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Londres, 12 de abril de 1871
Si te fijas en el último capítulo de mi Dieciocho Brumario[*], verás que expongo como próxima tentativa de la revolución francesa no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, como venía sucediendo hasta ahora, sino demolerla, y ésta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente. En esto, precisamente, consiste la tentativa de nuestros heroicos camaradas de París. ¡Qué flexibilidad, qué iniciativa histórica y qué capacidad de sacrificio tienen estos parisienses! Después de seis meses de hambre y de ruina, originadas más bien por la traición interior que por el enemigo exterior, se rebelan bajo las bayonetas prusianas, ¡como si no hubiera guerra entre Francia y Alemania, como si el enemigo no se hallara a las puertas de París! ¡La historia no conocía hasta ahora semejante ejemplo de heroísmo! Si son vencidos, la culpa será, exclusivamente, de su «buen corazón». Se debía haber emprendido sin demora la ofensiva contra Versalles, en cuanto Vinoy, y tras él la parte reaccionaria de la Guardia Nacional, huyeron de París. Por escrúpulos de conciencia se dejó escapar la ocasión. No querían iniciar la guerra civil, ¡como si el mischievous avorton[**] de Thiers no la hubiese comenzado ya cuando intentó desarmar a París! El segundo error consiste en que el Comité Central renunció demasiado pronto a sus poderes, para ceder su puesto a la Comuna. De nuevo ese escrupuloso «pundonor» llevado al colmo. De cualquier manera, la insurrección de París, incluso en el caso de ser aplastada por los lobos, los cerdos y los viles perros de la vieja sociedad, constituye la proeza más heroica de nuestro partido desde la época de la insurrección de junio. Que se compare a estos parisienses, prestos a asaltar el cielo, con los siervos del cielo del sacro Imperio romano germánico-prusiano, con sus mascaradas antediluvianas, que huelen a cuartel, a iglesia, a junkers y, sobre todo, a filisteísmo.
A propósito, en la edición oficial de documentos acerca de los subsidios abonados directamente de la caja de Luis Bonaparte, se indica que Vogt percibió en agosto de 1859 ¡40.000 francos! Lo he comunicado a Liebknecht para que haga uso de ello cuando llegue el momento.
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Véase la presente edición, t. 1, págs. 485-498. (N. de la Edit.)Puedes enviarme el Haxthausen[1], pues en los últimos tiempos recibo sin tocar los folletos, etc., no sólo de Alemania, sino hasta de Petersburgo.
Gracias por los periódicos que me has remitido (si puedes, mándame más, pues pienso escribir algo acerca de Alemania, el Reichstag, etc.).
Publicado por primera vez en forma abreviada en la revista. Die Neue Zeit, Bd. 1, núm. 23, 1901-1902; en forma completa, en ruso, en el libro Cartas de Marx a Kugelmann, 1928. |
Se publica de acuerdo con el manuscrito. Traducido del alemán. |
NOTAS
[1] Trátase del libro de A. Haxthausen Ueber den Ursprung und die Grandlagen der Verfassung in den ehmals slavischen Ländern Deutschlands im allgemeinem un des Herzogthums Pomern im besondern («El origen y las bases del régimen social en las antiguas tierras eslavas de Alemania en general y en el condado de Pomerania, en particular»), publicado en Berlín en 1842.- 445.
Fuente: C. Marx & F. Engels, Obras Escogidas, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú,
1974, t. II.
Digitalización y Edición Electrónica: Ediciones Bandera Roja.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, abril de 2003.