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Escrito: En 1952.
Primera publicación: En el diario Democracia, de Argentina, el martes 30 de septiembre de 1952 en
la página 1. El artículo fue firmado por "Víctor Almagro", quien,
según la redacción de Cuaderno de la Izquierda Nacional, era en realidad Jorge Abelardo
Ramos
Transcripción digital: www.redaccionpopular.com.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, agosto 2018.
EXCLUSIVO
PARIS.- Gustavo Krupp integró la lista de los magnates de la industria pesada que contribuyeron a la carrera política de Hitler.
Su visión fue recompensada por el dictador triunfante. En 1940 las fábricas Krupp eran reconocidas como empresas modelo del régimen nacional-socialista. Pero cuando el imperio de 1.000 años prometido por Hitler, al mundo se deshizo como un castillo de arena, la familia Krupp fué "desnazificada". Esta purificación ética-política corrió a cargo de los arcángeles aliados. Por curiosa coincidencia, el fin de la guerra se combinó con el principio de esta paz glacial que hoy gozamos y Alfred Krupp no había terminado de comparecer ante sus jueces cuando ya recibía fabulosas indemnizaciones por la "descentralización" de sus fábricas. El monto de estas indemnizaciones ha irritado a la prensa inglesa, campeona de la mesura cuando no están en juego sus intereses.
En efecto, Alfred Krupp recibirá: 100 millones de dólares provenientes de la venta de sus establecimientos siderúrgico; 3 millones de dólares de renta anual provenientes de cuatro minas de carbón y compensaciones aún no determinadas por la pérdida de minas de hierro cuyo giro comercial en 1951 era de 10 millones de dólares. Además, Alfred Krupp conservará: una fábrica de acero en Rheinhausen; fábricas de locomotoras y de camiones en Essen, de un valor de 45 millones de dólares; astilleros navales en Bremen y Kiel; propiedades inmobiliarias en Essen (un 20% de la ciudad). La prensa británica, que adora la austeridad de los demás, se indigna por el valor de las indemnizaciones.
Su exasperación se funda en el hecho de que Krupp fue nazi, aunque olvida que la mayor parte de los políticos ingleses contemplaron con ternura el desarrollo político de Hitler que nacía para aplastar al monstruo soviético, y que Churchill era un admirador de Mussolini. Pero en el fondo aquí no se debate un capítulo de la historia de las ideas. El tema es otro. Se trata, pura y simplemente, de que la familia Krupp obtiene la devolución de sus bienes por obra y gracia de los Estados Unidos, que aspiran a alcanzar en Alemania Occidental la misma influencia política que en otros tiempos gozó Gran Bretaña en los Balcanes. La famosa "descentralización" industrial alemana ya era una farsa cuando se proyectó. Es inútil intentar volver para atrás la rueda de la historia. Mientras Alemania Occidental conserve su actual régimen económico, el rasgo esencial de su industria será la concentración; no será difícil que la familia Krupp sea el núcleo alrededor del cual se reconstruya la vieja oligarquía alemana; Estados Unidos aspira ser el supremo protector de este renacimiento pre-bélico. Como un eco sofocado de su decadencia imperial la prensa de Gran Bretaña eleva sus lamentos al cielo.
Pues mientras la concentración de los Krupp no se consagre, íntegramente a la guerra, la producción alemana seguirá constituyendo uno de los peligros mayores para las exportaciones británicas. El "Manchester Guardian" escribe: "Puede asegurarse que en una Alemania rearmada, la poderosa familia Krupp, con su imperio financiero intacto y la mitad de sus propiedades industriales, se convertirá en el punto de convergencia de todos los elementos sin escrúpulos de la política alemana". Por su parte, el órgano de los sindicatos alemanes "Welt der Arbeit" protesta contra el plan de desmembramiento del "trust" Krupp, el cual ha sido "un patrón modelo". Como se ve, es un diálogo edificante