OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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CARTAS DE ITALIA |
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EL PARTIDO SOCIALISTA ITALIANO Y LA TERCERA INTERNACIONAL1
Vuelve a la actualidad periodística la cuestión del Partido Socialista Italiano y la Tercera Internacional. Una cuestión que se había considerado concluida en el Congreso de Livorno. Porque en él, como se recordará, la mayoría del Partido Socialista se pronunció contra el más sustancial de los veintiún puntos de Moscú. Y la fracción minoritaria rompió entonces con las diversas fracciones mayoritarias y fundó el Partido Comunista, sección italiana de la Tercera Internacional. Pero ahora ocurre que la Tercera Internacional, en su tercer congreso, recientemente celebrado en Moscú, después de deliberar largamente sobre la posición de los socialistas italianos, ha resuelto no cerrarles para siempre sus puertas sino invitarlos por última vez a la obediencia y a la disciplina. La delegación socialista italiana llevó a Moscú el encargo de explicar el voto de Livorno, justificándolo como una necesidad ambiental de la lucha en Italia. Y ha traído de Moscú un ultimátum. En este ultimátum la Tercera Internacional dice a los socialistas italianos que pueden aún ser admitidos en su seno a condición de apartarse inmediatamente de los elementos derechistas que encabeza Turati y de fusionarse con el joven Partido Comunista. Esta invitación va a ser discutida por los socialistas en el próximo congreso nacional de Milán. Para ese congreso se delinean otra vez tres tendencias. Una que acaudillan los delegados enviados al Congreso de Moscú —Lazarí, Maffi y Riboldi— y que es favorable a la ejecución del ultimátum, esto es, la expulsión del grupo reformista que sigue a Turati, Treves y Modigliani. Otra que mantiene el punto de vista de Livorno, o sea la conservación de la unidad del partido, declarándose concorde, en lo demás, con los veintiún puntos de la Tercera Internacional a cuyas puertas insiste tocar. Y otra que representa la derecha turatiana, y que, en consecuencia, coincide con la tendencia unitaria en la defensa de la unidad del partido, pero no en la apreciación de los veintiún puntos del programa maximalista. Aparecen, pues, como en Livorno, tres facciones. La derecha, el centro y la izquierda. Y, como en Livorno, la izquierda quiere la expulsión de la derecha mientras el centro tiende a la continuación de uno y otro grupo dentro del partido. Pero esta vez el congreso no se limitará a discutir si el partido debe o no obedecer a la Tercera Internacional. Tornará a discutir su orientación y su táctica. Se pronunciará sobre la política que la situación aconseja seguir. En una palabra, pondrá en claro si el partido cabe o no dentro de la Tercera Internacional. Este debate resulta un poco extraño para quienes creían que los socialistas italianos tenían fijada definitivamente su orientación. Y constituye realmente la prueba de que una gran parte de ellos no comparte absolutamente los principios de la Tercera Internacional y, por consiguiente, no debe ser admitida en sus filas. La cuestión del colaboracionismo y la intransigencia, había quedado, en efecto, totalmente resuelta hace nueve años en el Congreso de Reggio Emilia, en el cual se afirmó la índole revolucionaria e intransigente del socialismo italiano y se expelió de él a los elementos colaboracionistas. Y esta orientación programática había sido categóricamente ratificada hace dos años por el Congreso de Bologna que acordó la adhesión a la Tercera Internacional. De colaboracionismo no debía hablarse, por tanto, en el socialismo italiano. Turati y su grupo, al poner nuevamente en debate la cuestión se fundan en que la situación no es hoy la de hace nueve años y ni siquiera la de hace dos. Hace nueve años el partido socialista italiano distaba mucho de alcanzar su máximo grado de organización y desarrollo. Estaba en un período de evangelización y propaganda. La colaboración en el gobierno, entonces, habría sido una colaboración a pura pérdida, dado que el partido, careciendo de fuerza para imponer sus puntos de vista, no habría podido realizar ninguna de las cosas sustantivas de su programa. Y hace dos años el partido, sugestionado por la revolución rusa, atravesaba un instante de entusiasmo y de ilusión maximalistas. Ahora, en tanto, mientras por una parte, el partido dueño de más de dos mil municipalidades, de centenares de cooperativas y de una numerosa representación parlamentaria, se halla en el período de las realizaciones, por otra parte ha perdido la esperanza de la revolución inmediata. Además, Turati y su fracción observan que dos son las concepciones socialistas de la actualidad, basadas naturalmente en una diversa apreciación del instante histórico. La primera es la concepción maximalista de que frente a la crisis burguesa, la acción socialista debe ser exclusivamente insurreccional y revolucionaria. Y la segunda es la concepción evolucionista de que la acción socialista debe ser constructiva y no debe despreocuparse de los problemas de la crisis sino, más bien, trabajar porque aboquen a soluciones socialistas o semisocialistas. En suma, que el socialismo debe preparar dentro de la sociedad actual las bases de la sociedad futura. La primera concepción —dicen los turatianos— ha sido desechada en el Congreso de Livorno. Luego la concepción del Partido Socialista tiene que ser por fuerza la segunda. La fracción unitaria o sea la fracción centrista, dice ser adversa a todo colaboracionismo y fiel al criterio intransigente de la Tercera Internacional. Pero no encuentra inconveniente en convivir en la misma agrupación con la fracción colaboracionista. Y esto es lo que la Tercera Internacional y el Partido Comunista le reprochan. Y lo que una fracción del partido ha terminado por declarar ilógico e insostenible. Se prevé que en el Congreso de Milán, como en el Congreso de Livorno, prevalecerá la fracción unitaria. Las mociones que en ese Congreso se aprueben no aceptarán la tesis colaboracionista de Turati y de sus partidarios, pero tampoco aceptarán la tesis de la Tercera Internacional de que Turati y sus partidarios deben ser expelidos. Probablemente, una parte de los elementos agrupados en la fracción favorable a la tesis de la Tercera Internacional no querrá continuar en las filas del partido. Pero la escisión será pequeña. En general, las opiniones disidentes se someterán a la opinión de la mayoría. Y el partido socialista italiano se colocará definitivamente fuera de la Tercera Internacional. Turati y sus compañeros se encargarán, más tarde, de conducirlo gradualmente al colaboracionismo y al minimalismo. A pesar del maximalismo y del revolucionarismo verbales de los jefes de la actual mayoría.
NOTA: 1 Fechado en Roma, agosto de 1921; publicado en El Tiempo, Lima, 3 de noviembre de 1921.
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