OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

SIGNOS Y OBRAS

 

 

PAUL MORAND1

 

 

El rasgo más notorio de la literatura de Paul Morand es su cosmopolitismo. Hija del siglo de la geografía y de la "Compañía de los Grandes Expresos Europeos", esta literatura tiene la composición pluricolor y un poco licenciosa de un helado napolitano. Paul Morand no es internacionalista, pero sí internacional. Es un producto de diversos climas, diversas latitudes, diversas lenguas. El proceso de su cosmopolitismo empieza en sus antepasados. Morand procede de una familia de franceses de Rusia. En un reportaje de Frederic Lefevre, hablándonos de su estirpe y de su formación, Morand nos dice que la familia de su padre era una familia de franceses de Rusia desde 1846. Su abuelo dirigió la Fundición Imperial de Bronces de Petrogrado. En esta ciudad nació su padre. En París, la infancia de Paul Morand se desenvolvió dentro de un entourage2 de ingleses y un ambiente de anglofilia. Por consejo de Lord Alfred Douglas, Morand fue enviado a estudiar a Oxford. Más tarde, la carrera diplomática confirmó su sino.

Pero este cosmopolitismo no borra en Paul Mo­rand al francés. El acento de sus libros es un acento inconfundible de parisién. Morand piensa que la vida en el extranjero pone al hombre en un plano superior que lo revela más completamente a sí mismo. «Todos los que han marcado una época —observa refiriéndose a las letras francesas— son nobles desertores: Chateaubriand para el principio del siglo diecinueve; Stendhal para 1880; Claudel para 1900; en nuestros días Gobineau, Lautreamont, Rimbaud».

El cosmopolitismo de su literatura nace del in­ternacionalismo de su vida. Paul Morand no es una "rana viajera" del género de Julio Camba. De la rana, tiene el espíritu noctívago y lunar. Pero, para ser una rana perfecta le sobra dandismo. Morand es demasiado elegante y diplomático. En su literatura, se descubre siempre, más o menos disimulado, al adjunto de embajada. Tampoco se le puede llamar vagabundo. El vagabundo viaja al azar y con fatiga. Su vida es una sucesión de partidas y de andanzas. El hombre cosmopolita como Paul Morand, en cambio, no da casi ninguna impresión de movimiento. Se desplaza con tanta velocidad que no parece que se moviera de su sitio. (La obra de Paul Morand, entre otras cosas, es algo así como una prueba de la relatividad del espacio). Además, el hombre cosmopolita no es en ninguna parte un extran­jero. Tiene todas las nacionalidades.

Paul Morand ha escrito los siguientes libros:

Lampes a arc (Au Sans Pareil, 1919)

Feuiller de Temperature (Au Sans Pareil, 1920)

Tendres Stocks (N.R.F., 1921)

Ouvert la Nuit (N.R.F., 1922)

Formé la nuit (N.R.F., 1923)

Lewis et Irene (Bernard Grasset, 1924)

L'Europe galante (Bernard Grasset, 1925).           

Los primeros poemas de Paul Morand descubrieron a un poeta de espíritu y técnica ultramodernos. En la poesía de Lampes a arc estaban ya embozados el dandismo y el cosmopolitismo que debían constituir después los elementos fundamentales de la literatura de Morand. Pero en esa poesía había, al mismo tiempo que un exquisito imaginismo, un lirismo muy puro. No sólo valían los versos por esas metáforas visuales y esas imágenes fotogénicas de que tan buen gustador es Guillermo de Torre.

En uno de los poemas de Lampes a arc, después de ofrecernos un cuadro cabal y vivo del hotel de lujo, a la hora del dinner,3 Paul Morand tiene esta honda nota lírica:

«Mais voici qu'inmobiles aux fenêtres maintenant obscures

laissant choir leur fatique et leur dégout

parmi le Unge fripé et les ecrins vides,

les domestiques

comme un betail noir,

viennet poser leur joues

contre l'acier de la nuitx».4

Pero la poesía pura no bastaba a este coleccionista de noches, de paisajes y de ciudades. Paul Morand no se conformaba con dar su miel a unos pocos elegidos. Quería ofrecerse al público, no en una preciosa edición de Au Sans Pareil sino en centenares de ediciones de la Nouvelle Revue Francaise o de Bernard Grasset. El diablo lo ayudó en esta empresa. En las novelas de Ouvert la Nuit, Paul Morand descubrió el secreto de aderezar con sus imágenes un manjar del gusto del público. Ouvert la Nuit colocó a Paul Morand entre los primeros escritores de su generación. (Es incontestable que Paul Morand reúne para ocupar un puesto entre los mejores, grandes dotes de estilo, de imaginación, de sensibilidad, etc.). La primera serie de "noches" pasó en poco tiempo de la edición centésima; y la segunda serie —Fermé la Nuit— no se hizo esperar mucho tiempo ni alcanzó menos fortuna.

Vino después de estos libros de cuentos, una novela: Lewis el Irene. Esta vez, Paul Morand, no dio en el blanco. El público encontró el plato un poco insípido. La historia del matrimonio de Lewis e Irene, diluida en varios episodios cinematográficos, del mismo porte de las "noches" carecía de tensión. El estilo y la técnica Morand se prestan más a la novela corta.

Y, tal vez por esto, en su último libro, L'Europe galante, Paul Morand vuelve al cuento. En L'Europe galante, nos pasea, como en sus noches, por un mundo fatigado, hiperestésico, mórbido. Pero los aciertos de psicología y de estilo han desminuido. Los defectos de Ouvert la Nuit y de Fermé la Nuit, en cambio, se han acentuado. Morand sufre la embriaguez del éxito editorial. El primer cuento del volumen, La glace a trois faces,5 es un cuento de tema pirandelliano. Tres mujeres, amantes de un mismo hombre, nos dan tres versiones absolutamente diversas de él. El personaje es uno solo; el espejo de tres lunas refleja tres personalidades distintas. Como en Pirandello: negación del carácter, negación de la personalidad. Pero mientras Pirandello es todo fuerza, Morand es todo languidez. En Les Plaisirs Rhenans,6 Morand nos sirve algunos finos atis­bos de psicología femenina. Los tres personajes de la aventura están muy bien diseñados. Mas no es esto todo lo que se quiere y se exige de un literato famoso.

Esta literatura es, inequívocamente, una literatura de decadencia. Paul Morand se complace en presentarnos, uno tras otro, sus casos de neurosis; la fauna de sus novelas es una fauna elegante y mundanamente, teratológica. Como los artistas del circo, los personajes de Morand han menester de la luz de las lámparas de arco. Su escenario es la noche. Paul Morand los hace vivir en la temperatura tibia de sus noches, como se hace vivir a los cultivos de gérmenes en la estufa de los laboratorios.

El propio Paul Morand siente que su obra, su arte y su alma, corresponden a una decadencia, a un crepúsculo. En uno de los cuentos de L'Eu­tope galante nos habla de «la familia capitalis­ta, a la cual no está ya orgulloso, pero, a pesar de todo, sí bastante feliz de pertenecer».

 

 


NOTAS:

 

1 Publicado en Variedades: Lima. 9 de Enero de 1926.

2 Circulo, séquito.

3 Cena.

4 Pero, he aquí que inmóviles a las ventanas ahora obs­curas / dejan caer su fatiga y su disgusto / entre la ropa ajada y los estuches vacios / les domésticos / como ganado negro / vienen a posar sus mejillas / contra el acero de la noche. (Tm MI.).

5 El espejo de tres lunas.

6 "Los placeres renales".