OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL II |
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EL PROBLEMA DE YUGOESLAVIA LOS CROATAS CONTRA BELGRADO*
La historia de Belgrado, la capital del reino servio ayer, del reino servio-croata-esloveno desde la victoria aliada, parece marcada por un signo trágico. Los capítulos de su política se cierran con uno o varios asesinatos, como los más truculentos dramas de otro tiempo. El reinado de Pedro Karageorgevich arrancó de la más balkánica de las tragedias reales. (El asesinato de Sarajevo, que prendió fuego a Europa en 1914 es un episodio de la historia de Belgrado). Hoy, el asesinato de los jefes de la oposición croata, en plena sesión del parlamento de Belgrado, el 20 de junio último, es la señal de una lucha a muerte que no concluirá probablemente sino con el derrocamiento de una dinastía. Según afirma Vladimiro Raditch, hijo del célebre Esteban Raditch, muerto en agosto último a consecuencia de las heridas que recibiera en esa sesión sangrienta, ese asesinato "ha enterrado definitivamente, y para siempre, la estructura actual del Estado. Este régimen no existe más para el pueblo croata". Se recuerda la insólita tragedia. Dos diputados de la oposición croata Pavlé Raditch y Gjoure Bassaritchev fueron muertos ese día en el Parlamento. Las balas de los diputados ministeriales hirieron mortalmente al viejo Raditch, jefe del partido campesino croata, a quien en la lucha contra el centralismo servio seguían masas fanáticas. Los diputados croatas y servios que pertenecen a la coalición agrario-demócrata se retiraron del parlamento nacional. Y, reunidos en Zagreb, en la dieta crota, declararon el desconocimiento de esta asamblea y de todo el régimen constitucional. Desde ese instante, las fuerzas políticas que componen la coalición, se encuentran en abierta rebelión contra el Estado y la carta constitucional en que éste reposa. Con esta declaración, la oposición croata no hace más que volver a su primitiva actitud. La constitución del reino servio-croata-esloveno careció desde su origen del consenso croata. Croatas y eslovenos que, dentro de Austro-Hungría, habían conservado ciertos derechos administrativos y se habían elevado a un nivel de educación política superior al de los servios, fieles aún al estilo balkánico, propugnaban un régimen federativo que asegurase a cada una de las partes del nuevo Estado una relativa autonomía administrativa. Pero la clase gobernante servia, que se sentía absolutamente apoyada por las potencias vencedoras, no estaba dispuesta a renunciar a su predominio. Y aprovechó de esta ventaja para imponer al país una constitución de su gusto. Los grupos croatas y eslovenos hicieron desde entonces, de la revisión de esta Carta la más esencial de sus reivindicaciones. Y el partido campesino acaudillado por Raditch se des tacó en esta agitación por el numeroso proselitismo con que contaba en las masas su programa agrario. Hubo un tiempo en que, puesto casi fuera de la ley, este partido daba la impresión de entrar en una vía insurreccional. Esteban Raditch adhirió a trabajos revolucionarios, con sede en Moscú, para crear una internacional campesina. La cooperación del partido agrario y del partido comunista parecía probable. Los comunistas habían obtenido, a poco de la organización de sus filas, doscientos mil votos sobre millón y medio de sufragios nacionales y 59 asientos en la cámara sobre un total de 419. No obstante la represión gubernamental, constituían una fuerza enorme. Los campesinos de Raditch tenían para actuar enérgica y eficazmente contra el régimen el doble estímulo de la cuestión agraria y de la cuestión, constitucional. Pero de pronto se produjo un cambio de conversión en Raditch y sus adeptos. El número de puestos ganado por este partido en las elecciones de representantes y la amenaza constante de una insurrección indujeron a Patchitch, el patriarca de la burguesía servia y jefe de la reacción, a atraer a Esteban Raditch a una política colaboracionista. Los políticos ingleses, según declara el propio Vladimiro Raditch, decidieron al líder croata a situarse en el terreno parlamentario y seguir una línea transaccional. Entre el compromiso, aconsejado por Londres y la revolución, propuesta por Moscú, Esteban Raditch prefirió el compromiso. Hay que hacer a su resolución el honor de suponerla ajena a toda sugestión mezquina. Pero una vez más se comprobó en la historia el peligro de que la suerte de un partido de masas esté en manos de un caudillo de autoridad absoluta y tipo taumatúrgico. Raditch se equivocó. Ha pagado su error con su vida; pero a su causa este error le ha costado todavía más. Después de un fugaz período de participación en el gobierno y de asistencia al parlamento, la oposición campesina vuelve a la lucha ilegal. El asesinato de tres de sus representantes y su máximo caudillo; ha abierto entre ella y el parlamento de Belgrado un abismo que el puente de ninguna transacción puede ya salvar. Vladimir Raditch anuncia la voluntad de las masas de luchar hasta el fin. Esta misma era su voluntad cuando hace cuatro años Esteban Raditch las condujo al compromiso y las obligó a la espera. Para defender al régimen no vigila ya en Belgrado el viejo Patchitch. La corte de Belgrado ha perdido con este veterano servidor, a su más experto político. Se habla, de vez en vez, como de una solución para el problema de Macedonia, de la reunión en un solo Estado de Bulgaria y Yugoeslavia como también se llama el reino servio-croata-esloveno. Pero esta idea no podría realizarse sino después de otra guerra y con otro Patchitch, más experto y redomado todavía, como gerente. Además, en el plano de las previsiones y proyectos para el porvenir, la ha desplazado ya una idea más grande: la de la Federación de los Estados Balkánicos. Federación igual a desbalkanización, ha insinuado ya alguien.
NOTA: * Publicado en Variedades, Lima, 15 de Diciembre de 1928.
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