan grande, y que es necesario reforzar el frente.
Acordado:
2. Proponer al comandante en jefe Vatzetis que vaya al frente Oriental,
para que el actual jefe del frente, camarada Kamenev, pueda dedicarse por
entero a dirigir los ej�rcitos del grupo Sur."
4
* "Extracto del acta del Politbur� del Comit� Central,
Partido Comunista Ruso (Bolchevique), del 12 de mayo de 1919.
Presentes: Camaradas Lenin, Stalin, Krestinsky.
Deliberado:
9. Telegrama del camarada Trotsky al camarada Lenin sobre la necesidad
de prestar especial atenci�n a Saratov, que por la sublevaci�n
de los cosacos [del Ural] se est� convirtiendo en un importante
punto estrat�gico.
Acordado:
9. a) Hacer venir inmediatamente de Saratov a los camaradas Antonov,
Fedor, Ivanov, Ritzberg y Plaksin.
b) Mandar inmediatamente a A. P. Smirnov a actuar en Saratov como presidente
del Comit� Ejecutivo Provincial y miembro del Consejo de la fortaleza."
El avance contra Koltchak, despu�s de dos per�odos de
retirada, prosegu�a ahora con �xito completo. Vatzetis consideraba
que el peligro esencial estaba esta vez en el Sur, y propuso mantener el
Ej�rcito del frente Este en los Urales durante el invierno, hasta
que el peligro cediese lo suficiente, con el fin de transportar varias
divisiones al frente Sur. Mi posici�n general se explicaba con anterioridad
en el telegrama del 1 de enero. Yo era partidario de sostener una ofensiva
ininterrumpida contra Koltchak. Sin embargo, el asunto en concreto depend�a
de la relaci�n de fuerzas y de la situaci�n estrat�gica
de conjunto. Si Koltchak contaba con importantes reservas allende los Urales,
si nuestro avance en continuas batallas hab�a agotado seriamente
al Ej�rcito Rojo, empe�arse ahora en nuevas luchas al otro
lado de la cordillera era exponerse a un peligro, pues ello requer�a
nuevas reposiciones de comunistas y mandos, todo lo cual se necesitaba
ahora para el frente Sur.
Debe a�adirse que yo hab�a perdido mucho contacto con
el frente Este, una vez completamente seguro, y que todas mis inquietudes
estaban ahora con el frente Sur. Era dif�cil apreciar de lejos hasta
qu� punto los ej�rcitos victoriosos del frente Oriental hab�an
conservado su vitalidad, esto es, en qu� medida se hallaban en condiciones
de proseguir una nueva ofensiva no s�lo sin ayuda del Centro, sino
incluso sacrific�ndose en beneficio del frente Sur, que necesitaba
las mejores divisiones. En cierta medida, dej� a Vatzetis libertad
de acci�n, considerando que si hubiera resistencia por parte del
mando del Este y resultara posible desarrollar un nuevo avance por all�
sin da�o para el frente Sur, habr�a tiempo bastante para
rectificar al comandante en jefe mediante un acuerdo del Gobierno.
En estas circunstancias surgi� un conflicto entre Vatzetis y
Kamenev. Con motivo de varias evasivas del frente Este, que trataba de
seguir su pol�tica aut�noma, Vatzetis solicitaba el relevo
de Kamenev por Samoilov, antiguo comandante del VI Ej�rcito. [As�
se hizo. Pero inmediatamente protestaron los comisarios afectos a Kamenev.
Lenin consult� a Trotsky sobre el particular y sobre la queja de
Stalin contra Kostyayev desde Petrogrado, y Trotsky contest� por
hilo directo desde Kiev: ]
* "De acuerdo con que vuelva Kamenev al frente Este en vez de Samoilov,
pero no s� d�nde est� ahora Kamenev. Tampoco me opongo
a la sustituci�n de Kostyayev; a menudo he planteado yo mismo este
asunto, pero la dificultad est� en encontrar qui�n le remplace
y no sea peor. No creo que Lashevich sea m�s firme que Aralov; simplemente
su blandura es de otro g�nero. Gussev es m�s a prop�sito
para el E. M. de campa�a. De todos modos, al volver Kamenev a su
puesto, y adem�s al sustituir a Kostyayev, hay que discutir el asunto
de antemano con el comandante en jefe, para no desorganizar toda la maquinaria.
Propongo que se comience por lo m�s urgente, esto es, por la vuelta
de Kamenev, y para ello, lo primero es encontrarle y hacerle ir en seguida
a Mosc�. Al mismo tiempo hay que proponer posibles sustitutos para
Kostyayev y Aralov, lo que es menos apremiante. Comunicadme vuestra decisi�n.
- Trotsky.
P. D. Debo decir, sin embargo, que Kuzmin, Orejov, Naumov y Vatoshin
opinan de Samoilov lo mismo que Lashevich, Gussev y Smilga de Kamenev y
Aralov de Kostyayev. Las lealtades del frente son nuestra com�n
desventura.
21 de mayo de 1919."
Durante los primeros meses de 1919, el Ej�rcito Rojo asest�
un tremendo golpe a la contrarrevoluci�n en el Sur, integrada principalmente
por el Ej�rcito cosaco del Don al mando del general Krassnov, protegido
por una cortina de Caballer�a. Pero tras Krassnov en el Kuban y
en el norte del C�ucaso, se estaba formando el ej�rcito de
voluntarios de Denikin. A mediados de mayo, nuestro Ej�rcito, en
prosecuci�n de su avance y muy agotado, se encontr� con las
tropas de refresco de Denikin y comenz� a retroceder. Perdimos todo
lo ganado, y adem�s toda Ucrania, que acababa de ser liberada. Entretanto,
en el frente Este, al mando de su antiguo jefe coronel Kamenev, con Smilga
y Lashevich en el Consejo Revolucionario de Guerra, la situaci�n
hab�a mejorado tanto y las cosas iban tan bien que suprim�
totalmente mis visitas all� y casi llegu� a olvidarme de
las facciones de Kamenev. Embriagados por el �xito, Smilga, Lashevich
y Gussev, llevaban a hombros a su comandante, brindaban fraternalmente
con �l y escrib�an a Mosc� informes entusi�sticos
sobre sus m�ritos. Cuando el comandante en jefe, esto es, Vatzetis,
de acuerdo conmigo en principio, hab�a sugerido que el ej�rcito
del Este permaneciese de invernada en los Urales, con el fin de trasladar
algunas divisiones al Sur, donde la situaci�n se presentaba amenazadora,
Kamenev, apoyado por Smilga y Lashevich, hab�a opuesto una obstinada
resistencia. [Kamenev arg��a que pod�a poner varias
de sus divisiones del Este a disposici�n del frente Sur sin interrumpir
su ofensiva en los Urales. A partir de entonces, su autoridad creci�
a expensas de la de Vatzetis, sobre todo porque �ste persist�a
en su error despu�s de haber quedado en evidencia.]
Stalin sac� partido del conflicto entre el frente del Este y
el comandante en jefe. Trataba a Vatzetis, que hab�a condenado oficialmente
su intervenci�n en materia de estrategia, con hostilidad y acechaba
la ocasi�n de vengarse de �l. Ahora se presentaba la mejor
oportunidad. Smilga, Lashevich y Gussev propusieron, evidentemente con
la cooperaci�n de Stalin, nombrar a Kamenev comandante en jefe.
El �xito del frente Este persuadi� a Lenin y quebrant�
mi resistencia.
Kamenev fue nombrado comandante en jefe, y en la sesi�n matutina
del 3 de julio de 1919, el Comit� Central reconstituy� el
Consejo Revolucionario de Guerra de la Rep�blica. Esta vez se compon�a
de Trotsky, Sklyansky, Gussev, Smilga, Rikov y el comandante en jefe Kamenev.
La primera tarea del nuevo comandante en jefe fue trazar un plan para
agrupar las fuerzas en el frente Sur. Kamenev se distingu�a por
su optimismo y por una viva concepci�n estrat�gica. Pero
su perspectiva era a�n relativamente modesta. Los factores sociales
del frente Sur (trabajadores, campesinos ucranianos, cosacos) le eran poco
conocidos. Examinaba el frente Sur desde el punto de vista del comandante
del frente Este. Lo m�s f�cil era concentrar las divisiones
retiradas del Este a lo largo del Volga y atacar hacia Kuban, cuartel general
de Denikin. �sta hab�a sido la base de su plan cuando prometi�
ceder las divisiones oportunamente sin detener su avance.
En materia de estrategia, yo ced�a siempre la palabra al comandante
en jefe. Sin embargo, mi familiaridad con el frente Sur me indujo a creer
que este plan era err�neo en sus fundamentos. Denikin hab�a
conseguido transferir su base de Kuban a Ucrania. Avanzar contra los cosacos
era empujarles por la fuerza en direcci�n a Denikin. Era evidente
para m� que, por el contrario, el golpe principal deb�a descargarse
a lo largo de la l�nea de divisi�n entre Denikin y los cosacos,
por la faja de terreno donde la poblaci�n era completamente hostil
a los cosacos y a Denikin, y partidaria de nosotros. Pero mi oposici�n
al plan de Kamenev se interpret� como una prolongaci�n del
conflicto entre el Consejo Revolucionario de Guerra de la Rep�blica
y el frente Este. Smilga y Gussev, con la colaboraci�n de Stalin,
presentaron la cuesti�n como si yo fuese contrario al plan por falta
de confianza en el nuevo comandante en jefe, por principio. Lenin, al parecer,
lo recelaba as� tambi�n; pero estaba fundamentalmente equivocado.
Yo no exageraba los m�ritos de Vatzetis. Salud� a Kamenev
amistosamente, y trat� en cuanto me fue posible de aliviarle la
carga. Pero lo err�neo del plan era tan patente, que cuando lo confirm�
el Politbur�, votando todos, incluso Stalin, en contra m�a,
present� mi dimisi�n. [El 5 de julio de 1919, el Ejecutivo
supremo del Partido decret� lo siguiente] con referencia a mi dimisi�n:
"Los Bur�s de Organizaci�n y Pol�tico del Comit�
Central, habiendo examinado la declaraci�n del camarada Trotsky
y despu�s de estudiada en todos sus aspectos, han llegado a la conclusi�n
un�nime de que no pueden aceptar la dimisi�n del camarada
Trotsky ni les es posible en absoluto atender su petici�n. Los Bur�s
de Organizaci�n y Pol�tico del Comit� Central har�n
cuanto puedan por hacer la misi�n del camarada Trotsky en el frente
Sur (el m�s dif�cil, peligroso e importante), lo m�s
conveniente posible para �l v lo m�s fruct�fera para
la Rep�blica. Como comisario popular de Guerra y presidente del
Comit� Revolucionario de la Rep�blica, el camarada Trotsky
tiene plenos poderes para actuar en calidad de miembro del Consejo Revolucionario
de Guerra del frente Sur, de acuerdo con el comandante del mismo frente
(Yegoryev), nombrado por �l y confirmado por el Comit� Central.
Los Bur�s de Organizaci�n y Pol�tico del Comit�
Central ofrecen al camarada Trotsky plena oportunidad para procurar por
todos los medios lo que considera una mejora de la pol�tica en el
aspecto militar, y, si as� lo desea, tratar�n de acelerar
la convocatoria del Congreso del Partido.
Firmemente convencidas de que el apartamiento del camarada Trotsky
es imposible en las circunstancias actuales y causar�a da�o
a los intereses de la Rep�blica, los Bur�s de Organizaci�n
y Pol�tico del Comit� Central solicitan con insistencias
al camarada Trotsky que no suscite de nuevo la cuesti�n, y siga
en lo futuro desempe�ando sus funciones en su m�xima amplitud,
dispuestos a reducirla, si as� lo desea, mientras concentra sus
esfuerzos en el frente Sur.
En virtud de lo que antecede, los Bur�s de Organizaci�n
y Pol�tico del Comit� Central tampoco admiten la dimisi�n
del camarada Trotsky como miembro del Politbur� y como presidente
del Consejo Revolucionario de Guerra de la Rep�blica y comisario
Popular de Guerra...
Lenin, Kamenev, Krestinsky, Kalinin, Serebryakov, Stalin, Stassova..."
Retir� mi dimisi�n, y part� inmediatamente para
el frente meridional.
Tres d�as despu�s, estando en Kozlov, en el frente, recib�
un telegrama cifrado del Consejo de Comisarios del Pueblo, desde el Kremlin,
inform�ndome que un oficial acusado de traici�n hab�a
confesado y declarado en t�rminos que hac�an posible inferir
la inteligencia de Vatzetis con una conspiraci�n militar:
"Consejo de Comisarios del Pueblo
R. S. F. S. R.
El Kremlin
Mosc�
"Todo en clave
Estrictamente confidencial
8 de julio de 1919
"A Trotsky, en Kozlov:
"Dmozhirov, que ha confesado y ha resultado ser un traidor, ha atestiguado
con hechos la existencia de una conspiraci�n en la que toma parte
principal Isayev, que estuvo bastante tiempo agregado al servicio del comandante
en jefe y viv�a con �l en el mismo piso. Muchas otras pruebas,
toda una partida de datos concretos, demuestran que el comandante en jefe
estaba enterado de la conspiraci�n. Habr�a que detenerle..."
[Este] telegrama iba firmado por Dzerzhinsky [jefe de la Checa]; Krestinsky
[Secretario del Comit� Central del Partido], Lenin y mi delegado
Sklyansky. Por los nombres mencionados en el telegrama, se apreciaba claramente
que se refer�a al comandante en jefe recientemente depuesto. As�,
pues Vatzetis fue arrestado, casi inmediatamente despu�s del relevo
nada menos que por sospechas de traici�n. Esto daba a la controversia
sobre estrategia siniestras derivaciones. Las relaciones dentro del Politbur�
se hicieron m�s tirantes, y el cambio del Mando central considerablemente
complicado. Hasta ahora no he podido explicarme por completo las circunstancias
y pormenores de este episodio. Como Vatzetis fue puesto en seguida en libertad
y nombrado adem�s profesor de la Escuela de Guerra, es l�gico
suponer que su conocimiento de una supuesta conspiraci�n era menos
que infinitesimal. No es improbable que, descontento por haber sido relevado
del cargo de comandante en jefe, hubiera hablado algo m�s en presencia
de los oficiales que le rodeaban de cerca. [Sin embargo, es decididamente]
veros�mil que Stalin interviniese a fondo en su arresto. Stalin
ten�a una cuenta de viejos desdenes que ajustar con Vatzetis. Adem�s,
la influencia amistosa que ejerc�a sobre el jefe de la Checa le
inspiraba una sensaci�n de impunidad y seguridad, as� como
el apoyo de los responsables del frente del Este y del nuevo comandante
en jefe. Ello le proporcionaba la satisfacci�n suplementaria de
descargar indirectamente un golpe contra el comisario de Guerra. Se trasluc�a
la evidente intriga que se ocultaba detr�s de este episodio, y la
invisible presencia de Stalin detr�s de Dzerzhinsky.
[En 27 de julio] fui llamado a toda prisa a Kozlov por Sokolnikov,
"a causa de extraordinarias circunstancias". All� descubr�
que el comandante del frente Sur, Yegoryev, consideraba el plan de operaciones
de Kamenev para el-Sur, impropio, y aunque lo estaba poniendo en pr�ctica,
no esperaba que saliera bien. Tal era tambi�n la actitud del jefe
de la Secci�n de Operaciones, Peremytov, as� como la del
mismo Sokolnikov. Al principio no discut� el asunto con nadie, salvo
con Sokolnikov, ni invit� a Yegoryev a entrar en detalles cuando
se refer�a a lo descabellado del plan, sino que telegrafi�
inmediatamente a Lenin como presidente del Consejo de Defensa:
* "Sin entrar en un an�lisis de la controversia en s�,
considero enteramente inadmisible una situaci�n bajo la cual se
lleva adelante un plan por persona que no tiene confianza en su �xito.
Lo �nico viable es sustituir al instante (antes de que comiencen
las operaciones) al comandante del Sur por quien reconozca la autoridad
del comandante en jefe en materia de operaciones y est� de acuerdo
con su plan. Acaso Selivachev est� conforme con Kamenev. En tal
caso debe ser nombrado inmediatamente coman dante adjunto del Sur, para
poderle designar dentro de una semana comandante de este frente.
"Espero instrucciones.
"27 de julio de 1919. [277 s.]
"L. D. Trotsky."
[La respuesta a este telegrama no era de Lenin, sino que se hizo en
nombre del Politbur�. Llevaba s�lo la firma de la secretaria
t�cnica del Comit� Central, Elena Stassova, como para destacar,
su impersonalidad:]
" Confidencial.
"Al camarada Trotsky, en Penza:
"El Politbur� del Comit� Central ha examinado su telegrama
n�mero 277 s. y est� de completo acuerdo contigo respecto
al peligro de cualquier g�nero de vacilaci�n en la firme
ejecuci�n de un plan aprobado. El Politbur� reconoce por
completo la autoridad del comandante en jefe en materia de operaciones,
y te pide que as� lo expliques a todos los funcionarios responsables.
El Politbur� designa miembros del Consejo Revolucionario de Guerra
del frente Sur, adem�s de los actuales, a Smilga, Serebryakov y
Lashevich. Por orden del Comit� Central,
"Stassova.
"28 de julio de 1919."
[La cuesti�n de estrategia en el frente Sur era decisiva. Pero
la controversia a prop�sito del mismo, agravada por el episodio
de Vatzetis, hab�a llegado al extremo de desarrollarse por insinuaciones
y por conductos exageradamente oficiales. El acuse inmediato de recibo
de las anteriores instrucciones se expidi� al lugarteniente de Trotsky,
en Mosc�, para que lo transmitiese al Comit� Central. Dec�a
as�:]
"Confidencial:
* "Al camarada Sklyansky, para transmitir al Comit� Central:
"No entiendo el sentido de vuestro telegrama. En vista de las dudas
de Yegoryev, suger�a el nombramiento de un adjunto que en caso necesario
le pudiese remplazar. �sta es la soluci�n menos penosa del
asunto. Durante mi estancia en Kozlov relev� al jefe de operaciones,
Peremytov, quien mostr� desacuerdo con el plan del comandante en
jefe, y le remplac� por Berenda, a quien apresuradamente hice venir
de la Inspecci�n Militar. Antes de mi partida, de acuerdo con Sokolnikov
y en su presencia, plante� llanamente a Yegoryev la necesidad de
ejecutar sin condiciones el plan del comandante en jefe. Replic�
en t�rminos categ�ricos y, por lo que pude apreciar, sin
reservas mentales. Sin embargo, considero muy conveniente que venga Selivachev
como adjunto, despu�s de la conversaci�n preliminar que con
el comandante en jefe sostuvo con �l. No he recibido contestaci�n
a esta sencilla propuesta, salvo la recomendaci�n de instalar (�a
qui�n?) normas de disciplinas.
"Creo que es absurdo agregar al Consejo Revolucionario de Guerra
(ya recargado de personal con sus seis miembros: Yegoryev, Yegorov, Sokolnikov,
Okulov, Vladimirof, Serebryakov) otros dos nuevos, y propongo que se revoque
este acuerdo, especialmente habiendo sido nombrado Lashevich comandante
de Petrogrado y siendo Smilga miembro del grupo de Shorin.
"Es desastrosa para el frente la falta de cartuchos y la escasez extrema
de fusiles. El IX Ej�rcito tiene 20.000 �tiles, pero carecen
de armamento, y s�lo la mitad esperan recibirlo. Los proyectiles
se suministran en cantidades terriblemente mezquinas, lo que en caso de
cualquier complicaci�n ligera acarrea desastrosas consecuencias.
A base de observar la situaci�n en los cuatro Ej�rcitos del
frente Sur, y de hablar con el comandante del mismo, os prevengo que toda
operaci�n puede fracasar por falta de municiones.
"29 de julio de 1919. [284.]
"Trotsky."
[Los preparativos para la ofensiva en el frente Sur, conforme al plan
del nuevo comandante en jefe, continuaron con dificultades. A fines de
la primera semana de agosto (esto es, alrededor de una semana antes de
iniciar realmente la ofensiva), el Politbur� hubo de enfrentarse
con] varios problemas graves. [Era perfectamente claro] que Denikin muy
probablemente intentar�a dirigirse hacia Ucrania m�s bien
que hacia el Este, a fin de establecer contacto con Rumania y Polonia y
trasladar su base de Ekaterinodar a Odesa y Sebastopol. Aparte de las medidas
tomadas por el comandante en jefe para obviar este peligro, que era el
m�s serio de momento, era necesario decidir en seguida el modo de
desarrollar la inminente campa�a para la conquista de Ucrania. En
primer lugar hab�a que reunir el XII Ej�rcito con el XIV,
que, por carencia de enlace telegr�fico, se hallaba aislado del
frente Sur. No s�lo estaban ya confundidas las retaguardias de ambos
ej�rcitos, sino que cada vez se ve�an m�s obligadas
a enfrentarse con un mismo enemigo: Denikin. Propuse, pues, retirar el
XIV Ej�rcito de la jurisdicci�n del frente Sur, fusionando
la jefatura de los dos ej�rcitos en la persona del comandante del
XIV, Yegorov y su Estado Mayor, llamando a este nuevo grupo frente Sudoeste,
con cuartel general en Konotop, y coloc�ndolo directamente a las
�rdenes del comandante en jefe y del Estado Mayor General. Para
mantener la capacidad de lucha de [este propuesto frente Sudoccidental
al m�nimo, era necesario] hacer un extraordinario esfuerzo para
cortar el bandolerismo, la destrucci�n de l�neas f�rreas
y otros actos an�logos, con ayuda de unidades comunistas trasladadas
all� transitoriamente desde sectores m�s inactivos, activistas
de la regi�n de Mosc� e incluso ciertas unidades de toda
garant�a del ej�rcito checo. Todos los oficiales rojos disponibles
fueron enviados inmediatamente a Ucrania en trenes especiales, sin tener
en cuenta sus precedentes destinos. Hubo que enviar tambi�n a Ucrania
a todos los activistas pol�ticos previamente destinados a diversos
otros ej�rcitos, adem�s de botas, balas y fusiles. El XII
Ej�rcito no ten�a municiones; por falta de ellas tuvo que
luchar contra los colonos amotinados en Odesa con granadas de manos. Los
Consejos de Guerra de ambos ej�rcitos eran poco en�rgicos.
Por acuerdo entre el Consejo de Defensa de Ucrania y los Consejos Revolucionarios
de Guerra de los dos ej�rcitos, fue designado Vorochilov para sofocar
la rebeli�n a su retaguardia. Todas las instituciones y el personal
consagrado a combatir las insurrecciones de Ucrania se colocaron bajo su
mando.
[An�logas dificultades, tan diversas como las localidades
en que se produc�an, pero esencialmente iguales por su naturaleza,
encontr�bamos en todas partes y a cada paso. Lenin se impacientaba.
Justamente al iniciarse la ofensiva, escribi� a Sklyansky:]
* "Estoy enfermo. Tendr�a que acostarme. Por consiguiente cont�steme
por un mensajero. El aplazamiento de la ofensiva sobre Voronej (�desde
el 1.º hasta el 10 de agosto!) es monstruoso. El �xito de Denikin
es enorme.
"�Qu� sucede? Sokolnikov dec�a que nuestras fuerzas
son cuatro veces m�s numerosas que las suyas.
"�Qu� es lo que ocurre, entonces? �C�mo
hemos podido perder la ocasi�n tan miserablemente?
"Di al comandante en jefe que las cosas no pueden seguir as�.
Debe dedicar al asunto seria atenci�n.
"�No ser�a mejor que envi�semos al Consejo Revolucionario
de Guerra del frente Sur (copia a Smilga) este telegrama en cifra?: "
"Inadmisible en absoluto demorar ataque, pues el retraso entrega a
Denikin toda la Ucrania y nos destroza. Eres responsable de cada d�a
y cada hora m�s que se retrase la ofensiva. Comunica inmediatamente
tus explicaciones, diciendo cu�ndo hab�is de comenzar de
una vez la ofensiva resueltamente."
"Presidente del Consejo de Defensa.-Lenin."
[La ofensiva en el frente Sur, de acuerdo con el plan de S. S. Kamenev,
comenz� a mediados de agosto. A las seis semanas, finalizando septiembre],
escrib� al Politbur�, que hab�a votado contra mi plan:
"La ofensiva a lo largo de la l�nea de mayor resistencia ha redundado
en provecho de Denikin, como estaba previsto... Ahora mismo nuestra situaci�n
en el frente Sur es peor que cuando el Estado Mayor comenz� a ejecutar
su plan a priori. Ser�a pueril cerrar los ojos a esto." Por entonces,
el error fatal del plan se hab�a hecho patente a muchos de sus antiguos
defensores, incluso a Lashevich, que hab�a sido trasladado del frente
Este al meridional. Unas tres semanas despu�s, el 6 de septiembre,
hab�a telegrafiado yo desde el frente, en clave, al comandante en
jefe y al Comit� Central que "el centro de la dificultad en la campa�a
del frente Sur se hab�a desviado hacia Kursk-Voronej, donde no hay
reservas". Y llamaba [su] atenci�n tambi�n, sobre los siguientes
problemas:
"El esfuerzo por liquidar a Mamontov no ha dado hasta ahora resultados
pr�cticos. Las unidades motorizadas de ametralladoras no se formaron
por no haberse recibido �stas, ni siquiera un peque�o n�mero
de autom�viles. Se aprecia claramente que Mamontov est�,
reuni�ndose con sus propias tropas en todo el frente de Kursk. Nuestras
d�biles y dispersas unidades de infanter�a apenas le ponen
obst�culos. El mando de Lashevich est� paralizado por falta
de medios de comunicaci�n. La unificaci�n de Mamontov puede
considerarse lograda. El peligro de una rotura del frente por el sector
Kursk-Voronej se hace manifiesto. La tarea inmediata de Lashevich es perseguir
al enemigo tratando de taponar ese hueco. Se intentar� molestar
a Mamontov con incursiones de guerrillas... La destrucci�n de ferrocarriles
perturba los transportes del lado de Tsaritsyn hacia la zona de Kursk.
Pero la situaci�n exige con insistencia llevar reservas al Oeste.
Tal vez se pueda trasladar el Cuerpo montado de Budienny a marchas forzadas.
Es necesario a�adir que la situaci�n empeora a cada momento
por el completo desplome del aparato del frente. Las tareas m�s
pr�cticas se nos presentan en la siguiente forma:
"1.ª Nombrar inmediatamente a Selivachev comandante del frente
Sur.
"2.ª Debe ocupar el puesto de Selivachev el comandante adjunto
del frente Sur, Yegorov.
"3.ª Enviar las reservas, incluso la 21.ª Divisi�n,
tras Mamontov, en direcci�n a Kursk.
"4.ª Volver el IX Ej�rcito de la direcci�n de Novorosis
a Starobelsk.
"5.ª Trasladar el Cuerpo de Budienny todo lo posible al centro
derecha.
"6.ª Apresurar el env�o de reservas y suministros para
los Ej�rcitos VIII y XIII."
[Adem�s], propon�a varios reagrupamientos de Ej�rcitos
que supon�an la liquidaci�n del fracasado plan. [Esto suced�a
apenas tres semanas despu�s de haber emprendido la ofensiva.] Serebryakov
y Lashevich firmaron el telegrama conmigo. Pero el nuevo comandante en
jefe era [tan terco en el error como el precedente], y el Politbur�
le sosten�a con empe�o. El mismo d�a, 6 de septiembre,
recib� en Oryol la siguiente respuesta por hilo directo:
"El Politbur� del Comit� Central, habiendo considerado
el telegrama de Trotsky, Serebryakov y Lashevich, ha confirmado la respuesta
del comandante en jefe y expresa su asombro con relaci�n a los esfuerzos
encaminados a revisar el plan estrat�gico b�sico aprobado
el 6 de septiembre de 1919 [96] sh.
"Por orden del Politbur� del Comit� Central.- Lenin."
Al cabo de dos meses, el curso de las operaciones militares hab�a
reducido a la nada el plan original. Adem�s, durante estos dos meses
de continuas e infructuosas batallas, muchos de los caminos quedaron totalmente
obstruidos, y la concentraci�n de reservas se hizo incomparablemente
m�s dif�cil que en junio y julio. Y el radical reagrupamiento
de fuerzas era m�s necesario que nunca. Propuse que el Cuerpo montado
de Budienny se trasladara a marchas forzadas hacia el Nordeste, y que en
la misma direcci�n salieran otras unidades. [Pero el Politbur�,
incluyendo naturalmente a Stalin, continu� rechazando en todo este
lapso dicha proposici�n y otras, aprobando persistentemente] las
instrucciones del comandante en jefe [quien continuaba insistiendo en que]
"el plan b�sico para avanzar por el frente Sur se mantiene sin alteraciones;
en otros t�rminos, el ataque principal corre a cargo del grupo especial
de Shorin, siendo su misi�n destruir al enemigo en el Don y en el
Kuban". [Sin embargo], la ofensiva se hab�a empantanado considerablemente
entretanto. La situaci�n en el Kuban, adonde se hab�an enviado
las mejores tropas, se hizo sumamente grave, y Denikin avanzaba hacia el
Norte.
"Para justipreciar el plan de operaciones -escrib�a yo a fines
de septiembre-, no estar�a de m�s examinar sus resultados.
El frente Sur ha recibido m�s fuerzas que ning�n otro hasta
ahora: al comenzar la ofensiva, el frente Sur contaba con no menos de 180.000
bayonetas y sables, y un n�mero proporcional de ca�ones y
ametralladoras. Al cabo de mes y medio de batalla, estamos marcando lastimosamente
el paso en el lado Este del frente Sur, mientras que en el lado Oeste tenemos
una retirada dif�cil, con p�rdida de unidades y desorganizaci�n...
La causa del fracaso debe buscarse por entero en el plan de operaciones...
Unidades de resistencia media se dirigieron... a localidades habitadas
en su totalidad por cosacos que no tomaban parte en el avance, pero que
defend�an sus aldeas y sus hogares. La atm�sfera de una guerra
nacional en el Don ejerce una influencia disgregante sobre nuestras unidades.
En estas condiciones, los tanques de Denikin, maniobrando con habilidad,
y otros factores an�logos, le aseguraban una superioridad enorme."
[Pronto] no hubo ya que tratar del plan, sino de sus desastrosas consecuencias,
materiales y psicol�gicas. El comandante en jefe, en consonancia
con la m�xima napole�nica, hab�a confiado, por lo
visto, perseverando en el error, de derivar de �l todas las ventajas
posibles y asegurar en definitiva la victoria. El Politbur�, aun
perdiendo confianza, persist�a en su propia decisi�n. El
21 de septiembre, nuestras tropas abandonaron Kursk. El 13 de septiembre
Denikin tom� Oryol y se abri� el camino hacia Tula, donde
estaban concentradas las m�s importantes f�bricas de municiones,
y detr�s de la cual se hallaba Mosc�. Yo puse al Politbur�
ante el dilema de cambiar nuestro plan estrat�gico o evacuar Tula,
destruyendo las Industrias de guerra de la ciudad, y resistir la amenaza
directa contra Mosc�. Por entonces se hab�an quebrado la
obstinaci�n del comandante en jefe, que va desechaba parte del antiguo
plan, y el apoyo del Politbur�. A mediados de octubre, hab�a
terminado el reajuste de las fuerzas para el contraataque. Un grupo estaba
concentrado al noroeste de Oryol para amenazar el ferrocarril Kursk-Oryol;
otro, al este de Voronej, llevaba a su cabeza el Cuerpo montado de Budienny.
Esto ven�a a ser precisamente el plan que hab�a sugerido
yo. [Teni�ndolo en cuenta, es instructivo considerar la rese�a
que de aquel per�odo hacen a �ltima hora los histori�grafos
estalinistas:]
* "Durante septiembre y primeros de octubre, Denikin consigui�
considerables �xitos en el frente Sur. Captur� Oryol el 13
de octubre. Para remediar la situaci�n, sumamente dif�cil
y peligrosa, derivada de fracasos persistentes en el frente Sur, el Comit�
Central del Partido envi� al camarada Stalin al Consejo Revolucionario
de Guerra del frente. El camarada Stalin prepar� el nuevo plan estrat�gico
contra Denikin, que confirmaron Lenin Y el Comit� Central del Partido.
La realizaci�n de este plan produjo la derrota de Denikin."
[Las versiones de Stalin var�an de vez en cuando con respecto
a la persona que propuso el plan correcto, que fue rechazado, y con respecto
a qui�n merec�a censura por el plan equivocado que result�
tan costoso. En el a�o 1923, Stalin narraba lo sucedido ca�
el frente Sur, ostensiblemente para demostrar ciertos principios pol�ticos,
pero en realidad para saldar ciertas cuentas pol�ticas que te interesaban:
* "Podr�a establecerse f�cilmente una analog�a
entre estos principios de estrategia pol�tica y los de estrategia
militar: por ejemplo... la lucha contra Denikin. Todo el mundo recuerda
el final de 1919, cuando Denikin se acercaba a Tula. En aquel tiempo surgieron
interesantes debates entre los militares respecto a la direcci�n
en que hab�a de asestarse el golpe decisivo contra Denikin. Algunos
militares propon�an... la l�nea Tsaritsyn-Novorosisk... Otros...
la l�nea Voronej-Rostov,... El primer plan era... desventajoso porque
presupon�a nuestro movimiento a trav�s de regiones... hostiles
al Gobierno sovi�tico y exig�a por eso grandes sacrificios;
era, adem�s, peligroso porque abr�a a los ej�rcitos
de Denikin el camino de Mosc� por Tula y Serpujov. El segundo plan...
era el �nico plausible, porque seg�n �l nuestros grupos
principales hab�an de operar por regiones... que simpatizaban con
el Gobierno sovi�tico y no requer�a en consecuencia sacrificios
excesivos; y, adem�s, porque desorganizaba la acci�n del
cuerpo principal de las tropas de Denikin en ruta hacia Mosc�. Una
mayor�a de los militares se pronunciaron en favor de este segundo
plan... As� se decidi� la suerte de toda la guerra contra
Denikin..."
Stalin parec�a relatar esto como ejemplo casual de ciertos conceptos
en el campo de la estrategia pol�tica. En realidad, el ejemplo no
era accidental. Avanzaba 1923, Stalin estaba [sobre ascuas] esperando un
terrible ataque de Lenin, y por lo tanto, trataba sistem�ticamente
de minar la autoridad de �ste. En los c�rculos rectores del
Partido se sab�a bien que tras el err�neo y costoso plan
hab�an estado no s�lo ciertos miembros de la direcci�n
"militar" (como el comandante en jefe [S. S. Kamenev]), sino tambi�n
la mayor�a del Politbur�, con Lenin a la cabeza. Sin embargo,
Stalin prefer�a hablar de desacuerdo entre los "militares", sin
aludir a la pugna dentro del Politbur�. Sab�a que los miembros
dirigentes del Partido se acordaban demasiado bien de que se trataba de
mi plan, del plan que yo [hab�a estado defendiendo desde comienzos
de julio], y que �l s�lo hab�a venido a apoyar a fines
de octubre o principios de noviembre, despu�s de que el mismo comandante
en jefe hab�a repudiado en la pr�ctica su propio proyecto
original. Pero el 19 de noviembre de 1924, diez meses despu�s de
la muerte de Lenin, Stalin [lleg� m�s all�]. Entonces
hizo la primera tentativa de crear una versi�n deliberadamente falsa
de la lucha en el frente Sur, dirigi�ndola contra m�:
"Ocurri� en el oto�o de 1919. La ofensiva contra Denikin
fracas�... Denikin toma Kursk, avanza sobre Oryol. El camarada Trotsky
acude por orden del Comit� Central a una sesi�n de �ste,
desde el frente Sur. El Comit� Central reconoce la situaci�n
como alarmante y decide enviar nuevos activistas militares a aquel frente,
relevando al camarada Trotsky. Los nuevos activistas militares piden que
el camarada Trotsky "no intervenga" en los asuntos del frente Sur. El camarada
Trotsky cesa de intervenir all� directamente. Se suceden operaciones
continuas en el frente Sur, y se capturan Rostov del Don y Odesa sin el
camarada Trotsky. �Que prueben a negar estos hechos!"
Es cierto que dej� el frente Sur hacia el 10 de octubre, y fui
a Petrogrado. Nuestro contraataque en el frente Sur debi� haber
comenzado el 10 de octubre. Todo estaba preparado; la concentraci�n
de unidades para atacar se hallaba casi terminada, y mi presencia era mucho
m�s necesaria en torno a Petrogrado, que estaba en trance mortal
de ser ocupada por Yudenich. Repasando m�s de tres a�os de
guerra civil y examinando los peri�dicos y la correspondencia de
mis viajes por todos los frentes, veo que casi nunca tuve ocasi�n
de acompa�ar a un Ej�rcito victorioso, de participar en un
ataque, de compartir directamente las victorias con otros. Mis viajes no
ten�an car�cter de turismo. S�lo acud�a a los
sectores en situaci�n cr�tica despu�s de haber roto
el enemigo nuestras l�neas. Mi tarea era convertir los regimientos
fugitivos en fuerza atacante. Yo me retiraba con las fuerzas, pero nunca
avanc� con ellas. Tan pronto como las descalabradas divisiones se
reordenaban y el mando daba la se�al de avance, me desped�a
del Ej�rcito para ir a otro sector apurado, o bien regresaba por
unos d�as a Mosc� para resolver los problemas acumulados
del Centro. As�, durante tres a�os no tuve literalmente una
sola ocasi�n de ver las caras felices de los soldados despu�s
de una victoria, ni de entrar con ellos en las ciudades conquistadas. [Por
eso, como Stalin no pod�a menos de saber], no visit� el frente
Sur siquiera una vez en todo el per�odo de nuestra victoriosa ofensiva
all� despu�s de mediados de octubre. El fraude de Stalin
est�, pues, en dar a un hecho innegable una significaci�n
totalmente falsa.
[El 4 de diciembre de 1919, Juan Smirnov informaba desde el frente
Este que] "Koltchak ha perdido su Ej�rcito... No habr�n m�s
batallas... Espero capturar todo el E. M. m�vil antes del apeadero
de Taiga... El ritmo de la persecuci�n es tal que el 20 de diciembre
estar�n en poder nuestro Barnaul y Novokilayevsk". [Yudenich hab�a
sido completamente derrotado en el Noroeste y Denikin estaba en franca
fuga en el Sur. Fracasado en sus esfuerzos por ganarse el apoyo de los
campesinos mediante equ�vocas "reformas agrarias" y privado del
de los militares y los hacendados a causa de su desastrosa derrota en el
frente a manos del Ej�rcito Rojo, Denikin perdi� la confianza
de los blancos. El 26 de marzo de 1920 renunci� formalmente el cargo
de comandante en jefe en favor del bar�n Wrangel, que hab�a
conseguido reagrupar las dispersas tropas de los guardias blancos en Crimea.]
[Los blancos estaban todav�a zurrando a las unidades rojas de
Caballer�a e Infanter�a en el frente del C�ucaso.
En las batallas de los dos primeros d�as de febrero de 1920, Mamontov
rechaz� la ofensiva del Ej�rcito Rojo y pas� al ataque
en las proximidades de Novocherkassk. Las filas del Ej�rcito Rojo
en el frente del C�ucaso se hab�an debilitado no s�lo
por las p�rdidas sufridas en combate, sino por la epidemia de tifus.
Los refuerzos y provisiones no hab�an llegado por una confusi�n
de los ferrocarriles. Se requer�a una mano dura para llevar unos
y otras a aquel frente. Lenin y Trotsky recurrieron a Stalin, que por entonces
se hallaba en el Consejo Revolucionario de Guerra de] frente Sudoeste:
]
* "El Comit� Central juzga necesario, para salvar la situaci�n,
que vayas inmediatamente al ala derecha del frente del C�ucaso,
por Debaltsevo, donde est� ahora Shorin. Al mismo tiempo tendr�s
que adoptar medidas extraordinarias para mandar considerables refuerzos
y activistas del frente Sudoeste. Para estabilizar la situaci�n
se te ha incluido en la plantilla del Consejo Revolucionario de Guerra
del frente cauc�sico, sin cesar por eso en el del frente del Sudoeste.
"3 de febrero de 1920. [9.] sh.
"Lenin, Trotsky."
[No se dispone del texto de la respuesta de Stalin, pero parece que
hac�a objeciones a su nuevo cargo, probablemente aduciendo tareas
de urgencia en el que desempe�aba. Esto dio lugar a la siguiente
r�plica:]
* "El Comit� Central no insiste en tu traslado, con tal de que
en el curso de las pr�ximas semanas concentres toda tu atenci�n
y energ�a en los servicios del frente del C�ucaso con preferencia
a los del frente Sudoeste. Enviamos a Arzhanov a Voronej para activar los
necesarios traslados. Pr�stale la oportuna colaboraci�n y
tennos al corriente del curso de las mismas.
"4 de febrero de 1920. [512.]
"Presidente del Consejo de Defensa,
Lenin.
"Presidente del Consejo Revolucionario de Guerra de la Rep�blica,
Trotsky."
[Dos semanas despu�s telegrafiaba Lenin a Stalin:]
* "El Politbur� no puede pedirte que vengas en persona, pues
considera como tarea primordial y urgente barrer a Denikin, por lo que
deber�s acelerar los refuerzos para el frente del C�ucaso
todo lo que puedas.
"19 de febrero de 1920, [34.]
"Lenin.""
[Un d�a despu�s insist�a otra vez sobre el mismo
tema:]
* "La situaci�n en el C�ucaso est� adquiriendo
un car�cter cada vez m�s serio. A juzgar por la situaci�n
de ayer, no se excluye la posibilidad de que perdamos Roskov y Novocherkassk,
ni un intento enemigo de extender sus �xitos hacia el Norte, amenazando
el territorio del Don. Toma medidas extraordinarias para acelerar el traslado
de las Divisiones 43 y letona y reforzar el potencial combatiente. Espero
que, conociendo la situaci�n general, pongas toda tu energ�a
en juego y consigas resultados grandiosos.
"[36]/sh.
"Lenin.""
[Stalin contest� como sigue:]
"Absolutamente confidencial.
"En cifra.
* "Lenin, Kremlin. Mosc�.
"Copia para el Comit� Central del Partido.
"No veo por qu� el asunto del frente cauc�sico se me
impone precisamente a m�. En el orden natural, la responsabilidad
de reforzar el citado frente recae por entero en el Consejo Revolucionario
de Guerra de la Rep�blica, cuyos miembros, seg�n mis noticias,
disfrutan de excelente salud, y no en Stalin, que est� abrumado
de trabajo de todo orden.
"20 de febrero de 1920. [970.]
"Stalin."
[A lo cual replic� Lenin con el siguiente rapapolvo: ]
* "El asunto de acelerar el env�o de refuerzos del frente Sudoeste
al del C�ucaso se te ha encomendado. En t�rminos generales,
cada cual debe ayudar como mejor pueda, sin sutilizar acerca de jurisdicciones
departamentales.
"20 de febrero de 1920. [37]/sh.
"Lenin."
"Kursk, 19 de enero de 1920.
"Al presidente del Consejo Revolucionario de Guerra de la Rep�blica,
camarada Trotsky. Mosc�.
"Me dirijo a ti con el ruego urgente de que me libres de la inactividad.
Llevo casi tres semanas sin motivo justificado en el Cuartel general del
frente Sudoeste, y no he hecho nada en dos meses. No puedo explicarme la
causa de la demora ni conseguir otro empleo. Si durante casi dos a�os
que he estado mandando varios ej�rcitos he dado pruebas de alg�n
m�rito, te ruego que me des oportunidad de aplicar mis aptitudes
a un trabajo efectivo, y si no lo hay en el frente, se��leme
tarea en el Servicio de Transportes o en el Comisariado de Guerra.
"[2.]
"Comandante de Ej�rcito Tujachevsky."
[Por lo visto, Stalin no hab�a encontrado aplicaci�n al
talento de Tujachevsky en el frente Sudoeste, donde era pr�cticamente
el amo por su autoridad pol�tica como miembro del Comit�
Central, del Orgbur� y del Politbur�. Tujachevsky s�lo
contaba entonces algo menos de treinta a�os. Hasta la toma del Poder
por los bolcheviques hab�a sido teniente en el Ej�rcito del
zar. La Revoluci�n de octubre le gan� por completo; no s�lo
ofreci� sus servicios al Ej�rcito Rojo, sino que se hizo
comunista. Distingui�se casi desde el primer momento en el frente,
y al a�o lleg� a ser general del Ej�rcito Rojo. Su
capacidad como estratega era reconocida por los asombrados enemigos a quienes
la hizo sentir. Trotsky apunto en su telegrama: "Informar a los camaradas
Lenin y Stalin." No est� muy claro cu�les fueran las medidas
adoptadas en este caso; pero hay una cosa inequ�voca. Se dio a Tujachevsky
el mando del frente occidental, encargado de las operaciones de ofensiva
contra Varsovia.]
[La Rep�blica de Polonia fue hostil al Gobierno de los Soviets
desde el momento de su creaci�n. Habi�ndose apoderado de
Vilna a despecho de la garant�a dada a los lituanos en contrario
por la Liga de las Naciones en 1919, los polacos invadieron el territorio
de Rusia Blanca y, en el oto�o, hab�an ocupado Minsk y considerables
zonas de Volinia y Podolia. Luego paralizaron su actividad en vista de
los �xitos del general Denikin. Tem�an que al triunfa�'
los Ej�rcitos blancos, comprometidos a restaurar en su integridad
territorial el Imperio zarista, se opondr�an a las ambiciones territoriales
de Polonia, no s�lo en Ucrania y Rusia Blanca, sino tambi�n
en la propia Polonia. Pero tan pronto como los Ej�rcitos rojos comenzaron
a descargar golpes decisivos contra Denikin, el Ej�rcito polaco
reanud� su actividad. Apoyado por las tropas de la reci�n
formada Rep�blica de Letonia, los Ej�rcitos polacos ocuparon
Dvinsk en enero de 1920, obligaron al Ej�rcito Rojo a entregar Latgalia,
tomaron Mozyr en marzo, y bajo el mando personal del "liberador" de Polonia,
Jos� Pilsudiski, desencadenaron una vigorosa ofensiva contra Ucrania
en abril, aliados a las fuerzas del difunto Gobierno de Petliura. Aunque
la guerra hab�a sido impuesta al Ej�rcito Rojo, el prop�sito
del Gobierno sovi�tico era no s�lo rechazar el ataque, sino
llevar la revoluci�n bolchevique a la misma Polonia y abrir as�
una salida al comunismo hacia toda Europa.]
El 30 de abril escrib� al Comit� Central del Partido:
"Precisamente por tratarse de una lucha a vida o muerte, tendr�
un car�cter sumamente intenso y riguroso." Por consiguiente, era
necesario "estimar la guerra con Polonia, no s�lo como simple tarea
del frente occidental, sino como tarea central de toda la Rusia trabajadora
y campesina". El 2 de mayo hice difundir por la Prensa un telegrama contra
las esperanzas exageradamente optimistas de una revoluci�n en Polonia:
"Que la guerra terminar� por la revoluci�n obrera en Polonia,
no puede dudarse; pero, al mismo tiempo, no hay base para suponer que la
guerra comience por una revoluci�n semejante... Ser�a extremadamente
fr�volo pensar que la victoria... va a caer sencillamente en nuestras
manos." El 5 de mayo, en un informe a la reuni�n conjunta de todas
las instituciones sovi�ticas, dije: "Ser�a grave error suponer
que la historia va a comenzar desencadenando en nuestro obsequio la revoluci�n
de los trabajadores en Polonia y libr�ndonos as� de la necesidad
de sostener una contienda armada. -Y terminaba-: Camaradas, quisiera que
os llevaseis de esta reuni�n, como conclusi�n capital, la
idea de que la lucha que nos amenaza ha de ser dura y enconada." Todas
mis �rdenes militares y manifestaciones p�blicas de aquel
tiempo estaban impregnadas de esta idea. "Actualmente, el frente Oeste
es el m�s importante frente de la Rep�blica -dice una orden
de 9 de mayo, firmada por m� en Smolensko-. Los �rganos de
abasto deben prepararse para una campa�a nada f�cil ni breve,
sino por el contrario, larga y porfiada." Yo era opuesto a la marcha sobre
Varsovia porque, considerando la debilidad de nuestras fuerzas y nuestros
recursos, s�lo pod�a terminar con fortuna si en Polonia misma
estallara una insurrecci�n, y no hab�a seguridad alguna cae
que tal ocurriese. Ya he explicado la esencia del conflicto en mi autobiograf�a.
El principal iniciador de la campa�a fue Lenin. Le apoyaban
contra m� Zinoviev, Stalin y aun el cauto Kamenev. Rikov fue uno
de los miembros del Comit� Central que se mantuvieron a mi lado,
pero todav�a no formaba parte del Politbur�. Radek tambi�n
se opon�a a la aventura de Polonia. Todos los documentos confidenciales
de aquel tiempo est�n a la disposici�n de los actuales c�rculos
rectores del Kremlin, y si hubiera al menos una l�nea en estos documentos
en coincidencia con la versi�n actual de dicha aventura, hace tiempo
que se habr�a publicado. Precisamente es el car�cter inconsistente
de la versi�n, y sobre todo, la contradicci�n entre uno y
otro aserto, lo que muestra que aqu� tambi�n hemos de tropezar
con la misma mitolog�a termid�rica.
Una de las razones de que la cat�strofe de Varsovia alcanzase
proporciones tan terribles, fue la conducta del mando del grupo occidental
de los ej�rcitos del Sur, que iba en direcci�n a Lemberg.
La principal figura pol�tica en el Consejo Revolucionario de Guerra
de aquel grupo era Stalin. Deseaba a toda costa entrar en Lemberg al mismo
tiempo que Smilga y Tujachevsky en Varsovia. El r�pido avance de
nuestros ej�rcitos hacia el V�stula hab�a inducido
al mando polaco a concentrar todos sus esfuerzos y, con ayuda de la Misi�n
militar francesa, considerables reservas en las regiones de Varsovia y
Lublin. En este momento decisivo, la l�nea de operaciones en el
frente Sudoeste, diverg�a en �ngulo recto de la del frente
occidental principal: Stalin estaba haciendo su propia guerra. Cuando el
peligro en que se hallaba el ej�rcito de Tujachevsky se hizo evidente
y el comandante en jefe orden� al frente Sudoeste desviar marcadamente
su direcci�n hacia Zamostye-Tomashev, para caer de flanco sobre
las tropas polacas pr�ximas a Varsovia, el comandante del frente
Sudoeste, estimulado por Stalin, continu� su avance hacia Occidente:
�No era m�s importante apoderarse de Lemberg que ayudar a
"otros" a tomar Varsovia? Durante tres o cuatro d�as, nuestro Estado
Mayor General no pudo conseguir que se ejecutara la citada orden. S�lo
despu�s de reiteradas demandas reforzadas con amenazas, cambi�
la direcci�n el mando del grupo Sudoeste; pero ya entonces el retraso
de unos d�as hab�a producido su efecto fatal. El 16 de agosto,
los polacos emprendieron la contraofensiva y obligaron a nuestras tropas
a retroceder.
Durante los debates secretos sobre la guerra de Polonia en una reuni�n
a puerta cerrada del X Congreso del Partido, Stalin present� la
declaraci�n, que sorprende tanto por su ruindad como por su falsedad,
de que Smilga, el miembro m�s conspicuo del Consejo Revolucionario
de Guerra del frente occidental hab�a defraudado al Comit�
Central "prometiendo" tomar Varsovia en fecha determinada y dejando de
cumplir su "promesa". Las acciones del frente Sudoeste, esto es, del mismo
Stalin, obedec�an, por lo visto, a la "promesa" de Smilga, en quien
reca�a, por lo tanto, la responsabilidad del desastre. Con muda
hostilidad escuchaba el Congreso al hosco orador en cuyos ojos relampagueaba
la caracter�stica chispa amarilla. Con aquel discurso, Stalin no
hiri� a nadie sino a s� mismo. Ni un solo voto tuvo en su
apoyo. Yo protest� en el acto contra aquella inesperada insinuaci�n.
La "promesa" de Smilga no significaba sino que hab�a "esperado"
tomar Varsovia; pero aquella esperanza no eliminaba el elemento imprevisto,
peculiar de toda guerra, y en ning�n caso daba a nadie el derecho
de obrar a base de un c�lculo a priori y no del desarrollo real
de las operaciones. Lenin, terriblemente contrariado por las disensiones,
intervino en la discusi�n y se manifest� en el sentido de
que no era su prop�sito culpar a nadie personalmente. �Por
qu� no public� Stalin la rese�a taquigr�fica
de este debate?
En 1929, A. Yegorov (comandante del frente Sudoeste durante la campa�a
de Polonia), hizo el primer intento p�blico de justificar su conducta
en una monograf�a especial titulada [Lemberg-Varsovia] en la que
se vio obligado a admitir:
* "Precisamente en este respecto han criticado todos nuestros historiadores
la campa�a del frente Sudoeste. Nadie que conozca esta campa�a
por los escritos hoy existentes tendr� por secreto que la explicaci�n
del fracaso de las operaciones del Oeste tuvo relaci�n directa con
las del frente Sudoeste. Las acusaciones formuladas en este sentido contra
el comandante del frente se reducen, en suma, a exponer que el frente Sudoeste
sigui� una pol�tica de operaciones particular, sin tener
en cuenta la situaci�n general de todo el frente polaco ni la acci�n
desarrollada en el frente occidental contiguo; que en el momento decisivo
no le prest� la necesaria cooperaci�n... En l�neas
generales, tal es la versi�n reiterada en todas las obras dedicadas
m�s o menos al tema de la colaboraci�n en el frente en 1920,
sin excluir tampoco las publicadas m�s recientemente... As�
vemos, por ejemplo, en la obra seria e interesante de M. Movchin, Las operaciones
subsiguientes seg�n la experiencia del Marne y del V�stula
(publicada por los editores del Estado en 1928), una referencia directa
al "fracaso del frente Sudoeste en el cumplimiento de las instrucciones
categ�ricas del comandante en jefe relativas al avance del I Ej�rcito
montado sobre Zamostye-Tomashev". Los graduados de nuestra Escuela de Guerra
han estudiado las campa�as de Polonia a base de estas y otras manifestaciones
an�logas y contin�an llevando consigo a los cuadros de nuestro
Ej�rcito impresiones en consecuencia. Para decirlo brevemente, la
leyenda acerca de la intervenci�n desastrosa del frente Sudoeste
en 1920... no suscita hoy la menor duda, y se reconoce como un hecho que
debe estudiar la futura generaci�n de t�cticos y estrategas."
No es muy de extra�ar que Yegorov, responsable en gran parte
como comandante en jefe del frente Sudoeste de la caprichosa estrategia
de Stalin, trate de disimular la gravedad de su error presentando una interpretaci�n
de los hechos militares de 1920 menos desfavorable para �l. Sin
embargo, surge en el acto la sospecha al considerar que Yegorov s�lo
se decidi� a intentar disculparse nueve a�os despu�s
de los sucesos, cuando "la leyenda acerca de la intervenci�n desastrosa
del frente Sudoeste" hab�a conseguido, seg�n sus propias
palabras, hallar confirmaci�n definitiva e, incluso, incorporarse
a la historia militar. Esta demora se explica por el hecho de que el Ej�rcito
y el pa�s, que tanto sufrieron a causa del fracaso de la campa�a
de Polonia, hubieran rechazado con indignaci�n cualquier subterfugio,
especialmente de parte de los responsables de tal fracaso. Tuvo por fuerza
que esperar, en silencio.
Pero si Yegorov trat� de reducir indirectamente la culpa de
Stalin a la vez que la suya, no se propuso a�n cargarla a la otra
parte. Tampoco lo hizo Vorochilov en el art�culo francamente apolog�tico
que lleva su firma, Stalin y el Ej�rcito Rojo, publicado en el mismo
a�o 1929. "S�lo el fracaso de nuestras tropas cerca de Varsovia
-declara Vorochilov vagamente-, interrumpi� el avance del ej�rcito
montado que se propon�a atacar Lemberg y se hallaba entonces a diez
kil�metros de all�." Sin embargo, el asunto no pod�a
quedarse en mera justificaci�n propia. En tales cosas Stalin nunca
se detiene a mitad de camino. Lleg�, por fin, el momento en que
pudo achacarse la responsabilidad del fracaso en el frente a los que estorbaron
la marcha sobre Lemberg. [En 1935, el profesor rojo] S. Rabinovich, [en
su] Historia de la Guerra Civil, escrib�a:
* "El I Ej�rcito, que se vio implicado en la batalla de Lemberg,
no pod�a ayudar directamente al frente occidental sin tomar esta
plaza. No hubiera podido prestar gran concurso al frente occidental, porque
eso hubiera supuesto trasladar numerosas fuerzas a las cercan�as
de Lemberg. A pesar de eso, Trotsky pidi� categ�ricamente
que se retirara el I Ej�rcito montado de Lemberg y se concentrara
cerca de Lublin para atacar de rev�s a los ej�rcitos polacos
que avanzaban por el flanco de las tropas del frente occidental... A consecuencia
de las instrucciones por dem�s err�neas de Trotsky, el I
Ej�rcito tuvo que renunciar a tomar Lemberg, sin poder por otra
parte prestar ayuda a los Ej�rcitos del frente occidental."
[Naturalmente], aquella posibilidad se perdi� s�lo porque
la caballer�a de Budienny-Vorochilov, de acuerdo con las instrucciones
de Yegorov-Stalin, y en oposici�n a las �rdenes del comandante
en efe, se dirigi� contra Lublin varios d�as despu�s
de lo debido. [Pero al a�o siguiente, el peri�dico militar]
Krasnaya Konnitsa (La Caballer�a Roja) [fue a�n m�s
lejos en el art�culo] Ruta de Armas del 1 Ej�rcito Montado.
Aqu� el autor declaraba que el ej�rcito montado... "no s�lo
no pudo evitar que el Ej�rcito polaco se retirara detr�s
del r�o Bug, sino que ni siquiera frustr� el contraataque
de los polacos contra los flancos de las tropas rojas que marchaban hacia
Varsovia". Stalin y Vorochilov, preocupados con la nueva ocupaci�n
de la Galitzia, objetivo de importancia secundaria, no deseaban sencillamente
ayudar a Tujachevsky en la tarea principal, que era el avance sobre Varsovia.
Y Vorochilov arg��a que s�lo la captura de Lemberg le
hubiera permitido "descargar un golpe aplastante en la retaguardia de los
polacos de la Guardia Blanca y sus tropas de choque".
Es totalmente imposible comprender c�mo la captura de Lemberg,
que distaba 300 kil�metros del principal teatro de operaciones,
habr�a servido para caer sobre la "retaguardia" de las formaciones
polacas de choque, que entretanto hab�an perseguido ya al Ej�rcito
Rojo hasta cien kil�metros al este de Varsovia. Para intentar atacar
a los polacos por su "retaguardia" habr�a sido necesario perseguirlos
en primer lugar, y en consecuencia abandonar Lemberg ante todo. �Por
qu�, entonces, hab�a que ocuparlo? La captura de Lemberg,
que intr�nsecamente no carec�a de importancia militar, podr�a
haberse revestido de significaci�n revolucionaria s�lo organizando
una insurrecci�n de los galitzianos contra la dominaci�n
polaca. Pero eso requer�a tiempo. Los ritmos de las tareas militar
y revolucionaria no coincidieron en lo m�s m�nimo. Desde
el momento en que se hizo patente el peligro de un contraataque decisivo
cerca de Varsovia, seguir el avance hacia Lemberg resultaba no s�lo
vano, sino francamente criminal. Pero en aquel punto intervino la suspicacia
entre los dos frentes. Stalin, seg�n la [propia confesi�n]
de Vorochilov, no vacilaba en transgredir reglamentos y �rdenes.
[Escribiendo en Pravda el 23 de febrero de 1930, el historiador del
Partido N. Popov, a la vez que reconoce que el avance sobre Varsovia fue
un error del Politbur�, declaraba que] "Trotsky... era opuesto a
este avance, como un peque�oburgu�s revolucionario que juzgaba
inadmisible llevar la revoluci�n a Polonia desde fuera. Por las
mismas razones, Trotsky era contrario a que el Ej�rcito Rojo ayudara
a los rebeldes de Georgia en febrero de 1921. El criterio antibolchevique,
krautskista, de Trotsky fue categ�ricamente rechazado por el Comit�
Central en julio de 1920, en el caso de Polonia, y en febrero de 1921,
en el del Gobierno menchevique de Georgia." [Cinco a�os m�s
tarde, Rabinovich, en su Historia de la Guerra Civil, atribuye los "errores
de Trotsky] en la guerra de Polonia [a la posici�n] pol�tica
fundamental" de que por nuestra parte la guerra serv�a para estimular
v activar la revoluci�n en Polonia, llevar la revoluci�n
a Europa en las bayonetas del Ej�rcito Rojo... De otro modo, la
victoria del Socialismo en Rusia es imposible. Por esto, Trotsky, en oposici�n
a los argumentos de Lenin y Stalin, declar� que "el frente polaco
es el frente de vida o muerte para la Rep�blica Sovi�tica".
La vieja acusaci�n se volv�a as� del rev�s.
Todav�a en 1930 se reconoc�a que yo era opuesto a la marcha
sobre Varsovia, y el crimen de que se me acusaba era el de no sentirme
inclinado a introducir el Socialismo a punta de bayoneta. Pero en 1935
se proclamaba que yo defend�a la marcha sobre Varsovia guiado por
mi determinaci�n de imponer el Socialismo a Polonia con las bayonetas.
As�, gradualmente, Stalin resolvi� el problema a su peculiar
manera, cargando la responsabilidad de la campa�a de Varsovia sobre
m�. Pero lo cierto es que yo era contrario a tal campa�a.
La responsabilidad del descalabro del Ej�rcito Rojo, presupuesta
por la falta de una sublevaci�n en el pa�s y agravada por
su propia estrategia independiente, recay� por parte suyo sobre
m�, a pesar de haberles prevenido de la posibilidad de una cat�strofe
y de haber solicitado moderaci�n en el entusiasmo por �xitos
ef�meros como el de la toma de Lemberg.
Desviar las inculpaciones poco a poco hacia el adversario es un m�todo
fundamental de luchar para Stalin, y alcanza su desarrollo m�ximo
en los juicios de Mosc�. Digamos tambi�n de pasada que Stalin
no contribuy� a la campa�a de Polonia con ning�n esfuerzo
constructivo que valga la pena de mencionar. El correo y los telegramas
de la �poca hacen constar con qui�n tuve ocasi�n entonces
de corresponder a diario para determinar la pol�tica del momento
en relaci�n con la guerra de Polonia: Lenin, Chicherin, Karajan,
Krestinsky, Kamenev, Radek. De estas seis personas, s�lo Lenin acert�
a morirse a tiempo. Chicherin muri� en desgracia, aislado por completo;
Radek vivir� detenido el resto de sus d�as; Karajan, Krestinsky
y Kamenev han sido ejecutados.
El final de la campa�a de Polonia nos permiti� concentrar
nuestras fuerzas contra Wrangel, que en la primavera sali� de la
pen�nsula de Crimea y, amenazando ocupar la cuenca del Donetz, puso
en riesgo las reservas de carb�n de la Rep�blica. Varios
vigorosos ataques de Nikopol y Stajovka desalojaron de sus posiciones a
las tropas de Wrangel, y el Ej�rcito Rojo avanz�, demoliendo
en la culminaci�n de la campa�a las fortificaciones de los
itsmos de Perekop y de Sivash. La Crimea volvi� a ser sovi�tica.
(Como pod�a esperarse, "la idea estrat�gica b�sica
de inminente operaci�n fue anunciada personalmente por el camarada
Stalin". Yegorov escrib�a en Pravda, el 14 de noviembre de 1935,
al celebrarse el XV aniversario de la derrota de Wrangel: )
* "Trotsky sosten�a la descabellada opini�n de que el
frente de Wrangel no era m�s que un sector aparte, de tercer orden.
Frente a este peligroso criterio, el camarada Stalin hubo de manifestarse
decididamente. El Comit� Central, encabezado por Lenin, se puso
por completo de parte de Stalin."
Baste decir que S. Gussev, que era un verdadero agente de Stalin en
el Ej�rcito Rojo como hoy lo es Mejlis, en su art�culo La
derrota de Wrangel [publicado] en 1925, no juzg� necesario mencionar
siquiera el nombre de Stalin.
Durante toda la guerra civil, Stalin sigui� siendo una figura
de tercera categor�a, no s�lo en el Ej�rcito, sino
tambi�n en el campo de la pol�tica. Presid�a las reuniones
de la Junta del Comisariado de Nacionalidades y los Congresos de algunas
de �stas. Llevaba las negociaciones con Finlandia, Ucrania, los
bashkires, esto es, desempe�aba comisiones de Gobierno esenciales,
pero de orden secundario. Nada ten�a que ver con las cuestiones
de alta pol�tica planteadas en los Congresos del Partido, del Soviet
o de la III Internacional. En la XI Conferencia del Partido Comunista ruso,
celebrada en diciembre de 1921, Yaroslavsky, en nombre del Comit�
organizador, propuso para la Mesa presidencial a los siguientes: Lenin,
Zinoviev, Trotsky, Kamenev, Petrovsky, Ordzhonikidze, Vorochilov, Yarolavsky,
Sulimov, Komarov, Rudzutak, I. N. Smirnov y Rujimovich. La lista es interesante,
tanto por su composici�n como por el orden de los nombres. Los autores
de la lista, viejos bolcheviques como Yaroslavsky, colocaban a Zinoviev
en segundo lugar, como para recordar que era un antiguo bolchevique. Fuera
de las cuatro primeras figuras, los dem�s designados, viejos bolcheviques
asimismo, eran todos dirigentes regionales. No hubo en aquella lista sitio
para Stalin, aunque el calendario se�alaba ya el final del a�o
1921. La guerra civil pertenec�a ya al pasado, y no hab�a
hecho de Stalin un l�der.