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V. I. Lenin


Socialismo pequeñoburgués y socialismo proletario




Escrito: 1905.
Primera publicación: El 7 de noviembre (25 de octubre) de 1905 en el número 24 de "Proletari".
Fuente: Tomado de V. I. Lenin, Obras completas, tomo 12, págs. 39-48.
Digitalizado para el MIA: Daniel Gaido, 2014.



 

 

El marxismo es, entre las distintas doctrinas del socialismo, la que ha adquirido hoy predominio completo en Europa; y la lucha por la implantación del régimen socialista se despliega casi íntegramente como una lucha de la clase obrera, dirigida por los partidos socialdemócratas. Mas este predominio completo del socialismo proletario, que se basa en la doctrina del marxismo, no se ha consolidado de golpe, sino después de una larga lucha contra todas las doctrinas atrasadas, contra el socialismo pequeñoburgués, el anarquismo, etc. Hace unos treinta años, el marxismo no predominaba todavía ni siquiera en Alemania, donde prevalecían, hablando con propiedad, opiniones de transición mixtas, eclécticas entre el socialismo pequeñoburgués y el socialismo proletario. Y en los países latinos, en Francia, España, Bélgica, las doctrinas más difundidas entre los obreros avanzados fueron el proudhonismo [96], el blanquismo [97] y el anarquismo, que expresaban claramente el punto de vista del pequeño burgués y no del proletario.

¿A qué se debe esta rápida y completa victoria del marxismo precisamente en los últimos decenios? Todo el desarrollo tanto económico como político de las sociedades contemporáneas y toda la experiencia del movimiento revolucionario y de la lucha de las clases oprimidas han confirmado cada día más la justedad de las ideas marxistas. La decadencia de la pequeña burguesía había de acarrear ineluctablemente, tarde o temprano, la desaparición de todo prejuicio pequeñoburgués. El desarrollo del capitalismo y el enconamiento de la lucha de clases en el seno de la sociedad capitalista fueron la mejor agitación en pro de las ideas del socialismo proletario.

El atraso de Rusia explica, lógicamente, la gran consistencia que tienen en nuestro país diversas doctrinas atrasadas del socialismo. Toda la historia del pensamiento revolucionario ruso durante el cuarto de siglo último es la historia de la lucha del marxismo contra el socialismo populista pequeñoburgués. Y si el rápido crecimiento y los sorprendentes éxitos del movimiento obrero ruso han dado ya al marxismo la victoria en Rusia también, por otro lado el desarrollo de un movimiento campesino indudablemente revolucionario -sobre todo después de los célebres levantamientos campesinos de 1902 en Ucrania- ha reanimado hasta cierto punto el populismo, senil y decrepito. El viejo populismo, remozado con el oportunismo europeo de moda (el revisionismo, el bernsteinianismo y la crítica de la teoría de Marx) constituye todo el bagaje ideológico original de los llamados socialistas-revolucionarios. De ahí que la cuestión campesina ocupe el lugar central en las disputas de los marxistas tanto con los populistas puros como con los socialistas-revolucionarios.

El populismo fue, hasta cierto grado, una doctrina íntegra y consecuente. Se negaba el dominio del capitalismo en Rusia; se negaba el papel de los obreros fabriles como luchadores avanzados de todo el proletariado; se negaba la importancia de la revolución política y de la libertad política burguesa; se pregonaba la inmediata revolución socialista, basada en la comunidad campesina [98] con su pequeña hacienda. De toda esta doctrina íntegra hoy no quedan más que retazos; mas para comprender conscientemente las disputas presentes e impedir que se conviertan en un altercado es necesario tener siempre en cuenta las bases populistas generales y fundamentales de los extravíos de nuestros socialistas-revolucionarios.

El hombre del futuro en Rusia es el mujik, pensaban los populistas, y esta opinión se desprendía inevitablemente de la confianza en el carácter socialista de la comunidad rural y de la desconfianza en los destinos del capitalismo. El hombre del futuro en Rusia es el obrero, pensaban los marxistas, y el desarrollo del capitalismo ruso tanto en la agricultura como en la industria confirma más y más sus opiniones. El movimiento obrero en Rusia ha hecho ahora que se le reconozca; por lo que se refiere al movimiento campesino, todo el abismo existente entre el populismo y el marxismo sigue manifestándose hasta hoy en la distinta comprensión de este movimiento. Para el populista, precisamente el movimiento campesino refuta el marxismo, es un movimiento a favor de la revolución socialista inmediata, no reconoce ninguna libertad política burguesa, y parte de la pequeña hacienda, y no de la grande. Para el populista, en suma, el movimiento campesino es un movimiento verdaderamente socialista, auténtica y directamente socialista. La fe populista en la comunidad rural y el anarquismo populista explican por completo la ineluctabilidad de estas conclusiones.

Para el marxista, el movimiento campesino es precisamente un movimiento no socialista, sino democrático. Es en Rusia, lo mismo que ocurrió en otros países, un acompañante indispensable de la revolución democrática, burguesa por su contenido socioeconómico. Ese movimiento no se orienta lo mas mínimo contra las bases del régimen burgués, contra la economía mercantil, contra el capital. Por el contrario, se orienta contra las viejas relaciones de servidumbre, precapitalistas, en el campo y contra la propiedad agraria terrateniente como principal punto de apoyo de todas las supervivencias del régimen de la servidumbre. Por ello, la victoria completa de este movimiento campesino no eliminará el capitalismo; antes bien creará una base más amplia para su desenvolvimiento, acelerará y agudizará el desarrollo puramente capitalista. La victoria completa de una insurrección campesina solo puede crear un baluarte de la república democrática burguesa en la que se desplegará precisamente por vez primera, en toda su pureza, la lucha del proletariado contra la burguesía.

Esas son, pues, las dos opiniones antagónicas que debe comprender con claridad quien desee orientarse en el abismo que separa en el terreno de los principios a socialistas-revolucionarios y socialdemócratas. Según una opinión, el movimiento campesino es socialista; según la otra, es un movimiento democrático burgués. Por esto puede verse la gran ignorancia de que dan prueba nuestros socialistas-revolucionarios al repetir por centésima vez (comparemos, por ejemplo, el número 75 de Revolutsionnaya Rossia) que, en alguna ocasión, los marxistas ortodoxos han “hecho caso omiso” (no han querido saber nada) de la cuestión campesina. Hay un solo medio de luchar contra semejante ignorancia supina: repetir el abecé, exponer las viejas ideas consecuentemente populistas, indicar por centésima y milésima vez que la diferencia verdadera no consiste en el deseo o en la falta de deseo de tener en cuenta la cuestión campesina, en su reconocimiento u omisión, sino en la distinta apreciación del presente movimiento campesino y de la actual cuestión campesina en Rusia. Quien habla de que los marxistas han “hecho caso omiso” de la cuestión campesina en Rusia es, en primer lugar, un ignorante total, pues las obras principales de los marxistas rusos, empezando por el libro de Plejanov Nuestras discrepancias (aparecido hace más de veinte años), han estado dedicadas primordialmente a explicar el carácter erróneo de las ideas populistas en la cuestión campesina rusa. En segundo lugar, quien dice que los marxistas han “hecho caso omiso” de la cuestión campesina demuestra su tendencia a esquivar la apreciación completa de la discrepancia verdaderamente de principio: ¿es o no democrático burgués el actual movimiento campesino?, ¿está o no orientado, por su alcance objetivo, contra los restos del régimen de la servidumbre?

Los socialistas-revolucionarios no han dado nunca, ni pueden dar, una respuesta clara y exacta a esta pregunta, pues se embrollan irremisiblemente entre la vieja opinión populista y la actual opinión marxista sobre el problema campesino en Rusia. Los marxistas dicen que los socialistas-revolucionarios mantienen el punto de vista de la pequeña burguesía (y los denominan ideólogos de la pequeña burguesía) precisamente porque éstos no pueden desembarazarse de las ilusiones pequeñoburguesas, de las fantasías del populismo en la apreciación del movimiento campesino.

He ahí por qué nos vemos obligados a repetir: la b y la a se leen ba. ¿Que se propone el actual movimiento campesino en Rusia? Conquistar la tierra y la libertad. ¿Que alcance tendrá la victoria completa de este movimiento? Al conseguir la libertad, acabará con el dominio de los terratenientes y de los funcionarios en la administración del Estado. Al conseguir la tierra, entregará a los campesinos las tierras de los terratenientes. La libertad más completa y la expropiación más completa de los terratenientes (confiscación de sus tierras) ¿acabarán con la economía mercantil? No, no acabaran con ella. La libertad más completa y la expropiación más completa de los terratenientes ¿acabarán con las haciendas campesinas individuales en la tierra comunal o en la tierra “socializada”? No, no acabarán con ellas. La libertad más completa y la expropiación más completa de los terratenientes ¿acabarán con el profundo abismo existente entre el campesino rico, propietario de muchos caballos y vacas, y el bracero, el jornalero, es decir, entre la burguesía rural y el proletariado agrícola? No, no acabara con él. Al contrario, cuanto más completa sea la derrota y la liquidación del sector superior (terrateniente), más profunda será la discordia de clase entre la burguesía y el proletariado. ¿Qué importancia tendrá la victoria completa de la insurrección campesina por su alcance objetivo? Esta victoria barrera íntegramente todos los restos del régimen de la servidumbre, pero no acabará con el régimen burgués de economía, no acabará con el capitalismo, con la división de la sociedad en clases, en ricos y pobres, en burguesía y proletariado. ¿Por qué el actual movimiento campesino es un movimiento democrático burgués? Porque, al acabar con el poder de los funcionarios y de los terratenientes, crea un régimen democrático de la sociedad, sin modificar la base burguesa de esta sociedad democrática, sin poner fin al dominio del capital. ¿Cuál debe ser la actitud del obrero consciente, del socialista, ante el actual movimiento campesino? Debe apoyar este movimiento, ayudar con la mayor energía a los campesinos, ayudarles hasta el fin a desembarazarse tanto del poder de los funcionarios como del de los terratenientes. Más, al mismo tiempo, debe explicar a los campesinos que no basta desembarazarse del poder de los funcionarios y de los terratenientes. Al hacer esto es necesario, al mismo tiempo, prepararse para destruir el poder del capital, el poder de la burguesía. Y a este fin hay que propagar sin tardanza la doctrina plenamente socialista, es decir, marxista, y unir, cohesionar y organizar a los proletarios agrícolas para la lucha contra la burguesía campesina y contra toda la burguesía de Rusia. ¿Puede el obrero consciente olvidar la lucha democrática en aras de la lucha socialista, o viceversa? No, el obrero consciente se llama socialdemócrata precisamente porque ha comprendido la relación que existe entre una y otra lucha. Sabe que el único camino para llegar al socialismo pasa por la democracia, por la libertad política. Por eso tiende a la plasmación completa y consecuente de la democracia a fin de alcanzar el objetivo final, el socialismo. ¿Por qué no son iguales las condiciones de la lucha democrática y de la lucha socialista? Porque en una y otra lucha los obreros tendrán infaliblemente aliados distintos. Despliegan la lucha democrática aliado de una parte de la burguesía, sobre todo de la pequeña burguesía. Sostienen la lucha socialista contra toda la burguesía. La lucha contra los funcionarios y los terratenientes puede y debe llevarse al lado de todos los campesinos, incluso los ricos y los medios. Mientras que la lucha contra la burguesía, por tanto, contra los campesinos ricos, solo puede mantenerse con la mayor seguridad en compañía del proletariado agrícola.

Si recordamos todas estas verdades elementales del marxismo, cuyo análisis prefieren siempre rehuir los socialistas-revolucionarios, nos será fácil apreciar sus siguientes objeciones “contemporáneas” al marxismo.

“Solo Alá sabe -exclama Revolutsionnaya Rossia [99] (número 75)- para qué hacía falta apoyar en un principio al campesino en general contra el terrateniente y después (es decir, al mismo tiempo) al proletariado contra el campesino en general, en lugar de apoyar de una vez al proletariado contra el terrateniente, y qué tiene que ver el marxismo con todo eso".

Esto constituye el punto de vista del anarquismo más primitivo y pueril por lo ingenuo. La humanidad suena desde hace muchos siglos, incluso muchos milenios, con destruir “de una vez” toda explotación. Pero esos sueños siguieron siendo sueños hasta que millones de explotados comenzaron a unirse en todo el mundo a fin de sostener una lucha consecuente, firme y múltiple para transformar la sociedad capitalista en la dirección del propio desarrollo de esta sociedad. Los sueños socialistas se transformaron en lucha socialista de millones de seres únicamente cuando el socialismo científico de Marx vinculó las aspiraciones transformadoras a la lucha de una clase determinada. Fuera de la lucha de clases, el socialismo es una frase vacía o un sueño ingenuo. Y en Rusia tenemos delante dos luchas distintas de dos fuerzas sociales diferentes. El proletariado lucha contra la burguesía en todas partes donde existen relaciones de producción capitalistas (y esas relaciones existen -dicho sea para conocimiento de nuestros socialistas-revolucionarios- incluso en la comunidad campesina, es decir, en la tierra más “socializada”, desde su punto de vista). El campesinado, como sector de pequeños propietarios de la tierra, de pequeños burgueses, lucha contra todos los restos del régimen de la servidumbre, contra los funcionarios y los terratenientes. Solo gente que desconoce por completo la economía política y la historia de las revoluciones en el mundo entero pueden dejar de ver estas dos guerras sociales, distintas y de naturaleza diferente. Cerrar los ojos ante la diferencia de estas dos guerras, recurriendo a las palabras “de una vez”, significa esconder la cabeza debajo del ala y renunciar a todo análisis de la realidad.

Carentes de la integridad de opiniones del viejo populismo, los socialistas-revolucionarios han olvidado incluso muchas cosas de la doctrina de los propios populistas. “Al ayudar al campesinado a expropiar a los terratenientes -escribe Revolutsionnaya Rossia en el mismo artículo-, el señor Lenin contribuye inconscientemente a colocar la economía pequeñoburguesa sobre las ruinas de formas ya más o menos desarrolladas de economía agrícola capitalista. ¿No es esto un paso atrás desde el punto de vista del marxismo ortodoxo?"

¡Avergüéncense, señores! ¡Han olvidado ustedes a su propio señor V. V. [Vorontsov]! Consulten su obra Los destinos del capitalismo, los Ensayos del señor Nikolai–on [Danielson], y otros trabajos, que constituyen la fuente de la sabiduría de ustedes. Entonces recordaran que la hacienda terrateniente en Rusia reúne rasgos de capitalismo y del régimen de la servidumbre. Sabrán entonces que existe el sistema de pago en trabajo [100], esta reminiscencia evidente de la prestación personal. Si por añadidura ojean ustedes un libro marxista tan ortodoxo como el tercer tomo de El Capital, de Marx, se enterarán de que el desarrollo de la hacienda basada en la prestación personal y su transformación en capitalista [101] no se efectuó en ningún sitio ni podía efectuarse de otro modo que a través de la hacienda campesina pequeñoburguesa. Para denigrar el marxismo, proceden ustedes de una manera sencilla en extremo y hace demasiado tiempo desenmascarada: ¡atribuyen al marxismo la opinión simplista y caricaturesca de la sustitución directa de la gran hacienda basada en la prestación personal por la gran hacienda capitalista! Ustedes razonan así: las cosechas de los terratenientes son mayores que las de los campesinos; por tanto, la expropiación de los terratenientes supone un paso atrás. Este razonamiento es digno de un estudiante de cuarto curso de bachillerato. Piensen ustedes, señores ¿no habrá constituido “un paso atrás” separar la tierra campesina, de poco rendimiento, de la de los terratenientes, de gran rendimiento, durante la caída del régimen de la servidumbre?

La hacienda terrateniente moderna en Rusia une rasgos de capitalismo y de régimen de la servidumbre. La lucha actual de los campesinos contra los terratenientes es, por su significación objetiva, una lucha contra los restos del régimen de la servidumbre. Mas intentar contar todos los casos aislados y sopesar cada uno de ellos, determinar con la precisión de un peso de boticario donde termina exactamente el régimen de la servidumbre y donde empieza el capitalismo puro significa atribuir a los marxistas la pedantería propia. No podemos saber que parte del precio de los artículos comprados a un pequeño tendero constituye el valor creado por el trabajo y que parte la estafa, etc. ¿Significa esto, señores, que deba arrojarse por la borda la teoría del valor producto del trabajo?

La hacienda terrateniente moderna une rasgos de capitalismo y de régimen de la servidumbre. Únicamente los pedantes pueden sacar de aquí la conclusión de que nuestro deber consiste en sopesar, contar y registrar cada rasgo en cada caso aislado según su carácter social. Únicamente los utopistas pueden sacar de aquí la conclusión de que “no hay ninguna razón” para que diferenciemos las dos guerras sociales distintas. Lo que se desprende de aquí, en realidad, es la conclusión -y únicamente ella- de que tanto en nuestro programa como en nuestra táctica debemos unir la lucha puramente proletaria contra el capitalismo a la lucha democrática general (y campesina general) contra la servidumbre.

Cuanto más desarrollados estén los rasgos capitalistas en la moderna hacienda terrateniente de semiservidumbre, mas imperiosa será la necesidad de agrupar hoy mismo en una organización independiente al proletariado agrícola, mayor será la rapidez con que aparecerá en escena, durante cualquier confiscación, el antagonismo puramente capitalista o puramente proletario. Cuanto más acusados sean los rasgos capitalistas en la hacienda terrateniente, tanto antes empujará la confiscación democrática hacia la verdadera lucha por el socialismo y, por tanto, más peligrosa resultará la falsa idealización de la revolución democrática efectuada con la palabreja de “socialización”. He ahí la conclusión que se desprende del entrelazamiento del capitalismo y del régimen de la servidumbre en la hacienda terrateniente.

Así pues, hay que unir la lucha puramente proletaria con la lucha campesina general, pero sin confundirlas. Hay que apoyar la lucha democrática general y la lucha campesina general, mas sin fundirse, en modo alguno, con esta lucha no clasista, sin idealizarla con palabrejas falaces como socialización, sin olvidarse un solo instante de organizar al proletariado urbano y al agrícola en un partido socialdemócrata de clase completamente independiente. Al apoyar hasta el fin la democracia más decidida, este partido no se dejará apartar del camino revolucionario con sueños reaccionarios y experimentos de “igualitarismo” en la economía mercantil. La lucha de los campesinos contra los terratenientes es hoy revolucionaria; la confiscación de las tierras de los terratenientes, en el momento actual de evolución económica y política, es revolucionaria en todos los sentidos, y nosotros apoyamos esta medida democrática revolucionaria. Mas denominar “socialización” a esta medida, engañarse a sí mismo y engañar al pueblo con la posibilidad del usufructo “igualitario” del suelo en la economía mercantil constituye una utopía reaccionaria pequeñoburguesa que dejamos a los socialistas reaccionarios.

 

 

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Notas

[96] Proudhonismo: corriente del socialismo pequeñoburgués hostil al marxismo, a la que se dio el nombre de su ideólogo, el anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon. Proudhon criticaba duramente el capitalismo, pero no veía la salida en la destrucción del modo capitalista de producción que engendra ineluctablemente la miseria, la desigualdad y la explotación de los trabajadores, sino en “perfeccionar” el capitalismo y eliminar sus defectos y abusos mediante una serie de reformas. Proudhon soñaba con eternizar la pequeña propiedad privada, proponía organizar un “banco del pueblo” y un “banco de cambio”, con ayuda de los cuales podrían los obreros, según él, adquirir medios de producción propios, hacerse artesanos y asegurar la venta “equitativa” de sus productos. No comprendía la misión histórica del proletariado, adoptaba una actitud negativa ante la lucha de clases, la revolución proletaria y la dictadura del proletariado y negaba con criterio anarquista la necesidad del Estado. Marx y Engels llevaban una lucha consecuente contra las tentativas de Proudhon de imponer sus opiniones a la I Internacional. La enérgica lucha de Marx, Engels y sus partidarios contra el proudhonismo en la I Internacional acabo en la victoria completa del marxismo.

[97] Lenin se refiere al programa publicado en 1874 por el grupo londinense de blanquistas que fueron miembros de la Comuna de Paris. Los blanquistas eran partidarios de una corriente del movimiento socialista francés encabezada por Louis Auguste Blanqui, eminente revolucionario y destacado representante del comunismo utópico francés. Los blanquistas, decía Lenin, esperaban que “la humanidad se libraría de la esclavitud asalariada por medio de un complot de una pequeña minoría de intelectuales, y no por medio de la lucha de clase del proletariado”. Al sustituir la labor del partido revolucionario con las acciones de un punado de confabulados, no tenían en cuenta la situación concreta necesaria para el triunfo de la insurrección y menospreciaban los vínculos con las masas.

[98] Comunidad (campesina) en Rusia: forma de usufructo mancomunado de la tierra por los campesinos que se distinguía por la rotación forzosa de los cultivos y el aprovechamiento indiviso de los bosques y los pastes. Los rasgos más importantes de la comunidad rural rusa eran la caución solidaria (responsabilidad colectiva obligatoria de los campesinos por el aprontamiento oportuno y completo de los pagos en dinero y la ejecución de las prestaciones de todo género a favor del Estado y los terratenientes), el reparto periódico de las tierras entre los miembros de la comunidad, la falta del derecho a renunciar al lote y la prohibición de la compraventa de la tierra.

El problema de la comunidad en Rusia motivo acaloradas discusiones y dio origen a multitud de escritos de economía. Dedicaban especial atención a la comunidad, sobre todo, los populistas. Barajando tendenciosamente los hechos, los populistas procuraban demostrar que la comunidad en Rusia tenía una “estabilidad” singular y protegía a los campesinos de la penetración de las relaciones capitalistas en su vida, los “salvaba” de la ruina y de la disociación en clases y, en última instancia, los llevaría al socialismo. Lenin mostró con inmensidad de datos y cifras cómo se desarrollaban las relaciones capitalistas en el campo ruso y cómo el capital, al penetrar en la comunidad campesina patriarcal, descomponía en su seno al campesinado en clases antagónicas: kulaks (campesinos ricos) y campesinos pobres.

[99] "Revolutsionnaya Rossia” (“La Rusia Revolucionaria”): periódico clandestino que la Unión de Socialistas-Revolucionarios publicaba en Rusia a partir de fines de 1900; desde enero de 1902 hasta diciembre de 1905 apareció en Ginebra como órgano oficial del partido eserista.

[100] Sistema de pago en trabajo, pagos en trabajo: reminiscencias del régimen de la servidumbre, sistema leonino de contrata de campesinos, los cuales debían trabajar con su ganado y sus aperos para los terratenientes o los campesinos ricos explotadores.

[101] Véase Karl Marx, El Capital, tomo Ill, capítulo XL, VII.