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Fonte: Arquivo Vania Bambirra - https://www.ufrgs.br/vaniabambirra/ - Datilog. (Participação na mesa-redonda Proyección Continental de la Revolución Cubana. 1 de dezembro de 1975, Facultad de Ciencias Políticas da UNAM)
HTML: Fernando Araújo.
No es posible realizar aquí un análisis exaustivo de todas las proyecciones de la Revolución Cubana en América Latina. Por eso me detendré en aquellas que considero son sus mayores proyecciones y que son de carácter socio-político. El impacto de la Revolución Cubana ha tenido y tiene profundas implicaciones respecto a la lucha revolucionaria en el continente y, por tanto, ha provocado también una amplia repercusión en las ciencias sociales, particularmente en la ciencia política. Esa repercusión ha incidido tanto en la ciencia social comprometida con la lucha revolucionaria – que a nuestro juício es la ciencia propiamente tal – como en la llamada “ciencia” social comprometida con los intereses burgueses de mantención del capitalismo dependiente. Sobre ambas el impacto de la Revolución Cubana tuvo enormes proyecciones.
Voy a tratar de apuntar brevemente lo que a mí juício fueron las mayores proyecciones socio-políticas de la Revolución Cubana en América Latina para en seguida destacar sus implicaciones en estas dos grandes corrientes de las ciencias sociales.
Se hace necesario previamente una muy rápida ubicación histórica del contexto latinoamericano en el cual se situa el triunfo de la Revolución Cubana.
1959: fin de una década particularmente tumultuada y crucial en todo el continente. No sólo por los grandes acontecimientos que hicieron entonces historia como el suicídio de Vargas en Brasil; la deposición de Perón en Argentina; la Revolución Boliviana; la Revolución Guatemalteca y su frustracción por la intervención abierta del imperialismo y muchos otros hechos, sino por lo que ellos representaban: la crisis del nacionalismo populista.
Esta década marcó el fin de una vieja etapa y el comienzo de una nueva. Sí, en los años cincuenta ocurrieron hechos trascendentales para el destino de nuestros pueblos. Porque esta década marca el comienzo de la penetración masiva del capital extranjero en la industria manufacturera, a través de inversiones directas; marca pues el comienzo del proceso sistemático de desnacionalización de la propiedad privada de los medios de producción y marca, por tanto, el comienzo del fin de los proyectos de desarrollo nacional autónomo capitalistas. Las burguesías y pequeñoburguesías que habían sostenido estas banderas, por medio de luchas orientadas por la ideología nacionalista-populista, se percatan que esta orientación es una vana ilusión. Y que el capitalismo dependiente no podía reaccionar en cuanto tal al dominio imperialista… La clase obrera y los sectores populares en general también empiezan a darse cuenta de esta gran verdad.
La Revolución Cubana ocurre en este contexto histórico de superación del nacionalismo-populista y es sin duda su mejor expresión.
Ahora bien: como parte de las luchas latinoamericanas, la Revolución Cubana ostenta en su comienzo, en su etapa de lucha nacional y democrática, características que son similares a las luchas de clases que entonces se libran en todo el continente. Pero la Revolución Cubana fué la única experiencia latinoamericana que logró cumplir rápida y profundamente estas metas y, exactamente por eso pudo demonstrar – y esa es sin duda la mayor proyección de Cuba Revolucionaria – que el nacionalismo y la democracia, con un contenido autenticamente popular, solo se logra superando el capitalismo dependiente y avanzando al socialismo.
La Revolución Cubana contribuyó pues, decisivamente, para radicalizar la lucha antimperialista en América Latina, poniendo al desnudo las limitaciones y falacias del antimperialismo burgués y, de la misma manera, contribuyó para desmascarar el reformismo burgués y pequeñoburgués.
Otra gran proyección de la Revolución Cubana fué demonstrar prácticamente que la lucha revolucionaria y antimperialista y por el socialismo puede ser realizada con éxito en un país latinoamericano pequeño y poco desarrollado y que, pese a la increíble superioridad de recursos bélicos y económicos del imperialismo, este puede ser vencido.
Hay otra proyección de la Revolución Cubana en el continente que fué durante mucho tiempo poco comprendida, en los años sesenta sobretodo, por las nuevas organizaciones de la izquierda. Trátase del papel de la clase obrera en el proceso revolucionario. Pese a que durante la década pasada se ha tratado de enfatizar el rol del campesinato como la fuerza motriz por excelencia, la verdad es que Cuba confirmó una vez más la ortodoxia marxista, pues el proletariado cubano, en alianza con el campesinado pobre, compusieron las fuerzas motrices fundamentales de la revolución.
Otra de las grandes proyecciones de la Revolución Cubana es sin duda toda esta riquísima experiencia de construcción del socialismo en nuestro continente, es decir, un país latinoamericano que comienza a edificar una sociedad nueva partiendo de condiciones económicas de bastante atraso, comunes a varios de los demás países de América Latina. Cuba demuestra como es posible, en base a un intenso esfuerzo del pueblo y contando con la ayuda fraternal del campo socialista, empezar la construcción del socialismo en una sociedad cuya base económica fundamental era el sector primario exportador.
Pero Cuba además proyecta ahora hacia América Latina su maravillosa experiencia de construcción de un Poder Popular, cuya inspiración más remota es la Comuna de París y la más próxima los Soviets. De esta manera el pueblo cubano se aproxima a pasos muy largos de su autogobierno, por medio de la más amplia participación de las masas en la gestión estatal, vale decir, por su interferencia directa en muchas de las tareas de gobierno; por la puesta en práctica de un sistema de sufragio casi universal; por el derecho a la revocabilidad de cualquiera de sus representantes; por el funcionamento amplio de los tribunales populares; enfin, por la descentralización de actividades de carácter crucial, económicas y antimperialistas. Así, basada en las mejores experiencias y tradiciones revolucionarias, Cuba recrea en el continente, de acuerdo a sus condiciones específicas, la dictadura del proletariado.
Estas son, en grandes líneas las mayores proyecciones de la Revolución Cubana hacia América Latina.
Por supuesto, existen aún inumerables proyecciones que se situan más bien en el terreno de la táctica política revolucionaria y que no tenemos tiempo de discutir aquí. Vale mencionar, sin embargo, que fué bajo la influencia que se creó en casi todos los países de América Latina una “nueva izquierda”, que trató de asimilar sus enseñanzas y de aplicarlas a la lucha.
Lamentablemente, ní siempre las enseñanzas mas trascendentales de la Revolución Cubana fueron bien comprendidas y los fracasos se sucedieron por todas partes… Y no fueron bien comprendidas ni asimiladas pues no se supo captar lo mas profundo de la experiencia cubana: su capacidad de saber combinar varias formas de lucha – y no como se creyó equivocadamente, por un largo período, que la Revolución Cubana valorizaba nada más que una forma de lucha, la guerillera – ; su imensa flexibilidad táctica que se expresaba, por ejemplo, en la concertación de alianzas, pero en base al principio marxista de “marchar separados y golpear juntos” de los sectores vacilantes que, en definitiva, se suman al proceso revolucionario en una sola parte de su camino. Esta capacidad, por tanto, de resguardar la independencia de las clases avanzadas. Finalmente, no se supo captar esa enseñanza esencial, que consiste en saber utilizar la ofensiva como forma básica de defensa y de saber utilizar el auge revolucionario de la lucha de las masas para producir el viraje de la historia.
Sin duda, la gran proyección de la Revolución Cubana es esta confianza incomesurable en la capacidad de lucha del pueblo y esta aptitud de saber vincularse estrechamente con el movimiento de masas.
No, al contrario de lo que se suponía en los años sesenta, la Revolución Cubana no fué obra de un pequeño grupo aislado de las masas y que de repente, por su heroísmo al principio solitario, logró provocar, en olas sucesivas, una insurgencia generalizada, sino de una organización revolucionaria con profundo arraigo popular.
Sin embargo, es importante no perder de vista que las derrotas momentáneas hacen parte y son inevitables en toda lucha. Como decía Lenin, “las grandes guerras de la historia, las grandes tareas de las revoluciones se cumplieron unicamente por que las clases avanzadas repitieron sus embestidas, no una ni dos, sino varias veces, y lograron la victoria aleccionadas por la experiencias de las derrotas. Los ejércitos derrotados aprenden con sus derrotas y es a costa de estas que apenden a triunfar”.
Pese a que la izquierda latinoamericana fracasó inmediatamente, generó, estimulada por la Revolución Cubana, todo un nuevo clima político en América Latina; contribuyó decisivamente para poner en el orden del día toda una serie de lecciones sociales comprometidos con el proceso revolucionario. Esperemos y confiemos que sea así.
Esta es indiscutiblemente una tarea que los economistas, los sociólogos y sobretodo los cientistas políticos comprometidos con el proceso revolucionario deben enfrentar tanto individual como sobretodo colectivamente.
Las enseñanzas de las luchas revolucionarias del pueblo latinoamericano y, en especial de la Revolución Cubana, no deben ser consideradas meramente como luchas del pasado y que solo contienen por tanto un valor histórico académico. Estas deben ser comprendidas como un punto de referencia básico para las luchas del porvenir. Debemos analisar los procesos revolucionarios victoriosos para aprender con ellos y debemos también analisar los fracasados para no volvermos a cometer los mismos errores…
Y aquí volvemos a nuestro punto de partida y queremos, para finalizar, retomar la referencia que hicimos sobre las proyecciones de las consecuencias de la Revolución Cubana sobre las ciencias sociales en el continente. Voy a sintetizar estas consecuencias en dos grandes direcciones. Por un lado, el impacto de la Revolución Cubana contribuyó definitivamente a desenmascarar toda una concepción desarrollista y pró-capitalista, que suponía utópicamente que los países latinoamericanos podían seguir el mismo curso de desarrollo que se efectuó en los países imperialistas; desenmascaró pues esta pretendida ciencia social burguesa. Por otro, al demonstrar que el socialismo es el único camino para la superación del atraso, la miseria, enfin de la dependencia que los involucra, la Revolución Cubana contribuyó, directa e indirectamente, al desarrollo de un profundo cuestionamento y esfuerzo crítico de los postulados pretendidamente científicos de la burguesía y de sus intelectuales, en suma, al desarrollo de la ciencia marxista en el continente.
Naturalmente, todo el esfuerzo de repensar nuestra realidad en base a la ciencia proletaria está aún en sus comienzos y, pese a los relevantes aportes que han sido dados hasta ahora y que buscan sistematizar la teoría marxista de la dependencia y de la revolución socialista en América Latina, falta por supuesto mucho que aprender y mucho que investigar.