Volver al Archivo V. I. Lenin |
Escrito: A fines de 1913.
Primera publicación: Publicado por primera el 28 de noviembre de 1920 en el periódico Pravda, núm. 268, con la firma "N. Lenin".[1]
Esta edición: Marxists Internet Archive, diciembre de 2000.
Por fin se ha publicado la edición de la correspondencia entre los célebres fundadores del socialismo científico, prometida durante tanto tiempo. Engels había legado la tarea de publicarla a Bebel y Bernstein, y Bebel termina, poco antes de morir, su parte del trabajo de redacción.
La correspondencia entre Marx y Engels, publicada hace algunas semanas por la editorial Dietz (Stuttgart), en cuatro grandes tomos, contiene en total 1.386 cartas intercambiadas en el extenso período entre 1844 y 1883.
El trabajo de redacción, es decir, escribir los prefacios a la correspondencia de distintos períodos, fue realizado por Eduard Bernstein. Como era de esperar, este trabajo es insatisfactorio, tanto desde el punto de vista técnico como idealógico. Después de su tristemente famosa "evolución" hacia las concepciones oportunistas extremas, Bernstein no habría debido encargarse de la redacción de cartas tan profundamente impregnadas de espíritu revolucionario. Los prefacios de Bernstein carecen en parte de sentido, y en parte son sencillamente falsos. Por ejemplo, en lugar de una caracterización precisa, clara y franca de los errores oportunistas de Lassalle y Schweitzer, que Marx y Engels desenmascararon, se encuentra uno con frases eclécticas y ataques en los que se dice que "Marx y Engels no siempre tuvieron razón al oponerse a Lassalle" (t. III, pág. XVIII), o que en su táctica estaban "más cerca" de Schweitzer que de Liebknecht (t. IV, pág. X). Estos ataques no tienen otro propósito que el de encubrir y embellecer el oportunismo. Por desgracia, la actitud ecléctica ante la lucha ideológica de Marx contra muchos de sus adversarios se extiende cada vez más entre los socialdemócratas alemanes de nuestros días.
Desde el punto de vista técnico, el índice es insatisfactorio: es uno solo para los cuatro tomos (se han omitido, por ejemplo, los nombres de Kautsky y Stirling); las notas correspondientes a algunas cartas son demasiado pobres y se pierden en los prefacios del redactor, en lugar de haber sido insertadas cerca de las cartas a que se refieren, como lo hizo Sorge, etc.
La edicion es demasiado cara, unos 20 rublos los cuatro tomos. Sin duda se podía y se debía haber publicado toda la correspondencia en una edición menos lujosa y a un precio más accesible; además habría que editar para su amplia difusión entre los obreros, una selección de los pasajes más importantes desde el punto de vista de los principios.
Todos estos defectos de la edición dificultarán, naturalmente, el estudio de la correspondencia. Es una lástima, porque su valor científico y político es enorme. Ante el lector no sólo aparecen con claro relieve Marx y Engels, en toda su grandeza, sino que se revela con extraordinaria nitidez el riquísimo contenido teórico del marxismo, ya que Marx y Engels analizan reiteradamente en sus cartas los más diversos aspectos de su doctrina, y subrayan y explican -- a veces discutiendo y tratando de convencerse mutuamente -- lo más nuevo (en relación con las concepciones anteriores), lo más importante y difícil.
Ante el lector se despliega el cuadro asombrosamente vívido de la historia del movimiento obrero del mundo entero, en los momentos más importantes y en los puntos más esenciales. Más valiosa aún es la historia de la política de la clase obrera. En las más variadas ocasiones, en diversos países del viejo y del nuevo mundo, y en diferentes momentos históricos, Marx y Engels analizan los principios más importantes del planteamiento de las tareas políticas de la clase obrera. Y el período que abarca la correspondencia fue un período en el cual la clase obrera se separó de la democracia burguesa, un período en el cual surgió un movimiento obrero independiente, un período en el cual se definieron los principios fundamentales de la política y la táctica del proletariado. Cuanto mayor es la frecuencia con que podemos observar en nuestros días cómo el movimiento obrero de diferentes países sufre de oportunismo a consecuencia del estancamiento y la decadencia de la burguesía, a consecuencia de que la atención de los dirigentes obreros está absorbida por las trivialidades del día, etc., tanto más valioso resulta el riquísimo material contenido en la correspondencia, que despliega una profundísima comprensión de los objetivos revolucionarios básicos del proletariado, proporciona una definición extraordinariamente flexible de las tareas de la táctica del momento, desde el punto de vista de dichos objetivos revolucionarios, sin hacer la menor concesión al oportunismo o a la fraseología revolucionaria.
Si intentáramos definir con una sola palabra el foco, por así decirlo, de toda la correspondencia, el punto central en que converge todo el cuerpo de ideas expresadas y discutidas, esa palabra sería dialéctica. La aplicación de la dialéctica materialista a la revisión de toda la economía política desde sus fundamentos, su aplicación a la historia, a las ciencias naturales, a la filosofía y a la política y táctica de la clase obrera: eso era lo que interesaba más que nada a Marx y Engels, en eso aportaron lo más esencial y nuevo, y eso constituyó el avance magistral que produjeron en la historia del pensamiento revolucionario.
En la exposición que sigue nos proponemos, después de un examen general de la correspondencia, esbozar las observaciones y razonamientos más interesantes de Marx y Engels, sin pretender efectuar una relación exhaustiva del contenido de las cartas.
La correspondencia comienza con las cartas escritas en 1844 a Marx por Engels, éste de 24 años. La situación en la Alemania de aquella época aparece con notable relieve. La primera carta está fechada a fines de setiembre de 1844 y fue femitida desde Barmen, donde vivía la familia de Engels y donde éste nació. No había cumplido aún los 24 años. Estaba aburrido de la vida familiar y estaba ansioso por salir de allí. Su padre era un individuo despótico, un piadoso fabricante, que estaba indignado por el hecho de que su hijo asistiese continuamente a reuniones políticas y por sus convicciones comunistas. Engels escribió que si no fuese por su madre, a quien quería profundamente, no habría perma- necido en su casa ni siquiera los pocos días que le faltaban para partir. Nunca creerías -- se queja a Marx -- las razones mezquinas y los temores supersticiosos que mi familia expone contra mi partida.[2]
Mientras Engels seguía en Barmen, donde lo retuvo durante cierto tiempo un asunto amoroso, cedió a la insistencia de su padre y trabajó unas dos semanas en la oficina de la empresa (su padre era un fabricante). "El comercio es infame -- escribe a Marx --; Barmen es una ciudad infame y también lo es la forma en que pierden el tiempo, pero lo más infame es ser, además de burgués, fabricante, es decir, un burgués que se opone activamente al proletariado." Me consuelo, continúa diciendo Engels, trabajando en un libro sobre la situación de la clase obrera (como se sabe, este libro apareció en 1845 y es una de las mejores obras de la literatura socialista mundial). "Puede uno quizá ser comunista y seguir siendo exteriormente un burgués y una bestia de carga del comercio, si no realiza ninguna actividad literaria; pero llevar a cabo una amplia propaganda comunista y dedicarse, al mismo tiempo, al comercio y a la industria, es imposible. Me iré de aquí. Agrega a esto la vida de amodorramiento de una familia enteramente cristiano-prusiana: no lo puedó soportar más tiempo; al fin y al cabo, podría llegar a convertirme en un filisteo alemán e introducir el filisteísmo en el comunismo."[3] Así escribía el joven Engels. Después de la revolución de 1848 las exigencias de la vida lo obligaron a regresar a la oficina de su padre y a convertirse durante largos años en "bestia de carga del comercio". Pero supo mantenerse firme y crearse un ambiente muy distinto al cristiano-prusiano, un ambiente de camaradería, y llegar a ser para toda la vida un enemigo implacable de la "introducción del filisteismo en el comunismo".
En 1844 la vida social en las provincias alemanas tenía mucha semejanza con la vida social rusa a comienzos del siglo XX, antes de la revolución de 1905. Todo el mundo anhelaba participar en la vida política, todos hervían de indignación contra el gobierno; el clero fulminaba contra la juventud por su ateísmo; los hijos de familias burguesas peleaban con sus padres por "el, trato aristocrático dado a los sirvientes o a los obreros".
El espíritu general de oposición se expresaba en que todo el mundo declaraba ser comunista. "En Barmen -- escribe Engels a Marx -- el comisario de policía es comunista." Estuve en Colonia, en Dusseldorf, en Elberfeld, ¡y en todas partes se tropieza a cada paso con comunistas! "Un ardiente comunista, un caricaturista que se llama Seel, irá dentro de dos meses a París. Le daré tu dirección secreta; les gustará a todos porque es entusiasta y ama la música, y podría ser muy útil como caricaturista."[4]
"Aquí en Elberfeld ocurren milagros. Ayer (la carta está fechada el 22 de febrero de 1845), en la sala más grande del mejor restaurante de la ciudad, celebramos nuestra tercera asamblea comunista A la primera asamblea asistieron 40, a la segunda 130 y a la tercera por lo menos 200 personas. Todo Elberfeld y Barmen, desde la aristocracia del dinero hasta los pequeños tenderos, estuvieron representados, todos excepto el proletariado."
Así, literalmente, escribe Engels. En Alemania, todos eran entonces comunistas, excepto el proletariado. El comunismo era una forma de expresión de los sentimientos de oposición de todos, y en primer lugar de la burguesía. "El público más obtuso, más indolente, más filisteo, que nunca se interesó por nada en el mundo, empieza casi a entusiasmarse por el comunismo"[5] Los principales predicadores del comunismo eran entonces gente del tipo de nuestros populistas[6], "socialistas revolucionarios"[7], "socialistas populares"[8], etc., es decir, burgueses bien intencionados, más menos enfurecidos contra el gobierno.
Y en tales condiciones, en medio de un sinnúmero de tendencias y fracciones seudosocialistas, Engels supo abrirse camino hacia el socialismo proletario, sin temor a la ruptura con muchas personas buenas, ardientes revolucionarios pero malos comunistas.
En 1846 Engels estaba en París. París hervía entonces con la política y el debate sobre diversas teorias socialistas. Engeli estudió con avidez el socialismo, se relacionó personalmente con Cabet, Louis Blanc y otros socialistas destacados, frecuentó las salas de redacción y los círculos.
Su atención principal se concentró en la doctrina socialista más importante y difundida de la época: el proudhonismo[9]. Y hasta antes de publicarse Filosofía de la miseria de Proudhón (octubre de 1846; la célebre respuesta de Marx, Miseria de la filosofía, apareció en 1847), Engels criticó con mordacidad implacable y notable profundidad las ideas basicas de Proudhon, que eran defendidas en especial por el socialista alemán Grün. Su excelénte conocimiento del inglés (que Marx dominó mucho más tarde) y de la literatura inglesa permitieron a Engels señalar inmediatamente (carta del 16 de setiembre de 1846) el ejemplo de la bancarrota en Inglaterra de las famosas "bolsas de trabajo" de Proudhon[10]. Proudhon denigra al socialismo, se indigna Engels. Según Proudhon los obreros deben comprar capital.
A los 26 años Engels aniquila literalmente al "socialismo verdadero", expresión que encontramos en su carta del 23 de octubre de 1846, mucho antes de que apareciera el Manifiesto Comunista, y menciona a Grün como el principal exponente de tal socialismo. Una doctrina "antiproletaria, pequeñoburguesa y filistea", "pura fraseologia", todo género de aspiraciones "humanitarias", el "temor supersticioso a un comunismo 'grosero'" (literalmente: Löffel-Kommunismus, es decir, "comunismo de cuchara" o "comunismo pancista"), "planes pacíficos para hacer feliz" a la humanidad: éstas son algunas de las caracterizaciones de Engels, que se aplican a todas las variedades del socialismo premarxista.
"Durante tres veladas -- escribe Engels -- discutimos sobre proudhonismo. Casi todos, con Grün a la cabeza, estaban contra mí. El punto principal fue demostrar la necesidad de una revolución violenta" (23 de octubre de 1846). Al fin me enfurecí, y acosé a mis adversarios con tanta energía, que ellos se vieron obligados a atacar abiertamente al comunismo. Exigí que se pusiera a votación si eran o no comunistas. Esto causó gran indignación entre los partidarios de Grün, quienes empezaron a sostener que se habían reunido para tratar del "bien de la humanidad" y que debian saber qué era realmente el comunismo. Les di entonces una definición sumamente sencilla, para no permitirles escapar por la tangente. "Definí, escribe Engels, los objetivos de los comunistas de esta manera: 1) defender los intereses del proletariado en oposición a los de la burguesía; 2) realizar esto mediante la abolición de la propiedad privada y su remplazo por la comunidad de bienes; 3) no reconocer otro medio de llevar a cabo estos objetivos que la revolución democrática violenta (escrito año y medio antes de la revolución de 1848)[11].
La discusión terminó con la aceptación por parte de la reunión, por 13 votos contra dos de los partidarios de Grün, de la definición dada por Engels. Asistieron a estas reuniones unos 20 artesanos ebanistas. De este modo, hace 67 años, se sentaron en París las bases del Partido Obrero Socialdemócrata de Alemania.
Un año más tarde, en su carta del 23 de noviembre de 1847, Engels informa a Marx que ha preparado un borrador del Manifiesto Comunista y de paso se pronuncia contra la forma de catecismo propuesta inicialmente. "Comienzo -- escribe Engels -- por el problema de qué es el comunismo, y paso luego directamente al proletariado: historia de su origen, diferencia con los trabajadores de antes, desarrollo de la contradicción entre el proletariado y la burguesía, crisis, conclusiones". "Al final, la política de partido de los comunistas."[12]
Esta histórica carta de Engels sobre el primer borrador de una obra que ha recorrido el mundo entero, y que hasta hoy es acertada en todo lo esencial, viva y actual como si hubiera sido escrita ayer, demuestra con toda claridad que los nombres de Marx y Engels se mencionan con razón uno junto al otro, como fundadores del socialismo contemporáneo.
[1] El artículo "La correspondencia entre Marx y Engels" representa
el comienzo de un extenso trabajo que pensaba escribir Lenin a
propósito de la aparición en alemán, en septiembre de 1913, de la
correspondendia entre Marx y Engels en cuatto tomos. Lenin estudió
minuciosamente esta correspondencia.
Se proyectó publicar el artículo de Lenin "La correspondencia
entre Marx y Engels" en la revista Prosvechenie en 1914, y así llegó a
anunciarse en el núm. 7 del periódico Proletárskaia Pravda (14 de
diciembre de 1913). Mas el artículo quedó sin terminar, y tan sólo fue
publicado en Pravda el 28 de noviembre de 1920, día del centenario del
nacmiento de Engels. Con motivo de esta fecha, al preparar el artículo
para la prensa, Lenin añadió el subtítulo Engels, uno de los
fundadores de comunismo y escribió una nota: "Comienzo de un artículo sin terminar,
escrito en 1913 o a principios de 1914".
[2] Véase la carta de C. Marx a F. Engels de comienzos de octubre de 1844 y la carta de F. Engels a C. Marx del 17 de marzo de 1845.
[3] Véase la carta de F. Engels a C. Marx del 20 de enero de 1845.
[4] Véase la carta de F. Engels a C. Marx de comienzos de octubre de 1844.
[5] Véase las cartas de F. Engels a C. Marx de los días 22-26 de febrero y del 7 de marzo de 1845.
[6] Los populistas conformaban una tendencia pequeñoburguesa en el movimiento revolucionario de Rusia; el populismo surgió en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XIX. En las décadas de los 80 y 90 de dicho siglo el populismo se puso en el camino de la conciliación con el zarismo, expresando los intereses de los kulaks, y condujo una lucha encarnizada contra el marxismo.
[7] Socialistas Revolucionarios (eseristas): partido pequeñoburgués
en Rusia, surgió a comienzos de 1902 como resultado de la unificación
de diferentes grupos y circulos populistas. Representaron los
intereses de la clase de kulaks. Las concepciones de los eseristas
constituían una amalgama ecléctica de las ideas del populismo y el
revisionismo; los eseristas "intentaban, según expresión de Lenin,
arteglar los desgarrones del populismo" con "remiendos de la 'crítica'
oportunista en boga del marxismo". (V. I. Lenin, Obras Completas, t.
IX.)
Durante la Primera Guerra Mundial, los eseristas abrazaron las
posiciones del socialcnovinismo.
Después de la victoria de la Revolución Democrático-burguesa de
Febrero de 1917, los eseristas, junto con 105 mencheviques y kadetes
constituyeron el puntal principal del gobierno provisional
contrarrevolucionario. Los eseristas rechazaron la petición campesina
de liquidar la propiedad terrateniente de la tierra y conservó la
propiedad privada de los terratenientes.
El ala izquierda de los eseristas en diciembre de 1917 fundó el
partido Independiente de los eseristas de izquierda. Los eseristas de
izquierda reconocieron formalmente el Poder Soviético y concertaron un
acuerdo con los bolcheviques, pero al poco tiempo abrazaron el camino
de lucha contra el Poder Sovietico.
En el periodo de la intervención militar extranjera y de la guerra
civil los eseristas realizaron, en muchas ocasiones, labores
subversivas contrarrevolucionarias, incitaton a los kulaks a la rebelión y organizaron
acciones terroristas contra los dirigentes del Partido Comunista y del
Gobierno Soviético. Después de la guerra civil, los eseristas
continuaron sus actividades hostiles contra el Estado Soviético. En
consecuencia, fueron destruidos por el Poder Soviético.
[8] Socialistas populares (enesistas): organiziacion
pequeñoburguesa fundada en 1906, al separarse del ala derecha de los
socialistas revolucionarios. Los enesistas presentaron una moderada
demanda democrática sin sobrepasar el límite de la monarquía
constitucional. Rechazaron el principio programático propugnado por
los eseristas de la socialización de toda la tierra y apoyaron el
enajenamiento de tierra de los terratenientes en base a rescate. Lenin
los calificó de "oportunistas pequeñoburgueses", "socialkadetes",
"mencheviques eseristas". Dirigian el partido A. Peshejónov, V.
Miákotin, N. Annenski y otros.
Después de la Revolución de Febrero de 1917, el partido respaldó
activamente al gobierno provisional, echándose, de este modo, al campo
contrarrevolucionario.
[9] Proudhonismo: corriente en el socialismo pequenoburgues, que toma ese nombre de su fundador, el anarquista francés Pierre Proudhon. Este criticaba la gran propiedad capitalista desde una posición pequeñoburguesa, soñaba con perpetuar la pequeña propiedad privada y proponia que se organizara un banco "popular" y de "cambio" para que los obreros pudieran proveerse de medios de producción propios y lograr un "justo" intercambio de sus productos. No entendia el papel histórico y la importancia del proletariado, adoptaba una actitud negativa hacia la lucha de clases, la revolución socialista y la dictadura del proletariado; como anarquista, también negaba la necesidad del Estado. Proudhon y sus partidarios tomaron la pequeña producción y el cambio comerciales como base social, perpetua e invariable. "No se trata de destruir el capitalismo y su base -- la producción mercantil -- sino de depurar esa base de abusos, excrecencias, etc.; no se trata de abolir el intercambio y el valor de cambio, sino, por el contrario, de hacerlo 'constitucional', universal, absoluto, 'justo', y libre de oscilaciones, crisis y abusos. Tal era la idea de Proudhon." (V. I. Lenin, "Notas criticas sobre el problema nacional", 4. La "autonomía cultural nacional", Obras Completas, t. XX.)
[10] Véase F. Engels, "Al comité de correspondencia del comunismo en Brussel (16 de septiembre de 1846)".
[11] Ibíd., del 23 de octubre de 1846.
[12] Véase la carta de F. Engels a C. Marx de 23-24 de noviembre de 1847.