De las
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN 1976
Primera edición 1968
(3a impresión 1976)
Tomo II, págs. 269-75.
Digitalizado y preparado para el internet: Por el Movimiento
Popular Perú de Alemania, 1993.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2001.
ENTREVISTA SOBRE LA NUEVA SITUACION
INTERNACIONAL CON UN CORRESPONSAL
DEL DIARIO NUEVA CHINA
1. de septiembre de 1939
Corresponsal : ¿Qué significación tiene el tratado de no agresión soviético-alemán[1]?
Mao : El tratado de no agresión soviético-alemán es resultado del crecimiento del poderío socialista de la Unión Soviética y de la perseverancia del Gobierno soviético en la política de paz. Este tratado ha frustrado las intrigas de la reaccionaria burguesía internacional representada por Chamberlain y Daladier para instigar a una guerra soviético-alemana, ha roto el cerco de la Unión Soviética por el bloque anticomunista germano-italo-nipón, ha afianzado la paz entre la Unión Soviética y Alemania y ha garantizado el desarrollo de la construcción socialista de la Unión Soviética. En el Oriente, constituye un golpe para el Japón y una ayuda para China, en la que ha fortalecido la posición de los partidarios de la resistencia y asestado un golpe a los capituladores. Todo esto sirve de base para ayudar a los pueblos del mundo entero en su lucha por la libertad y la emancipación. Esta es toda la significación política del tratado de no agresión soviético-alemán.
Corresponsal : Hay quienes no comprenden todavía que el tratado de no agresión soviético-alemán es producto de la ruptura de las negociaciones anglo-franco-soviéticas, y consideran esta ruptura, por el contrario, como consecuencia del tratado soviético-alemán. ¿Podría usted explicar por qué no tuvieron éxito las negociaciones anglo-franco-soviéticas?
Mao : Las negociaciones no tuvieron éxito debido exclusivamente a la falta de sinceridad de los Gobiernos inglés y francés. En los últimos años, la reaccionaria burguesía internacional, y ante todo la de Inglaterra y Francia, ha seguido invariablemente una política reac-
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cionaria, la llamada política de "no intervención", frente a las agresiones fascistas de Alemania, Italia y el Japón. El propósito de esta política es favorecer las guerras de agresión y sacar provecho de ellas. Por eso, Inglaterra y Francia rechazaron de plano las repetidas proposiciones soviéticas de organizar un verdadero frente contra la agresión; adoptaron una posición de "no intervención" y, manteniéndose al margen, favorecieron las agresiones de Alemania, Italia y el Japón. Su objetivo era hacer que las partes beligerantes se desgastaran mutuamente, y luego salir a escena e intervenir. Siguiendo esta política reaccionaria, han sacrificado al Japón la mitad de China, y a Alemania e Italia, toda Abisinia, España, Austria y Checoslovaquia[2]. Esta vez, trataron de sacrificar la Unión Soviética. Su intriga quedó al desnudo en las recientes negociaciones anglo-franco-soviéticas. Estas negociaciones duraron más de cuatro meses, del 15 de abril al 23 de agosto, y en su transcurso la parte soviética mostró la máxima paciencia. Inglaterra y Francia, por su parte, rechazaron desde el mismo comienzo hasta el fin el principio de igualdad y reciprocidad; exigieron que la Unión Soviética les garantizara su seguridad, pero se negaron a hacer otro tanto respecto a ella, y también respecto a los pequeños países del Báltico, a fin de dejar una brecha por la cual pudieran penetrar las tropas alemanas; además, no quisieron permitir que las tropas soviéticas pasaran por Polonia para combatir a los agresores. De ahí la ruptura de las negociaciones. Mientras tanto, Alemania expresó su disposición a cesar en sus actividades contra la Unión Soviética y a renunciar al "Pacto anticomintern"[3], y reconoció la inviolabilidad de las fronteras soviéticas; así fue como se concluyó el tratado de no agresión entre los dos países. La política de "no intervención" seguida por la reacción internacional y ante todo por la reacción anglo-francesa, es la de "contemplar la pelea de los tigres desde la cumbre", una política cabalmente imperialista de sacar beneficios a costa ajena. Iniciada cuando Chamberlain se hizo cargo del gobierno, llegó a su punto culminante con el acuerdo de Munich en septiembre del año pasado y cayó en bancarrota finalmente en las recientes negociaciones anglo-franco-soviéticas. De ahora en adelante, la situación se desarrollará hasta convertirse inevitablemente en un conflicto directo entre los dos grandes bloques imperialistas: el anglo-francés y el germano-italiano. En octubre de 1938, dije en la VI Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido Comunista de China: "El inevitable resultado de la política de Chamberlain será como dejar caer
Corresponsal : A su juicio, ¿cómo se desarrollará la presente situación?
Mao : La situación internacional ha tomado ya un nuevo giro. El carácter unilateral que desde algún tiempo reviste la Segunda Guerra imperialista, o sea, la situación en que, como resultado de la política de "no intervención", un grupo de países imperialistas ataca mientras el otro observa, desaparecerá necesariamente y la guerra se hará general en Europa. La Segunda Guerra imperialista ha entrado en una nueva etapa.
En Europa, entre los bloques imperialistas germano-italiano y anglo-francés, es inminente una guerra imperialista en gran escala para disputarse el dominio sobre los pueblos coloniales. En esa guerra, para engañar a los pueblos y ganarse a la opinión pública, cada una de las partes beligerantes declarará descaradamente que su propia causa es justa y la de su rival, injusta. Esto será, en realidad, un fraude, pues ambas partes persiguen objetivos imperialistas, se disputan el dominio de las colonias y semicolonias y de las esferas de influencia, y hacen una guerra de rapiña. En la actualidad, están contendiendo por Polonia, la península de los Balcanes y el litoral del Mediterráneo. De ningún modo es justa una guerra como ésta. Las únicas guerras justas son las de liberación, no de rapiña. Los comunistas no apoyarán ninguna guerra de rapiña. En cambio, saldrán con valentía a apoyar toda guerra justa, de liberación, no de rapiña, y se colocarán en la primera fila de la lucha. Ante las amenazas y el soborno de Chamberlain y Daladier, están dividiéndose los partidos socialdemócratas de la II Internacional. Un sector, la reaccionaria capa superior, siguiendo el mismo camino desastroso que en ocasión de la Primera Guerra Mundial, se dispone a apoyar la nueva guerra imperialista. Pero, otro sector pasará a formar parte, junto a los Partidos Comunistas, de un frente popular contra la guerra y el fascismo. En el presente, Chamberlain y Daladier, tras las huellas de Alemania e Italia, se vuelven cada vez más reaccionarios y aprovechan la movilización bélica para fascistizar el aparato estatal de sus países y militarizar su economía. En síntesis, los dos grandes bloques imperialistas se están preparando febrilmente para la guerra, y el peligro de una matanza masiva se cierne sobre millones y millones de hombres. Sin
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la menor duda, esto provocará movimientos de resistencia entre las grandes masas populares. Sea en Alemania o Italia, en Inglaterra o Francia, o en cualquier otro lugar de Europa o del resto del mundo, si los pueblos no quieren servir de carne de cañón al imperialismo, tendrán que levantarse y luchar por todos los medios contra la guerra imperialista.
En el mundo capitalista, además de los dos grandes bloques ya mencionados, existe un tercero: el encabezado por los Estados Unidos que abarca muchos países de Centro y Sudamérica. En aras de sus propios intereses, este bloque, por el momento, no entrará en la guerra. Bajo el pretexto de neutralidad, el imperialismo norteamericano se abstiene temporalmente de adherirse a una de las partes beligerantes, con el propósito de salir a escena en el futuro a conquistar la posición dirigente en el mundo capitalista. Por ahora, la burguesía norteamericana no se propone acabar con el sistema democrático y la economía de tiempos de paz, y esto es favorable al movimiento mundial por la paz.
Fuertemente golpeado por el tratado soviético-alemán, el imperialismo japonés enfrenta un futuro preñado de aún mayores dificultades. Dos fracciones pugnan en el Japón sobre la política exterior. Los militaristas quieren una alianza con Alemania e Italia con vistas a implantar el dominio exclusivo del Japón sobre China, invadir el Sudeste de Asia y desplazar del Oriente a Inglaterra, Estados Unidos y Francia; en cambio, un sector de la burguesía prefiere hacer concesiones a estos países, a fin de concentrarse en el saqueo de China. Actualmente, existe una fuerte tendencia a la conciliación con Inglaterra. Los reaccionarios ingleses ofrecerán al Japón el reparto en común de China y ayuda financiera y económica, a cambio de que éste sirva de perro guardián a los intereses británicos en el Oriente reprima el movimiento de liberación nacional de China y distraiga fuerzas de la Unión Soviética. Por lo tanto, pase lo que pase, el Japón no cambiará su objetivo fundamental de subyugar a China. Se ha hecho poco probable que el Japón lance grandes ofensivas militares en el frente; pero llevará adelante con redoblada intensidad su ofensiva política destinada a "someter a los chinos con los chinos"[4] y su agresión económica para "sustentar la guerra con la guerra"[5], a la vez que proseguirá sus furiosas operaciones de "limpieza"[6]en las zonas ocupadas; además, con Inglaterra como intermediario, tratará de forzar a China a capitular. En el momento propicio, el Japón pro-
Fuera del mundo capitalista existe un mundo luminoso: la Unión Soviética socialista. El tratado soviético-alemán permite a la Unión Soviética brindar una ayuda aún mayor al movimiento mundial por la paz y a la Guerra de Resistencia de China.
Tal es mi apreciación sobre la situación internacional.
Corresponsal : En estas circunstancias, ¿cuáles son las perspectivas de China?
Mao : China enfrenta dos perspectivas: una es persistir en la resistencia, la unidad y el progreso, o sea, la perspectiva de renacimiento; la otra es la de compromiso, ruptura y retroceso, o sea, la perspectiva de subyugación.
Debido a la nueva situación internacional y a que el Japón enfrenta mayores dificultades y China rechaza categóricamente la conciliación la etapa de nuestra retirada estratégica ha tocado ya a su fin, y ha llegado la de equilibrio estratégico, que es la etapa de la preparación de nuestra contraofensiva.
No obstante, el equilibrio en la retaguardia del enemigo es inversamente proporcional al equilibrio en el frente; con el surgimiento de una situación de equilibrio en el frente, se agudizará la lucha en la retaguardia enemiga. Por eso, las vastas operaciones de "limpieza" que, desde la caída de Wuján, ha venido realizando el enemigo en las zonas ocupadas (principalmente en el Norte de China) no sólo continuarán, sino que se intensificarán. Lo que es más, el peligro de que una gran parte de China sea entregada y el de división interna han aumentado considerablemente debido a que, en la actualidad, el enemigo pone el acento en la ofensiva política destinada a "someter a los chinos con los chinos", y en la agresión económica para "sustentar la guerra con la guerra", y a que la política oriental de Inglaterra tiende a un Munich del Extremo Oriente. En cuanto a la correlación de fuerzas, China se halla aún muy lejos de poder equipararse con el enemigo, y sólo a través de la unidad de todo el país y de una ardua lucha, podrá acumular las fuerzas para la contraofensiva.
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Por lo tanto, persistir en la resistencia continúa siendo para nuestro país una tarea de extremada importancia, y en este aspecto no cabe el menor relajamiento.
Está fuera de toda duda que China no puede en ningún caso dejar escapar la actual oportunidad, ni tomar una decisión errónea, sino que debe adoptar una firme posición política.
En otras palabras: Primero, persistir en la resistencia y oponerse a cualquier paso hacia el compromiso. Hay que golpear enérgicamente a los Wang Ching-wei declarados o encubiertos. Hay que rechazar categóricamente todo señuelo, sea del Japón o de Inglaterra; China no debe en absoluto participar en un Munich del Oriente.
Segundo, persistir en la unidad y oponerse a todo paso hacia la ruptura. Debemos mantener una alta vigilancia frente a cualquier acto divisionista, provenga del imperialismo japonés, de otros países o de los capituladores chinos. Hay que poner fin resueltamente a todo "roce" interno, perjudicial para la Guerra de Resistencia.
Tercero, persistir en el progreso y oponerse a todo retroceso. En interés de la Guerra de Resistencia, deben ser reconsideradas y modificadas efectivamente todas las ideas, instituciones y medidas que le sean desfavorables en los terrenos militar, político, financiero y económico, en los asuntos de partido, en los campos cultural y educacional y en el movimiento de masas.
Haciendo todo esto, China podrá preparar bien sus fuerzas para la contraofensiva.
De ahora en adelante, todo el país debe hacer
de la "preparación para la contraofensiva" su tarea general en la
Guerra de Resistencia. Actualmente, es necesario, por una parte, sostener
con decisión la defensa en el frente y dar enérgica ayuda
a las operaciones en la retaguardia del enemigo, y por la otra, realizar
reformas en los terrenos político, militar y otros, y acumular considerables
fuerzas, para poder, cuando llegue el momento, lanzar todo el poderío
de la nación contra el enemigo en una vasta contraofensiva y recuperar
el territorio perdido.
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[1]Este tratado Fue firmado el 23 de agosto de 1939. [pág. 269]
[2]Favorecidos y estimulados por la política de "no intervención" de los Gobiernos de Inglaterra y Francia, los fascistas alemanes e italianos realizaron con éxito
[3]Este Pacto fue concluido entre el Japón y Alemania en noviembre de 1936. Italia se adhirió a él en noviembre de 1937. [pág. 270]
[4]Siniestra táctica aplicada por el imperialismo japonés en su agresión contra China. El imperialismo japonés siempre sostuvo en China a fuerzas que le sirvieran para dividir el país y conseguir sus propósitos agresivos. Después del estallido de la Guerra de Resistencia, no sólo utilizó a la camarilla abiertamente projaponesa existente dentro del Kuomintang, encabezada por Wang Ching-wei, sino que también se valió de las fuerzas de la camarilla de Chiang Kai-shek para distraer Fuerzas del Partido Comunista, el más firme en la resistencia al Japón. A partir de 1939, el Japón cesó en sus ataques contra las tropas de Chiang Kai-shek y pasó a estimular a éste en sus actividades anticomunistas. Así aplicaba su política de "someter a los chinos con los chinos". [pág. 272]
[5]Se refiere a la política del imperialismo japonés de saquear despiadadamente las zonas de China bajo su ocupación, para satisfacer las necesidades de su guerra de agresión. [pág. 272]
[6]Al atacar nuestras regiones liberadas, los invasores japoneses aplicaban la bárbara política de incendiarlo todo, matar a todos y saquearlo todo. A esto lo llamaban operaciones de "limpieza". [pág. 272]