INTRODUCCIÓN

El proletariado sufre una nueva derrota. Franco se ha apoderado de Cataluña. Más de dos  años y medio de luchas sangrientas, de sacrificios innumerables del proletariado español, ¡y todo para  acabar con una nueva victoria de la reacción!

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El carácter improvisado y un poco desordenado de este trabajo se debe a las condiciones de su nacimiento. Pero, si bien carece de carácter sistemático, expresa las necesidades más candentes de la hora actual.
Después de mi regreso a Francia, los camaradas me han preguntado. Me han pedido que explicara las razones de la catástrofe. ¿Por qué Barcelona fue entregada sin combate? ¿Por qué los obreros catalanes, que han dado tantas pruebas de heroísmo, no han replicado al fascismo? ¿Cuál era la actitud de las organizaciones proletarias en el momento crítico? etc... Lo que más extrañaba a mis interrogadores era la extrema facilidad del avance fascista, el hecho de que Franco no encontrara resistencia en este proletariado que había realizado el 19 de julio.
Tenía que explicar, sobre la base de mi experiencia, lo que acababa de pasar. Tenía que informar de los hechos. Expliqué cómo las posiciones estratégicas de primera importancia fueron abandonadas sin combate, los planes de defensa entregados al enemigo por el estado mayor traidor, cómo fue saboteada la industria de guerra, la economía desorganizada, los mejores militantes obreros asesinados, los espías fascistas protegidos por la policía "republicana", en suma, cómo la lucha revolucionaria del proletariado contra el fascismo fue traicionada y cómo España fue entregada a Franco.
Mis informes, mis análisis, todo conducía a una sola y misma fuente: la política criminal del Frente Popular. Sólo la revolución proletaria podía derrotar al fascismo. Ahora bien, toda la política de los dirigentes republicanas, socialistas, comunistas y anarquistas, tendía a destruir la energía revolucionaria del proletariado. "Primero ganar la guerra, después hacer la revolución", esta fórmula reaccionaria mataba la revolución para matar seguidamente la guerra. Se tenía la esperanza de ganar así el apoyo de la burguesía, llamada democrática, de Francia e Inglaterra. En nombre de esta política se abandonó todo, se fue de capitulación en capitulación, se traicionó todo, se desmoralizó al proletariado, se aplastó en primer lugar al POUM, después a los anarquistas, se provocaron las sangrientas jornadas de Barcelona, hasta culminar ahora en el pronunciamiento profranquista de Miaja-Casado, dirigido contra las comunistas que, durante estos treinta meses, han preparado las condiciones de su propio aplastamiento
La cadena ininterrumpida de crímenes del Frente Popular conduce al fascismo.
Los jefes republicanos, socialistas, anarquistas, todos han colaborado en preparar esta catástrofe. Pero los grandes artífices de la derrota y del crimen contra el proletariado fueron, indiscutiblemente, los stalinistas. Pusieron al servicio de una política contrarrevolucionaria la autoridad de que gozaban, a causa de la bandera de la Revolución de Octubre, que han robado y arrastran por el fango.
Sin embargo, es difícil imaginar condiciones objetivas más favorables para la revolución proletaria que las que existían en España.

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Los obreros del mundo entero deben sacar lecciones de esta trágica experiencia. No son ni el socialismo ni el marxismo los que han fallado en España, sino aquellos que los han traicionado cobardemente. La sociedad actual se encuentra ante una trágica alternativa: hacia atrás, es decir, conservar el capitalismo, que sólo puede evolucionar hacia las formas más bárbaras, o hacia adelante, hacia el socialismo. Querer conservar la democracia burguesa es una ilusión estúpida. El fascismo o la revolución proletaria, este es el dilema para el proletariado internacional.
El primer deber de la vanguardia revolucionaria es esclarecer la situación real a los obreros, decir la verdad.
El proletariado va de derrotas en derrotas, pero a pesar de ello hay progresos. En Alemania, en 1933, el proletariado, dirigido por los socialdemócratas y los comunistas, lo cedió todo al fascismo sin combate. En Austria, en 1934, el proletariado de Viena fue el primero en dar la señal de resistencia. El eco de esta resistencia fue la gloriosa Comuna de Asturias. En España, el proletariado, a pesar de la criminal política del Frente Popular, ha sabido resistir cerca de tres años. A los obreros de otros países corresponderá el honor de poder, no sólo resistir, sino vencer al fascismo y hacer triunfar la revolución proletaria. Pero, para vencer, el proletariado debe forjar el arma de lucha: el partido revolucionario y la Internacional Revolucionaria, la Cuarta.

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Este trabajo no tiene la pretensión de responder a todas las cuestiones, siquiera las más urgentes, planteadas por la trágica experiencia. Si el autor de estas líneas ha arrojado un poco de luz y ha facilitado la comprensión de los problemas de la guerra civil española, tendrá el sentimiento de que su trabajo no ha sido en vano.

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M. CASANOVA*
Perpignan, 16 de marzo de 1939



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    * M. Casanova fue pseudónimo de Mieczyslaw Bortenstein (1907-1942), trotskista polaco de nacimiento quien, luego de ser expulsado del PC francés, se transladó a España en 1936 y participó en la Guerra Civil en las milicias de la CNT.

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