De las
Obras Escogidas de Mao Tsetung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN
Primera edición 1977
Tomo V, págs. 487-90.
Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento
Popular Perú de Alemania, 1993.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.
8 de junio de 1957
En los organismos provinciales y municipales, así como en los centros de enseñanza superior, serán suficientes unos quince días para la gran competencia de ideas y la gran apertura de opiniones. Los elementos reaccionarios vienen lanzando una ofensiva desenfrenada. De los elementos vacilantes en las filas tanto del Partido como de la Liga de la Juventud, unos se han pasado al lado contrario, mientras los demás se sienten tentados de hacerlo. Los activistas y los elementos de centro, de entre la gran masa de militantes del Partido y de la Liga, se levantan en contra de tal ofensiva. Recurriendo al dazibao [cartel de grandes caracteres] como arma de combate, ambas partes van adquiriendo experiencia y templándose en la lucha. Los reaccionarios sólo constituyen un exiguo porcentaje, y los más desaforados de ellos no pasan del 1 por ciento, lo que demuestra que no tienen nada de temible. No hay por que atemorizarse ante las momentáneas tinieblas que parecen oscurecer el cielo y la tierra. Los reaccionarios saldrán de sus instituciones de trabajo o centros docentes a desarrollar sus actividades en fábricas y en otros centros docentes, frente a lo cual nosotros debemos tomar disposiciones para cerrarles el paso. Es preciso convocar reuniones de los cuadros principales y los obreros veteranos de las fábricas para hacerles saber que ciertos capitalistas e intelectuales malvados y elementos reaccionarios del ámbito social están emprendiendo una frenética ofensiva contra la clase obrera y el Partido Comunista, en un intento de derribar el
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Poder dirigido por la clase obrera; es preciso llamarles la atención para que en modo alguno se presten a su juego. Si alguien incita al desorden, hay que cerrarle el paso. En caso de que aparezcan carteles reaccionarios en las calles, es necesario movilizar a las masas para arrancarlos. Conviene que los obreros tengan una clara visión de los intereses generales y se abstengan de crear alborotos. En estos momentos no deben presentar demandas salariales y de bienestar, sino hacer frente, con una sola voluntad, a los reaccionarios.
Sigan ustedes de cerca los furibundos ataques de los elementos reaccionarios pertenecientes a los diversos partidos democráticos. Es necesario lograr que cada partido convoque, por su propia cuenta, foros con la asistencia de elementos de izquierda, de centro y de derecha, dejar que allí se manifiesten tanto las opiniones positivas como las negativas y enviar reporteros a cubrir la información. Debemos estimular inteligentemente a los elementos de izquierda y de centro a que hagan uso de la palabra para repeler a los derechistas. Esto surtirá grandes efectos. Cada órgano de propaganda del Partido debe tener preparadas unas decenas de artículos para publicarlos en forma sucesiva cuando empiece a decrecer la marca en su localidad. Hay que preocuparse de estimular a los elementos de centro y de izquierda a que escriban artículos. Pero mientras no descienda la marea, los órganos del Partido deben publicar el mínimo de artículos con puntos de vista positivos (pueden publicarse artículos escritos por elementos de centro). Hay que permitir que las masas refuten los dazibao de los derechistas. En los centros de enseñanza superior, debe convocarse foros de catedráticos, a fin de que éstos hagan sus observaciones críticas al Partido, procurando en lo posible que los catedráticos derechistas expulsen todo su veneno, que será dado a conocer en la prensa. Se puede permitir que ellos pronuncien discursos ante los estudiantes y que estos manifiesten libremente su posición. Lo mejor será que los catedráticos, profesores conferenciantes, profesores asistentes y estudiantes reaccionarios digan todo lo que quieran, expulsando libremente su ponzoña. Ellos son los mejores maestros. Cuando llegue el momento oportuno, será necesario celebrar, sin demora y por grupos, reuniones de los miembros del Partido y de la Liga a fin de que, distinguiendo las críticas constructivas de las destructivas, acepten las primeras para corregir los propios errores y defectos y refuten las últimas. Al mismo tiempo, será necesario estimular a personalidades de fuera del Partido a pronunciar discursos y emitir opiniones positivas.
Esta es una gran lucha política e ideológica. Sólo actuando así, podrá nuestro Partido mantener la iniciativa, templar su militancia, educar a las masas, aislar a los reaccionarios y ponerlos en aprietos. En los últimos siete años, en apariencia hemos poseído la iniciativa, pero, en la práctica, ella ha sido ficticia por lo menos en un 50 por ciento. La rendición de los reaccionarios fue simulada, y muchos de los elementos de centro tampoco se nos sometieron en su fuero interno. Ahora, la situación comienza a cambiar. Aunque aparentemente nos hallamos en la pasividad, vamos ganando en los hechos la iniciativa, pues llevamos a cabo la campaña de rectificación con toda seriedad. Afiebradas como tienen sus cabezas, los reaccionarios actúan con el mayor desenfreno, dando la impresión de que está en sus manos toda la iniciativa. Pero, como se han pasado de la raya, comienzan a perder simpatía s y a verse metidos en aprietos. Ya que en cada lugar las condiciones son distintas, conviene que ustedes sean elásticos al aplicar la táctica y tomar las disposiciones del caso.
En resumen, ésta es una gran batalla (el campo de batalla se encuentra tanto dentro como fuera del Partido). Si no la ganamos, será imposible construir el socialismo y, para remate, se presentará cierto peligro de que se produzcan acontecimientos como los de Hungría. Al desplegar por nuestra propia voluntad la campaña de rectificación, hemos inducido el estallido aquí de "acontecimientos de Hungría" que estaban en potencia, haciendo que se los pusiera en escena en las diferentes entidades oficiales y centros docentes para tratarlos por separado, o sea, dividiéndolos en muchas pequeñas "Hungrías"; además, hemos evitado así la desarticulación de los organismos del Partido y del gobierno en su conjunto, excepción hecha de una pequeña parte (no está mal que esta última se haya desarticulado, tal como se exprime el pus de un absceso). Todo ello es sumamente beneficioso. La batalla era inevitable. Tarde o temprano tenían que producirse desórdenes, por la existencia de reaccionarios en la sociedad, porque los elementos de centro aún no habían recibido
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una lección como la de ahora y porque el Partido tampoco había pasado por un proceso de temple como el de hoy.
En la actualidad, la situación nacional es
excelente y nos hemos hecho de una firme posición dirigente entre
los obreros y campesinos, entre las filas del Partido, el gobierno y el
ejército, así como entre la gran mayoría de los estudiantes.
La situación internacional también es excelente, y los Estados
Unidos se debaten en medio de dificultades.