-Precisamente -decimos- los obreros franceses
se han sorprendido al conocer la toma de Barcelona, cuando las autoridades
militares anunciaban una resistencia a muerte.
-Comprendo vuestra sorpresa, fue también
la mía. Todos nosotros, los ex-voluntarios que esperábamos
nuestro repatriamiento, y también todos los militantes estábamos
trágicamente asombrados por la facilidad con que proseguía
el avance fascista hacia Barcelona. Ciertamente, no nos hacíamos
ilusiones, y nos dábamos perfecta cuenta de lo trágico de
la situación, pero esperábamos, pese a ello, una resistencia
encarnizada delante de Barcelona, y teníamos, en el fondo, la esperanza
de que la heroica Barcelona sería un segundo Madrid. Mientras una
posición no está tomada por el enemigo, un revolucionario
no tiene el derecho a darla por perdida. En un artículo: "Podemos
evitar la derrota", escrito cinco días antes de la toma de Barcelona,
y que desgraciadamente no os ha llegado, yo desarrollaba el plan de acción
y el plan de salvación de Barcelona y de la revolución. Definía
más o menos así las opiniones y las consignas de los camaradas
españoles: "Barcelona -decía yo- puede ser salvada. La región
más industrial de España, la provincia de
Barcelona,
con sus ciudadelas industriales de Manresa, Sabadell, Tarrasa, no está
aún en manos de los fascistas. No lo estará. Es necesario
fortificar Barcelona y transformarla en una fortaleza intomable. Para los
trabajos de fortificación, no faltan en Barcelona los especuladores
y los emboscados. ¡Es hora de que manejen las palas! "Resistir",
esta es la consigna de nuestro
Munis
encerrado, bajo la crapulosa acusación de asesinato, desde hace
un año, en la Modelo, Cárcel del Estado, y últimamente en Montjuich. Resistir, como resistía
García
Moreno. Pero nuestra consigna "Resistir"
se diferencia de la de Negrín. Para poder resistir es necesario
que la clase obrera levante la cabeza, que retome confianza en sí
misma, que constituya sus Comités de Salvación de la Revolución
y sus organismos independientes del poder estatal burgués, como
el 19 de julio de 1936, pero para ir más lejos". Tal era -continúa
nuestro interlocutor- el estado de ánimo de nuestros camaradas españoles,
algunos días antes de la toma de Barcelona.
Ciertamente, la situación era crítica.
Los fascistas avanzaban, en ocasiones de 15 a 20 kilómetros por
día. Las posiciones estratégicas de importancia capital eran
sistemáticamente entregadas casi sin combate, como las fortificaciones
construidas durante ocho meses alrededor de Balaguer, las del Segre, la
importante posición de Borjas Blancas, cuya toma por los fascistas
ha permitido su marcha hacia el mar, el cerco de Tarragona y, en el último
momento, la cadena de montañas alrededor de Igualada, cuya toma
abría ya la vía hacia Barcelona. Asistíamos a la repetición de la catástrofe del mes de marzo en el frente
de Aragón; pero a una escala aún mayor: las traiciones en
el alto mando, el paso al enemigo con los planes de defensa y también
el paso de cuerpos enteros de
carabineros
a los fascistas. Pero quedaba Barcelona. Al lado del mar, estaban aún
los montes de Garraf que podían constituir una línea de resistencia.
En cuanto a las carreteras centrales que conducen a Barcelona, una que
viene de Villafranca del Penedés y otra de Igualada, uniéndose
a una veintena de kilómetros de Barcelona, atraviesan un llano.
Pero, aun en caso de acercamiento de los fascistas hasta la ciudad, quedaban
todavía las montañas que rodean la capital catalana. Barcelona
está rodeada por Montjuich y el Tibidabo. Se podían fortificar
estas colinas, y hacer de ellas una línea de defensa en las puertas
mismas de la ciudad.
-¿No se decía, sin embargo, que
Barcelona era, desde el punto de vista estratégico, indefendible?
-interrumpimos.
-Es una patraña. Es cierto que se puede
defender más fácilmente Barcelona desde delante de la cadena
de montañas próximas a Igualada, o cerca de los montes de
Garraf, que en las mismas puertas de la ciudad. Pero es más defendible
que Madrid, por ejemplo. Ni la indiscutible superioridad de armamento de
los fascistas (resultado de la pasividad del proletariado internacional
adormecido por la política del Frente Popular), ni razones estratégicas
son suficientes para explicar la caída de Barcelona, y sobre todo
su caída rápida y sin combate. Los fascistas han entrado
en Barcelona después de un corto encuentro en Hospitalet (barrio
de Barcelona en dirección al mar).
¿Entonces?
-Pues simplemente que la estrategia y la técnica
militar están subordinadas a la política, sobre todo en una
guerra civil.
Barcelona ha sido entregada porque no había
nadie para defenderla, nadie o casi nadie que estuviera dispuesto a dar
su vida para defenderla contra Franco. He aquí la triste realidad
No hablemos del gobierno, del siniestro
"Gobierno
de la victoria". La noche del lunes,
tres días antes de 1a entrada de Franco, se reunió. El comunicado
leído por el ministro comunista de agricultura, Uribe, informaba
sobre las decisiones anunciadas oficialmente, y sobre las medidas decididas:
1 ) Establecer el estado de guerra en lo que quedaba de la España
gubernamental, es decir, intentar amordazar al proletariado (aunque, en realidad, era impotente para esto)
2) Continuar residiendo en Barcelona. Esta es la declaración oficial.
-¿Y la realidad?
-¿La realidad? A1 mismo tiempo que anunciaban esta declaración, los señores ministros tenían ya
sus maletas hechas; los muebles y una cantidad sorprendente de colchones estaban ya cargados en los camiones, y empezaba, el mismo día, el éxodo aristocrático en los Rolls Royce e Hispano-Suiza.
Presas del pánico, los señores ministros quisieron hacer un llamamiento a los obreros cenetistas de Barcelona,
para que derramasen una vez más su generosa sangre y salvasen la
situación, pero sobre todo su situación personal en peligro.
Estos señores se imaginaban que se puede repetir misma operación
un número indefinido de veces. El proletariado, según ellos,
debe estar encadenado en tiempos normales, debe respetar la ley burguesa,
puede ser continuamente estafado, ver a sus militantes maltratados, etc...
. En el momento de peligro, se puede aflojar un poco la cadena y permitirle
morir generosamente en defensa del Gobierno legítimo y la república
democrática. El proletariado, según el esquema de estos señores,
aprovecha la gran ocasión que se le ofrece, va a las barricadas,
ofrece algunas decenas de millares de los suyos, salva la situación.
El peligro fascista pasa. Se puede volver a apretar la cadena, y de nuevo
estafarle como antes. He aquí el esquema. Es ciertamente ingenioso,
pero la misma operación sólo sale bien un número limitado de veces.
Presos, pues, de pánico, los ministros han convocado urgentemente a García Oliver para que se ponga a la cabeza de seis divisiones confederadas y dirija las operaciones.
-¡Pero García Oliver no es un militar! señalamos.
-No quiero relatar los "servicios" que ha rendido al proletariado español durante las
jornadas de mayo de 1937
en Barcelona (nuestro camarada sonríe irónicamente), pero, en cualquier caso, es
sobre todo un orador en mítines. Pero representaba a la CNT y sobre
todo a la FAI, y los ministros pensaban que convocarlo era convocar también
a las decenas de millares de militantes de la CNT. Pero los obreros de
Barcelona estaban desmoralizados. Se acordaban de las jornadas de mayo
de 1937. Para comprender la tragedia del 26 de enero de 1939 es necesario
remitirse a aquellas del 3-6 de mayo de 1937. Entre estas dos fechas hay
un lazo lógico. Matando a la revolución se ha matado la guerra
antifascista.
Los stalinistas provocaron, organizaron,
los acontecimientos de mayo de 1937, es decir procedieron al desarme del
proletariado, a la destrucción de sus organismos de lucha, a los
asesinatos de militantes obreros, etc. Instauraron un régimen de
terror contra el proletariado. Todo ello estaba justificado por la política
de Frente Popular: es decir, "primero ganar la guerra" y para ello ganar
el apoyo de Francia e Inglaterra. El resultado es visible ahora. No se
ha ganado la amistad de los burgueses de Francia e Inglaterra, pero, entretanto,
se ha hastiado y desmoralizado al proletariado español, sobre todo
al catalán. Este era el camino más corto para perder la guerra.
Los obreros de Barcelona se daban cuenta ciertamente
de que Franco representaba lo peor y, a pesar de que su confianza en Negrín
fuera muy reducida, deseaban la derrota de los fascistas y la victoria
de los ejércitos republicanos, pero ya no tenían una participación
activa en la lucha. Desde mayo de 1937 ya no se sentían los dueños.
Por otra parte, ya no lo eran.
Se les decía varias veces al día
que no se luchaba por su liberación social ¡Dios nos preserve
de tales ideas trotskistas! ), sino simplemente por la vuelta a la República
democrática, que ya ha engendrado el levantamiento fascista. Esto
no favorecía el espíritu de sacrificio ni el entusiasmo por
la guerra, sino que, al contrario, estaba en el origen de la indiferencia.
-Sin embargo, Madrid, en condiciones más
difíciles, se defendió y en el mes de noviembre de 1936 respondió
victoriosamente al avance de Franco. Y los fascistas estaban a las puertas
de la capital.
-Conozco la canción -responde Casanova.
Los catalanes son, al parecer, unos cobardes; y los madrileños,
heroicos y caballerescos. Es una explicación, pero no tiene ningún
fundamento. Evidentemente, ha sido lanzada sobre todo por los comunistas,
que pretenden realzarse de este modo: la mayoría del proletariado
de Barcelona es anarquista, y en Madrid son los comunistas los que dominan.
Los obreros catalanes han mostrado, sin embargo, de lo que son capaces,
el 19 de julio. En veinticuatro horas, aplastaron en embrión la
rebelión de los militares. Si hubieran hecho igual los obreros de
toda España, los fascistas ya estarían expulsados de toda
la Península Ibérica. Barcelona ha demostrado también
de lo que era capaz cuando, en apenas pocos días, dio doscientos
mil voluntarios y cuando envió las famosas "tribus", dirigidas por
Durruti, Ortiz, Domingo Ascaso, Rovira, etc., en el curso de la primera
semana que siguió al 19 de julio.
Se ha hecho todo lo posible por romper
la combatividad y el entusiasmo de los obreros catalanes. El Frente Popular,
sobre todo los comunistas, han hecho cuanto han podido por desmoralizar
a los obreros de Barcelona y llevarlos hacia la indiferencia. Desgraciadamente
lo han conseguido.
Por otra parte, la gloriosa epopeya de Madrid
data de noviembre de 1936 y de los primeros meses de 1937 y no de enero
de 1939. En el mes de noviembre de 1936, el espíritu revolucionario
dominaba todavía en toda la España antifascista. En aquella
época los comités obreros, dirigidos por José
Díaz y Comorera, tenían más que decir que el Gobierno
republicano y "legítimo". La radio de Madrid cantaba
"la Internacional" y "Los Hijos del Pueblo", y no, como en 1939, cantos
patrióticos. Ondeaban al viento las banderas rojas, y negras y rojas.
Después fueron reemplazadas por la tricolor. (No se trata evidentemente
de la bandera, sino de lo que reflejaba.)
Los obreros de Barcelona no estaban impacientes
por dar su vida por la bandera tricolor y el gobierno de Negrín
que aborrecían. Por otra parte no sabemos cómo resistirá
Madrid en 1939. ¿Sabrá repetir la epopeya de noviembre de
1936? Lo dudo.
-Sin embargo, los obreros de base, los obreros
revolucionarios de Barcelona, no podían no darse cuenta de la inminencia
del peligro. Sabían lo que les esperaba en caso de victoria de Franco:
la ruina de todas sus esperanzas. ¡Se ha insistido tantas veces sobre
el carácter espontáneo de las luchas del proletariado español,
sobre todo el catalán, en su mayoría anarquista! ¿Por
qué los obreros de Barcelona no han actuado contra la voluntad de
los jefes?
-Mirad, "la espontaneidad" de los obreros catalanes
tiene límites, pese a su temperamento impulsivo. Se ha hecho todo
lo posible por romper su ímpetu y su combatividad. Se les predicaba
la calma, la paciencia y la confianza en los jefes del Frente Popular y
del gobierno y, sobre todo, se les llenaba de ilusiones en lo que concierne
a las intenciones de la burguesía inglesa y en especial francesa.
Se decía siempre a los obreros que "en el último momento,
Inglaterra y sobre todo Francia intervendrían y no permitirían
que los fascistas alemanes e italianos se instalaran en los Pirineos, ya
que luchamos por la seguridad de los imperios democráticos"
El último grito de la prudencia de los
escribanos y oradores del Frente Popular era recordar, en los periódicos
y en los mítines, a
Chamberlain
y
Daladier sus deberes
imperialistas... que debían preservar a la clase obrera española
del fascismo. Estas ilusiones, o mejor, estas criminales mentiras, eran
propagadas sobre todo en las situaciones particularmente criticas. Entonces,
se engrosaban desmesuradamente las tensiones diplomáticas entre
los dos "ejes", se presentaba la situación internacional como si
la guerra entre democracias y fascismos estuviera a punto de estallar,
y como si la escuadra inglesa y el ejército francés fueran
a intervenir de un momento a otro. Lo más grave era que se obstinaban
con todas sus fuerzas en cerrar los ojos al proletariado, y lo lograron.
Algunos ejemplos para ilustrar la miopía
de los "realistas" jefes del Frente Popular. Hace algunas semanas se decía
en Barcelona que habían llegado centenares de aviones y de carros
de combate franceses. Se decía esto sólo para elevar la moral.
Otro ejemplo. Apenas hace algunos días, antes de la caída
de Barcelona, un camarada extranjero, anarquista de izquierda, bien situado,
me afirmó, pidiéndome guardar secreto (era el medio empleado
normalmente para propagar las noticias), que varias divisiones francesas
habían pasado los Pirineos y venían en nuestra ayuda. Había
oído esto a un miembro del Comité regional, o incluso Nacional,
que las había visto pasar (a las divisiones francesas) por la frontera.
En la Edad Media los ascetas y los santos en
éxtasis veían a la Santa Virgen y a veces incluso oían
su voz. Para ello, es verdad, se mortificaban. Los jefes del Frente Popular,
sin mortificación ni éxtasis, llegaban a ver las divisiones
francesas acudiendo en su ayuda.
Desgraciadamente, estas leyendas criminales encontraban
eco y desarmaban al proletariado. Lenin decía que las verdades,
incluso duras, deben decirse al proletariado para educarle; pero ¿no
sería también él un trotskista?
-Pero sé más concreto. El partido
comunista, a pesar de su política, debía saber qué
peligro le amenazaba. Se trataba también de su piel. ¿Qué
ha hecho por la defensa de Barcelona?
-Repetía, evidentemente: ¡No pasarán!
pero hacía todo con una obstinación y una elocuencia dignas
de mejor causa, era: "Todos alrededor del Gobierno de la Victoria de Negrín".
Del gobierno... que hacía, o mejor hacía hacer, las maletas.
Así pues, toda iniciativa independiente, todo intento, por tímido
que fuera, de constituir organismos independientes del proletariado, los
únicos que podían devolverle la confianza, era calificado
de trotskismo y de fascismo.
"Frente Rojo", órgano del partido comunista,
publicó el martes, es cierto, un llamamiento titulado: "¡Todo
el mundo a las barricadas! ¡Como el 19 de Julio!" Pero las barricadas
se han quedado en las columnas del periódico. Estos héroes
del
PSUC
sólo fueron capaces de subir a las barricadas una vez. Fue en el
mes de mayo de 1937, contra los obreros de Barcelona, para echarles de
la Central Telefónica, propiedad sagrada del capitalismo americano,
y para ayudar a la policía burguesa a ametrallar a los obreros.
Es verdad que si lo lograron fue porque la CNT
o, para ser más precisos, la dirección de la CNT, les dejó
hacer.