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Escrito: En 1899 para Rabochaya Gazeta.[1]
Fuente del texto: V. I. Lenin, Obras completas, Editorial
Cartago, Buenos Aires, 1958, tomo IV, págs. 225-252.
Preparado para el MIA: Digitalización: Pablo
Rojas; HTML: Juan Fajardo (2013).
Creo que convendría comenzar examinando la cuestión de si en efecto, es imperiosa la necesidad de un programa para los socialdemócratas rusos. Hemos oído expresar a los camaradas que actúan en Rusia la opinión de que ahora no existe una necesidad especial de redactar un programa; de que lo que urge actualmente es desarrollar y robustecer las organizaciones locales, mejorar la labor de agitación y el envío de materiales; de que convendría aplazar la elaboración del programa para cuando el movimiento tenga una base más firme; de que en los momentos actuales el programa podría carecer de base.
Nosotros no compartimos esa opinión. Es indudable que, como ha dicho Marx, "cada paso de movimiento real vale más que una docena de programas"[2], pero ni Marx ni ningún otro dirigente teórico o práctico de la socialdemocracia han negado la enorme importancia que tiene un programa para la actividad cohesionada y consecuente de un partido político. Los socialdemócratas rusos han dejado ya atrás el período de máximo encarnizamiento en la polémica con los socialistas de otras tendencias y con los no socialistas reacios a comprender a la socialdemocracia rusa, también han dejado atrás las fases iniciales del movimiento, cuando el trabajo lo llevaban a cabo, en forma dispersa, pequeñas organizaciones locales. La propia vida nos impone la necesidad de agrupar nuestras fuerzas literarias, de formar una literatura política común, de publicar periódicos obreros rusos. La fundación, en la primavera de 1898, del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia que ha declarado su intención de proceder, en un futuro inmediato, a la confección de un programa del partido, ha venido a demostrar de modo manifiesto que la necesidad de un programa dimana precisamente de las exigencias del propio movimiento. En la actualidad, el problema más urgente de nuestro movimiento ya no es el desarrollo del antiguo y disperso trabajo "al modo artesano", sino la unión, la organización, Para dar ese paso se precisa un programa, que debe expresar nuestros conceptos fundamentales, fijar con exactitud nuestras tareas políticas inmediatas, señalar las reivindicaciones mas cercanas, que son las que deben determinar el contenido de nuestra labor de agitación, darle unidad, hacerla más amplia y más profunda y convertirla, de agitación parcial y fragmentaria en favor de pequeñas reivindicaciones, desligadas unas de otras, en una agitación por el conjunto de todas las reivindicaciones socialdemócratas. Hoy día, cuando la actividad socialdemócrata ha puesto en conmoción un círculo bastante vasto de intelectuales socialistas y de obreros concientes, adquiere un carácter imperioso la necesidad de fortalecer con un programa la unión entre ellos y de darles así a todos una sólida base que les permita desplegar una actividad más amplia. Finalmente, otra de las razones por las que la necesidad de un programa adquiere un carácter imperioso es que, muy a menudo, la opinión pública rusa sufre los más profundos extravíos por lo que respecta a los verdaderos objetivos y modos de actuar de los socialdemócratas rusos. Una parte de estos extravíos surge de un modo natural en el pantano del estancamiento político de la vida de nuestro país, y otra es engendrada artificialmente por los enemigos de la socialdemocracia. En todo caso, se trata de un hecho que debe ser tenido en cuenta. El movimiento obrero, fundiéndose con el socialismo y la lucha política, debe constituir un partido, que habrá de disipar todos esos extravíos si quiere situarse a la cabeza de todos los elementos democráticos de la sociedad rusa. Podría objetársenos que el momento presente no es adecuado para la confección de un programa porque, además, entre los propios socialdemócratas surgen divergencias y se inician discusiones polémicas. Me parece que esto, por el contrario, es un argumento más en favor de la necesidad de un programa. Por una parte, y puesto que se ha iniciado la polémica, es de esperar que al discutirse el proyecto de programa se expresen todas las opiniones con todos sus matices, es de esperar que la discusión del programa sea cabal y .completa. La polémica indica que en las filas de la socialdemocracia rusa se discuten con mayor animación que antes amplios problemas relacionados con los objetivos de nuestro movimiento, con sus tareas inmediatas y con su táctica, y esa reanimación es precisamente lo que se necesita para la discusión del proyecto de programa. Por otra parte, para que la polémica no sea estéril, para que no degenere en pugnas personales, para que no conduzca a una confusión de conceptos y no nos haga tomar por camaradas a los enemigos y viceversa, para todo eso es preciso que la cuestión del programa figure en esa polémica. La polémica sólo puede ser útil en el caso de que aclare el verdadero contenido de las divergencias, de que muestre su profundidad, de que revele si se trata de divergencias que afectan a problemas de principio o a cuestiones de detalle, de que ponga en claro si esas divergencias son o no un obstáculo para trabajar juntos en el seno de un mismo partido. La respuesta que con tanto apremio exigen todas esas cuestiones sólo podremos obtenerla en el caso de que el problema del programa figure en la polémica, en el caso de que las dos partes polemizantes expongan concretamente sus opiniones programáticas. Como es natural, la confección de un programa general del partido no debe poner fin, ni mucho menos, a toda polémica, poro sí habrá de dejar bien sentadas las ideas fundamentales acerca del carácter, los objetivos y las tareas de nuestro movimiento, ideas que deberán servir de bandera al partido en la lucha, unido y cohesionado pese a las divergencias particulares quo se produzcan entre sus miembros en torno a cuestiones de detalle.
Y ahora, al grano.
Cuando se habla del programa de los socialdemócratas rusos, las miradas de todos se vuelven, como es muy natural, hacia los miembros del grupo "Emancipación del Trabajo", que han sido los fundadores de la socialdemocracia rusa y tanto han hecho para su desarrollo teórico y práctico. Nuestros viejos camaradas se hicieron eco inmediatamente de las demandas del movimiento socialdemócrata ruso. En la primavera de 1898, casi al mismo tiempo que se hacían los preparativos para la celebración del congreso de los socialdemócratas rusos que habría de fundar el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, P. B. Axelrod publicó su folleto A propósito de las tareas actuales y la táctica de los socialdemócratas rusos (Ginebra, 1898; el prefacio lleva fecha de marzo de 1898) y reprodujo en calidad de apéndice a ese folleto el Proyecto de programa de los socialdemócratas rusos, editado ya en 1885 por el grupo "Emancipación del Trabajo".
Comenzaremos, pues, examinando este proyecto. A pesar de Haber sido editado hace casi 15 años, a nuestro entender, cumple muy satisfactoriamente, en rasgos generales, su cometido y se halla a la altura de la teoría socialdemócrata moderna. El proyecto señala con exactitud que la clase obrera, el "proletariado industrial", es la única clase capaz de desempeñar en Rusia (como en los demás países) el papel de luchador independiente por el socialismo; en el se indica cuál es el objetivo que debe perseguir esa clase: ''La revolución comunista" —"la conversión en propiedad social de todos los medios e instrumentos de producción'', la "supresión de la producción mercantil" y "su sustitución por un nuevo sistema, por un sistema de producción social"—; se señala "la conquista del poder político por la clase obrera" como "condición previa e inexcusable" "de la reorganización de las relaciones sociales"; se señala la solidaridad internacional del proletariado y la necesidad de que "en los programas de los socialdemócratas de los distintos países se establezcan diferencias, de acuerdo con las condiciones sociales de cada uno de ellos"; se señalan las peculiaridades de Rusia, "donde las masas trabajadoras se hallan sometidas al doble yugo del capitalismo en desarrollo y de la agonizante economía patriarcal"; se señala la relación existente entre el movimiento revolucionario ruso y el proceso de creación (por el capitalismo en desarrollo) de la "nueva clase del proletariado industrial, dotada de mayor capacidad de asimilación, con más libertad de movimiento y más culta"; se señala la necesidad de constituir "un partido obrero revolucionario" y que "la primera tarea política" de ese partido es "el derrocamiento del absolutismo"; se señalan también "los medios con que ha de llevarse a cabo la lucha política" y se exponen las reivindicaciones fundamentales de esta lucha.
Todos estos elementos del programa son, a nuestro juicio, absolutamente necesarios en el programa del Partido Obrero Socialdemócrata, pues todos ellos exponen tesis que, desde entonces, han sido confirmadas una y otra vez tanto por el desenvolvimiento de la teoría socialista como por el desarrollo del movimiento obrero en todos los países, y, en particular, por el desarrollo del pensamiento social y del movimiento obrero en Rusia. Por esta razón, los socialdemócratas rusos pueden y deben, a nuestro entender, tomar como base del programa del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso el proyecto del grupo "Emancipación del Trabajo", en el que no hace falta más que introducir algunas modificaciones, enmiendas y adiciones de carácter particular.
Procuraremos señalar las modificaciones de carácter particular que entendemos deben ser introducidas y en torno a las cuales convendría establecer un intercambio de opiniones entre todos los socialdemócratas rusos Y los obreros conscientes.
Ante todo, como es natural, debo modificarse algo la estructura del programa. El de 1885 era el programa de un grupo de revolucionarios residentes en el extranjero, que habían sabido señalar con acierto el único camino que podía seguir el movimiento para dar resultados fructíferos, pero que en aquella época no veían todavía en Rusia un movimiento obrero más o menos amplio e independiente. En 1900 se trata ya de un programa para un partido obrero fundado por numerosas organizaciones socialdemócratas rusas. Aparte de las modificaciones que, por esta razón, deben ser introducidas (y sobre las que no merece la pena extenderse, pues son evidentes por sí solas), la diferencia señalada impone la necesidad de destacar en primer término y subrayar con más fuerza el proceso de desarrollo económico que crea las condiciones materiales y espirituales del movimiento obrero socialdemócrata, así como la lucha de clases del proletariado, cuya organización constituye la tarea que se ha planteado el Partido Socialdemócrata. La explicación de los rasgos fundamentales y del desarrollo del régimen económico que existe actualmente en Rusia debería encabezar el programa (véase el programa del grupo "Emancipación del Trabajo": "Desde la abolición del régimen de la servidumbre, el capitalismo ha logrado en Rusia éxitos enormes. El viejo sistema de la economía natural va cediendo lugar a la producción mercantil..."). A continuación debería esbozarse la tendencia fundamental del capitalismo: la escisión del pueblo y su división en burguesía y proletariado, "el incremento de la miseria, de la opresión, del so juzgamiento, de las vejaciones y de la explotación"[3]. Estas célebres palabras de Marx se reproducen en el segundo párrafo del programa de Erfurt del Partido Socialdemócrata alemán 40, y es precisamente contra este punto contra el que arremeten con ímpetu especial en estos últimos tiempos los críticos que se agrupan en torno a Bernstein, repitiendo las viejas objeciones de los liberales burgueses y de los políticos sociales a la "teoría de la depauperación". A nuestro entender, la polémica desarrollada en torno a esta cuestión ha demostrado plenamente la total inconsistencia de semejante "crítica". El propio Bernstein ha reconocido la justeza de estas
palabras de Marx como definidoras de la tendencia del capitalismo, tendencia que se convierte en realidad cuando el proletariado no libra contra ella su lucha de clases, cuando el proletariado no ha conquistado leyes que protejan a los obreros. Y es precisamente en Rusia donde vemos actualmente cómo esa tendencia se manifiesta con fuerza colosal, descargando sus efectos sobre los campesinos y los obreros. Kautsky ha demostrado después que las palabras sobre "el incremento de la miseria, etc." no sólo son ciertas para definir la tendencia, sino también para señalar el aumento de la ''miseria social", es decir, el aumento de la falta de correspondencia entre la situación del proletariado y el nivel de vida de la burguesía, el nivel de las exigencias sociales, que van creciendo a la par que crece en forma gigantesca la productividad del trabajo. Por último, estas palabras también son ciertas porque, "en las zonas limítrofes" del capitalismo (es decir, en los países y en las ramas de la economía nacional donde el capitalismo inicia su aparición y tropieza con un orden de cosas precapitalista), el incremento de la miseria adquiere proporciones masivas, con la particularidad de que no se trata solamente de la miseria "social", sino de la más terrible miseria física, llegando incluso al hambre y a la muerte por inanición. Todo el mundo sabe que esto puede aplicarse a Rusia con muchísima mayor razón que a cualquier otro país de Europa. Así, pues, las palabras "incremento de la miseria, de la opresión, del sojuzgamiento, de las vejaciones y de la explotación" deben, a juicio mío, figurar sin falta en el programa; en primer lugar, porque definen con todo acierto los rasgos fundamentales y esenciales del capitalismo y señalan ese proceso que se desarrolla ante nosotros y que es una de las causas principales de la aparición del movimiento obrero y del socialismo en Rusia; en segundo lugar, porque estas palabras proporcionan un material abundantísimo para la agitación, por cuanto resumen una serie de fenómenos que son los que más oprimen y, a la vez, los que más indignan a las masas obreras (el paro forzoso, los bajos salarios, la indigencia, el hambre, la disciplina draconiana del capital, la prostitución, el aumento del número de sirvientes, etc., etc.) ; en tercer lugar, porque con esta exacta exposición del efecto funesto del capitalismo y de la necesidad, de la inevitabilidad de la indignación obrera, establecemos una divisoria entre nosotros y esa gente que nada entre dos aguas y que, "simpatizando" con el proletariado y exigiendo "reformas" que le benefician, tratan de mantenerse en el "justo medio" entre el proletariado y la burguesía, entre el gobierno absolutista y los revolucionarios. Y tal divisoria entre nosotros y esa gente es particularmente necesaria ahora, si es que queremos crear un partido obrero unido y cohesionado, que luche firme y resueltamente por la libertad política y el socialismo.
Aquí es preciso que digamos unas palabras acerca de nuestra actitud ante el programa de Erfurt. Por lo expuesto más arriba, cualquiera puede ver que las enmiendas que nosotros consideramos necesario introducir en el proyecto del grupo "Emancipación del Trabajo" son las que contribuyen a acercar el programa de los socialdemócratas rusos al de los alemanes. No nos asusta en absoluto decir que queremos imitar el programa de Erfurt. No puede haber ningún inconveniente en imitar lo bueno, y hoy día, cuando tan frecuente es oír críticas oportunistas y ambiguas a este programa, consideramos un deber nuestro pronunciarnos abiertamente en su favor. Pero la imitación no puede convertirse de ninguna manera en simple copia. La imitación es plenamente legítima, por cuanto en Rusia observamos también los mismos procesos fundamentales en el desarrollo del capitalismo, las mismas tareas fundamentales de los socialistas y de la clase obrera, aunque esto no debe hacernos olvidar en ningún caso las particularidades de Rusia, que deben estar plenamente reflejadas en las particularidades de nuestro programa. Anticipándonos en la exposición, diremos ya ahora que estas particularidades se refieren, EN primer lugar, a nuestras tareas políticas y a nuestros medios de lucha, y en segundo lugar, a la lucha contra todos los residuos del régimen patriarcal, del régimen precapitalista y al especial planteamiento del problema campesino que esta lucha impone.
Una vez hecha esta necesaria advertencia, prosigamos. Después de la indicación acerca del "incremento de la miseria", debe ir una definición de la lucha de clases del proletariado, señalándose a continuación los objetivos de la misma (la conversión de todos los medios de producción en propiedad social y la sustitución de la producción capitalista por la producción socialista), el carácter internacional del movimiento obrero, el carácter político de la lucha de clases y los objetivos inmediatos de ésta (la conquista de la libertad política). Tiene especial importancia reconocer que la lucha contra el absolutismo, por la conquista de las libertades políticas es la primera tarea política del partido obrero, pero para explicar esta tarea es preciso, a juicio nuestro, esclarecer el carácter de clase del absolutismo ruso de nuestros días y mostrar la necesidad de derrocarlo, no sólo en beneficio de la clase obrera, sino también en beneficio de todo el desarrollo social. Esto es necesario, además, por consideraciones de tipo teórico, pues desde el punto de vista de las ideas fundamentales del marxismo, los intereses del desarrollo social están por encima de los intereses de la clase obrera, los intereses de todo el movimiento obrero en su conjunto están por encima de los intereses de tal o cual capa de obreros o de tal o cual aspecto del movimiento; y también es necesario, por consideraciones de tipo práctico, para señalar el punto central bacía el cual debe convergir y en torno al cual debe agruparse toda la actividad multiforme de la social-democracia, consistente en una labor de propaganda, de agitación y de organización. Nos parece que, además, convendría que en un párrafo especial del programa se señalase que el Partido Obrero Socialdemócrata se plantea la tarea de apoyar cualquier movimiento revolucionario dirigido contra el absolutismo y de luchar contra todos los intentos del gobierno autocrático de corromper y anublar la conciencia política del pueblo mediante tutelas burocráticas y falsas dádivas, mediante esa política demagógica a la que nuestros camaradas alemanes han dado el nombre de Peitsche una Zuckerbrot (política del látigo y la miel). La miel son las dádivas que se conceden a quienes por obtener algunas mejoras parciales en la situación material renuncian a sus reivindicaciones políticas y miguen siendo sumisos esclavos cíe la arbitrariedad policíaca (residencias, etc. para los estudiantes; y para los obreros, bastará recordar las proclamas de Witte. el ministro de Hacienda, durante las huelgas de 1896 y 1897 en San Petersburgo, o los discursos en defensa de los obreros pronunciados por funcionarios del Ministerio del Interior en la comisión encargada de redactar la ley del 2 de junio de 1897). El látigo son las crueles persecuciones contra quienes, a despecho de esas dádivas, siguen luchando por la libertad política (el envío de estudiantes al ejercito41, la circular del 12 de agosto de 1897 sobre el destierro de obreros a Siberia, la intensificación de las persecuciones contra la socialdemocracia, etc.). La miel, para atraer a los débiles, para sobornarlos y corromperlos; el látigo, para intimidar y hacer "inofensivos" a quienes luchan honrada y concientemente por la causa de los obreros y por la causa del pueblo. Mientras exista el absolutismo (y ahora tenemos que poner a tono nuestro programa con la existencia del absolutismo, pues su caída habrá di1 provocar inevitablemente cambios tan grandes en las condiciones políticas, que el partido obrero se verá obligado a modificar esencialmente la formulación de sus objetivos políticos inmediatos), mientras exista el absolutismo, repito, debemos esperar la constante renovación e intensificación de estas medidas demagógicas del gobierno, y por lo tanto, debemos luchar sistemáticamente contra ellas denunciando la falacia de los defensores policíacos del pueblo, mostrando la relación existente entre las reformas del gobierno y la lucha de los obreros, enseñando al proletariado a utilizar cualquier reforma para fortalecer sus posiciones de combate, para ampliar y profundizar el movimiento obrero. La necesidad de indicar en el programa que se debe apoyar a todos cuantos luchen contra el absolutismo, obedece a que la socialdemocracia rusa, indisolublemente ligada a los elementos avanzados de la clase obrera rusa, tiene que enarbolar una bandera democrática general, para agrupar en torno suyo a todas las capas y a todos los elementos capaces de luchar por la libertad política o do apoyai1, aunque sólo sea, esa lucha por cualquier medio.
Esas son, a juicio nuestro, las exigencias a que debe responder la exposición de principios de nuestro programa y las tesis fundamentales que deben expresarse en ella con la mayor precisión y el máximo relieve. Creemos que del proyecto de programa del grupo de la "Emancipación del Trabajo" (de la exposición de principios) deben quedar fuera: 1) las indicaciones acerca de la forma de la propiedad campesina de la tierra (más adelante hablaremos del problema campesino) ; 2) las indicaciones relativas a las causas de la “inestabilidad", etc., de los intelectuales; 3) el punto relativo a la "supresión del actual sistema de representación política, instituyéndose en su lugar la legislación directa por el pueblo"; 4) el punto que trata de los "medios de lucha política". Bien es verdad que en este último punto no vemos nada que pueda considerarse anticuado o erróneo; al contrario, consideramos que los medios de lucha han de ser precisamente los que señala el grupo "Emancipación del Trabajo" (agitación, organización revolucionaria y paso, en el "momento oportuno", a la ofensiva resuelta, que, en principio, no habrá de renunciar tampoco al empleo del terror), pero opinamos que en el programa de un partido obrero no cabe indicar los medios de lucha, que debían figurar, en 1885, en el programa de un grupo de revolucionarios residentes en el extranjero. El programa debe dejar abierta la cuestión de los medios, abandonando la elección de éstos al juicio de las organizaciones que luchan y de los congresos del partido, que son los que fijan su táctica. Es muy dudoso que las cuestiones tácticas puedan figurar en el programa (a excepción de las más esenciales y de las que tengan importancia de principio, como la de la actitud ante los demás grupos que luchan contra el absolutismo). Los problemas tácticos, a medida que vayan surgiendo, se discutirán en el periódico del partido y se resolverán definitivamente en los congresos. Entro estos problemas figura también, a nuestro entender, el del terror. Los socialdemócratas deben necesariamente poner a discusión este problema (no desde el punto de vista de los principios, claro está, sino en el aspecto táctico), pues el desarrollo mismo del movimiento, de un modo espontáneo, hace que sean cáela voz más frecuentes los atentados contra los espías y más intensa la violenta indignación de los obreros y de los socialistas, que ven cómo un número cada vez mayor de camaradas suyos muere en los calabozos y en los lugares de destierro, víctima de las torturas. Para evitar equívocos, diremos ya ahora que, a juicio nuestro, en los momentos actuales el terror es un medio de lucha inadecuado, que el partido (como partido) debe rechazarlo (mientras no se produzca un cambio de la situación que exija un cambio de táctica) y concentrar todos sus esfuerzos en el fortalecimiento de la organización y en el trasporte sistemático de materiales políticos. No es este el lugar para tratar el problema con más detalles.
Por lo que respecta al problema de la legislación directa por el pueblo, creemos que, en los momentos actuales, no se le debe incluir en el programa. En el terreno de los principios no se puede ligar la victoria del socialismo a la sustitución del parlamentarismo por la legislación directa por el pueblo. Ya lo han demostrado, a juicio nuestro, los debates en torno al programa de Erfurt y el libro de Kautsky dedicado a la legislación por el pueblo. Kautsky dice (basándose en un análisis histórico y político) que la legislación por el pueblo puede reportar ciertos beneficios en las siguientes condiciones: 1) cuando no hay contradicción entre la ciudad y el campo o cuando la ciudad predomina sobre el campo; 2) cuando existen partidos políticos muy desarrollados; 3) cuando “no hay un poder estatal excesivamente centralizado y por sí mismo opuesto a la representación del pueblo". Las condiciones que vemos en Rusia son diametralmente opuestas, y el peligro de que la legislación por el pueblo" degenerase, en un “plebiscito imperialista sería muy grande en nuestro país. Si refiriéndose a Alemania y Austria, Kautsky pudo decir en 1893 que "para nosotros, los europeos orientales, la legislación directa por el pueblo pertenece al «estado del Futuro»", con tanta mayor razón puede decirse lo mismo por lo que respecta a Rusia. Por eso creemos que en estos momentos, cuando en Rusia domina la autocracia, debemos limitarnos a exigir una "constitución democrática" y preferir los dos primeros puntos de la parte práctica del programa del grupo "Emancipación del Trabajo" a los dos primeros puntos de la parte práctica del "Programa de Erfurt".
Pasamos a la parte práctica del programa. Si no es por la forma de la exposición, por su fondo esta parte se divide, a juicio nuestro, en tres apartados: 1) exigencia de trasformaciones democráticas de tipo general, 2) exigencia de medidas que protejan a los obreros y 3) exigencia de medidas que beneficien a los campesinos. No creo que en lo tocante al primer apartado haya necesidad de introducir modificaciones esenciales en el "proyecto de programa" del grupo "Emancipación del Trabajo", que reivindica: 1) sufragio universal; 2) remuneración de los representantes elegidos,- 3) instrucción general, laica, gratuita y obligatoria, etc.; 4) inviolabilidad de la persona y del domicilio de los ciudadanos; 5) libertad ilimitada de conciencia, de palabra, de reunión, etc... (aquí convendría tal vez añadir especialmente: libertad de huelga) ; 6) libertad de movimiento y de ocupación (aquí convendría tal vez añadir: "libertad de traslado" y "supresión completa de los pasaportes'') ; 7) plena igualdad de derechos de todos los ciudadanos, etc.; 8) sustitución del ejercito permanente por el armamento general del pueblo; 9) "revisión de toda nuestra legislación civil y penal, supresión de la división por estamentos y de los castigos incompatibles con la dignidad humana". Aquí convendría añadir: "plena libertad de derechos entre la mujer y el hombre". En este mismo apartado debe incluirse además la exigencia de reformas financieras, que en el programa del grupo "Emancipación del Trabajo" figura entre las reivindicaciones que "presentará el partido obrero, basándose en estos derechos políticos fundamentales", o sea, "la abolición del actual sistema tributario y el establecimiento de un impuesto progresivo sobre la renta". .Finalmente, aquí también tendría que figurar la exigencia: "elección de los funcionarios por el pueblo; derecho de cada ciudadano a recurrir ante los tribunales contra cualquier funcionario, sin necesidad de apelar a sus superiores".
Por lo que respecta al segundo apartado de las reivindicaciones prácticas, en el programa del grupo "Emancipación del Trabajo" encontramos una reivindicación de tipo general, que pide "la reglamentación legislativa de las relaciones entre los obreros (urbanos y rurales) y los empresarios y el establecimiento del control correspondiente con participación de representantes de los obreros". Nosotros creemos que un partido obrero debe exponer en forma más amplia y detallada las reivindicaciones referentes a este punto y exigir: 1) jornada de trabajo de ocho horas; 2) prohibición del trabajo nocturno, prohibición del trabajo de los niños menores de 14 años; 3) descanso ininterrumpido de 36 horas semanales, por lo menos, para cada obrero; 4) legislación fabril e inspección fabril extensiva a todas las ramas de la industria y de la agricultura, a las fábricas del estado, a los establecimientos de artesanos y a los trabajadores de la industria a domicilio (kustares). Elección por los obreros de los inspectores auxiliares que habrán de tener los mismos derechos que los inspectores; 5) institución de tribunales industriales y agrícolas en todas las ramas de la industria y de la agricultura, con jueces elegidos paritariamente por los empresarios y los obreros; 6) prohibición general y absoluta del pago en mercancías; 7) responsabilidad de los empresarios, prevista por la ley, en todos los accidentes de trabajo, tanto en la industria como en la agricultura; 8) leyes que establezcan la obligación de pagar una vez por semana, por lo menos, a todos los asalariados, cualquiera que sea el trabajo que realicen; 9) abolición de todas las leyes que vulneran la igualdad de derechos del trabajador y del empresario (por ejemplo, las que establecen la responsabilidad penal de los obreros fabriles y agrícolas por el abandono del trabajo; las leyes que dan a los empresarios mucha mayor libertad que a los trabajadores para romper los contratos de trabajo, etc.). (Se sobreentiende que no hacemos más que señalar las reivindicaciones deseables, sin darles la redacción definitiva que exigiría el proyecto.) Este apartado del programa debe (ligado al anterior) proporcionar las tesis fundamentales que sirvan de guía para la agitación, sin que, al mismo tiempo, coarten en lo más mínimo la libertad de los propagandistas para plantear en las distintas localidades, ramas de la producción, fábricas, etc., reivindicaciones algo modificadas, más concretas y de carácter más particular. Por lo tanto, al redactar este apartado del programa debemos procurar evitar dos extremos: de una parte, no debemos omitir ninguna de las reivindicaciones principales, de importancia esencial para toda la clase obrera; de otra, no hay que detallar demasiado, pues no sería razonable llenar el programa con cuestiones de tipo particular.
La reivindicación de la "ayuda del estado a las asociaciones de productores", contenida en el programa del grupo "Emancipación del Trabajo", no debe, a juicio nuestro, figurar para nada en el programa. Tanto la experiencia de otros países, como las consideraciones de tipo teórico, así como las particularidades de la vida rusa (la tendencia de los liberales burgueses y del gobierno policíaco a coquetear con los "arteles", con la "protección" a la "industria popular", etc.) son otros tantos argumentos en contra de que se plantee tal reivindicación. (Naturalmente, hace 15 años la situación era, en muchos aspectos, bien distinta, y e 11 aquella época era lógico que los socialdemócratas la incluyeran en su programa.)
Nos queda por examinar el tercero y último apartado de la parte práctica del programa: las reivindicaciones referentes al problema campesino. En el programa del grupo "Emancipación del Trabajo" encontramos una de estas reivindicaciones: "revisión radical de nuestras relaciones agrarias, es decir, de las condiciones del rescate de la tierra y de su entrega a las sociedades campesinas. Derecho de renunciar a la parcela y de salir de la comunidad para aquellos campesinos que lo consideren conveniente, etc.".
Creo que la idea fundamental expresada en esta reivindicación es muy justa y que el Partido Obrero Socialdemócrata debe plantear en su programa la reivindicación correspondiente (digo correspondiente, pues estimo que convendría introducir algunas modificaciones).
He aquí cómo entiendo yo esta cuestión. El problema campesino en Rusia difiere sustancialmente del problema campesino en el Occidente, pero la diferencia se reduce tan sólo a que en el Occidente se trata, casi de un modo exclusivo, del campesino que vive en la sociedad capitalista, en la sociedad burguesa, mientras que en Rusia se trata sobre todo del campesino que padece lo mismo (si no más) a consecuencia de las instituciones y relaciones precapitalistas, a consecuencia de las supervivencias del régimen de la servidumbre. En el Occidente, el campesinado como clase ya ha terminado de desempeñar su papel como suministrador de luchadores contra el absolutismo y contra las supervivencias de la servidumbre. En Rusia, todavía no. En el Occidente hace ya tiempo que el proletariado industrial se ha separado claramente del campo, y esa separación está consolidada por las correspondientes instituciones jurídicas. En Rusia, "el proletariado industrial, por sus elementos constitutivos y por las condiciones de su existencia, está muy ligado todavía al campo" (P. B. Axelrod, folleto cit., Pág. 11.) Ciertamente, el proceso de diferenciación del campesinado en pequeña burguesía y obreros asalariados se produce en nuestro país con extraordinaria intensidad y sorprendente rapidez, pero dista mucho de haber terminado y, sobre todo, transcurre en el marco de las viejas instituciones de tipo feudal, que tienen atados a todos los campesinos con las pesadas cadenas de la caución solidaria y de la comunidad fiscal. Por consiguiente, los socialdemócratas rusos, incluso si figuran (como el autor de estas líneas) entre los adversarios resueltos de que se proteja o apoye a la pequeña propiedad o a la pequeña hacienda en la sociedad capitalista, es decir, si hasta en el problema agrario se sitúan (como el autor de estas líneas) al lado de esos marxistas a quienes ahora gustan de tildar de "dogmáticos" y "ortodoxos" los burgueses y los liberales de toda laya, pueden y tienen el deber —sin traicionar en lo más mínimo a sus convicciones, sino más bien al contrario, precisamente en virtud de esas mismas convicciones de propugnar que el partido obrero haga figurar en su bandera el apoyo al campesinado (de ningún modo como clase de pequeños propietarios o pequeños patronos), en la medida en que éste sea capaz de luchar revolucionariamente contra los restos del régimen de la servidumbre, en general, y contra el absolutismo, en particular. ¿No decimos acaso todos los socialdemócratas que estamos dispuestos a apoyar también a la gran burguesía, en la medida en que sea capaz de luchar revolucionariamente contra esas manifestaciones? ¿Cómo podemos, entonces, negarle ese apoyo a los millones de hombres que integran la clase de la pequeña burguesía, que se está fundiendo con el proletariado a través de una serie de transiciones graduales? Si el apoyar las reivindicaciones liberales de la gran burguesía no significa apoyar a la gran burguesía, tampoco el apoyar las reivindicaciones democráticas de la pequeña burguesía significa, en modo alguno, apoyar a la pequeña burguesía. Al contrario, precisamente el desarrollo que la libertad política habrá de imprimir a Rusia conducirá con fuerza particular al hundimiento de la pequeña hacienda bajo los golpes del capital. Me parece que este punto no habrá de provocar discusiones entre los socialdemócratas. Por lo tanto, todo el problema se reduce a las siguientes cuestiones: 1) ¿cómo han de elaborarse las reivindicaciones para que no impliquen un apoyo a los pequeños patronos en la sociedad capitalista? y 2) ¿es capaz nuestro campesinado, aunque sólo sea en parte, de luchar revolucionariamente contra los restos del régimen de la servidumbre y contra el absolutismo?
Comencemos por la segunda cuestión. Seguramente nadie habrá de negar la existencia de elementos revolucionarios en el campesinado raso. Se conocen hechos como los levantamientos campesinos contra los terratenientes, sus administradores y los funcionarios dedicados a su defensa, producidos también después de la reforma; se conocen hechos corno los asesinatos agrarios, los motines, etc.; se conocen hechos como la creciente indignación de los campesinos (entre los cuales, incluso las mezquinas briznas de instrucción comienzan ya a despertar el sentimiento de la dignidad humana) contra la feroz arbitrariedad de esa banda de nobles andrajosos que con el nombre de zemSkie nachálniki han sido lanzados contra los campesinos; se conocen hechos como los períodos de hambre, cada vez más frecuentes, que padecen millones de hombres del pueblo, que no pueden permanecer en actitud de simples observadores ante tales "dificultades del abastecimiento '' ; se conocen hechos como el desarrollo del sectarismo y del racionalismo entre los campesinos, y la protesta política con ropaje religioso no es un fenómeno exclusivo de Rusia, sino que se da en todos los pueblos, en determinada fase de su desarrollo. La existencia de elementos revolucionarios en el campesinado no ofrece, pues, la menor duda, No pretendemos exagerar en lo más mínimo la fuerza de esos elementos; no olvidamos el atraso político ni la ignorancia de los campesinos; no tratamos de borrar en absoluto la diferencia que hay entre *'la revuelta rusa, tan insensata e implacable" y la lucha revolucionaria; no olvidamos de ningún modo la enormidad de recursos que posee el gobierno para engañar y corromper políticamente a los campesinos. Pero lo único que se desprende de todo esto es que sería absurdo presentar al campesinado como al portador del movimiento revolucionario, que el partido que hiciese depender el carácter revolucionario de su movimiento, del espíritu revolucionario del campesinado obraría de un modo insensato. Pero a nos-
otros no se nos ocurre proponer nada de eso a los socialdemócratas rusos. Lo único que decimos es que un partido obrero no puede hacer cano omiso de los elementos revolucionarios que también existen en el campesinado, no puede dejar de prestar ayuda a esos elementos sin faltar a los postulados fundamentales del marxismo y sin cometer un Bravísimo error político. ¿Sabrán comportarse estos elementos revolucionarios del campo ruso por lo menos, como se comportaron los campesinos de la Europa occidental durante el derrocamiento del absolutismo? Es ésta una pregunta a la que la historia no ha dado aún su respuesta. Si no saben hacerlo, la socialdemocracia no habrá perdido nada por lo que se refiere a su prestigio ni por lo que toca al movimiento, pues no tendrá la culpa de que el campesinado no haya respondido (o no haya podido responder, tal vez) a su llamamiento revolucionario. El movimiento obrero sigue y seguirá su camino, a despecho de todas las traiciones de la gran burguesía o de la pequeña burguesía. Si saben hacerlo, la socialdemocracia que en tal caso no apoyase al campesinado habría perdido para siempre su prestigio y el derecho a considerarse la vanguardia de la lucha por la democracia.
Pasando a la primera cuestión planteada más arriba, debemos decir que la exigencia de una “revisión radical de las relaciones agrarias'' nos parece poco concreta. Tal vez fuese suficiente hace 15 años, pero es dudoso de que pueda satisfacernos hoy día, cuando tenemos que proporcionar materiales orientadores para la agitación y establecer una divisoria entre nosotros y los defensores de la pequeña hacienda, tan .numerosos en la sociedad rusa de nuestros días y que cuentan con partidarios tan "influyentes" como los señores Pobiedonóstsev, Witte y numerosos funcionarios del .Ministerio del Interior. Nos permitiremos someter al juicio de los camaradas esta redacción aproximada del tercer apartado de la parte práctica de nuestro programa:
“Al apoyar cualquier movimiento revolucionario dirigido contra el actual régimen político y social, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia declara que apoyará al campesinado en la medida en que éste, como la clase que más padece a consecuencia de la falta de derechos del pueblo ruso y la persistencia de restos del régimen de la servidumbre en la sociedad rusa, sen capaz de luchar revolucionariamente contra el absolutismo.
"Basándose en este principio, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia exige:
1) Que se supriman los rescates y los tributos, así como todas las prestaciones a que está sometido actualmente el campesinado como estamento tributario.
2) Que se devuelva al pueblo el dinero de los rescates, robado a los campesinos por el gobierno y los terratenientes.
3) Que se suprima la caución solidaria y todas las leyes que impiden al campesino disponer de sus tierras.
4) Que sean abolidos todos los restos de dependencia feudal de los campesinos respecto de los terratenientes, lo mismo si tienen su origen en leyes o instituciones especiales (como, por ejemplo, la situación de los campesinos y de los obreros en las zonas mineras y fabriles de los Urales) o en la ausencia de deslindes bien precisos entre las tierras de los campesinos y las de los terratenientes (como, por ejemplo, los restos de las servidumbres en el Territorio Occidental), o bien en el hecho de que el recorte de las tierras de los campesinos por el terrateniente coloca en realidad a aquellos en la desesperada situación de los antiguos campesinos sometidos a la prestación personal.
5) Que se otorgue a los campesinos el derecho de exigir judicialmente la reducción de las rentas exorbitantes y de llevar a los tribunales, por usura, a los terratenientes y, en general, a todos los que aprovechándose de la penuria de los campesinos les obligan a concluir contratos leoninos."
Es preciso que nos detengamos a argumentar esta propuesta en forma particularmente detallada, y no porque esta parte del programa sea la más importante, sino porque es la más discutida y la más alejada de las verdades del tipo general, admitidas por todos los socialdemócratas. La tesis que sirve de introducción y que se refiere al “ apoyo'' (condicional) a los campesinos, nos parece necesaria porque el proletariado no puede ni debe, hablando en términos generales, asumir la defensa de los intereses de una clase de pequeños patronos; lo único que puede hacer es apoyarla en la medida en que esa clase actúe revolucionariamente. Y como hoy día el absolutismo encarna precisamente todo el atraso de Rusia, todos los restos del régimen de la servidumbre, la Falta de derechos y la opresión "patriarcal", es preciso decir que el partido obrero sólo apoya al campesinado en la medida en que éste es capaz de luchar revolucionariamente contra el absolutismo. Tal tesis se halla por lo visto en contradicción con esta otra del proyecto del grupo "Emancipación del Trabajo": "El principal sostén del absolutismo reside precisamente en la indiferencia política y el atraso intelectual del campesinado." Pero no se trata de una contradicción teórica, sino de una contradicción de la vida misma, pues el campesinado (como, en general, la clase de los pequeños patronos) se distingue por la dualidad de sus rasgos. Sin repetir conocidos argumentos de índole político-económica que demuestran la situación intrínsecamente contradictoria del campesinado, recordaremos la siguiente caracterización del campesinado francés de mediados del siglo pasado, hecha por Marx:
“…La dinastía de Bonaparte no representa al campesino revolucionario, sino al campesino conservador; no representa al campesino que pugna por salir de su condición social de vida, determinada por la parcela, sino al que, por el contrario, quiere consolidarla; no a la población campesina, que, con su propia energía y unida a las ciudades, quiere derribar el viejo orden, sino a la que, por el contrario, sombríamente retraída en este viejo orden, quiere verse salvada y preferida, en unión de su parcela, por el espectro del imperio. No representa la ilustración, sino la superstición del campesino, no su juicio, sino su prejuicio, no su porvenir, sino su pasado, no sus Cevennes modernas, sino su moderna Vendee (Der 18, Brumaire, S. 99).[4].Lo que necesita el partido obrero es apoyar precisamente a ese campesino que quiere derribar "el viejo orden", o sea, refiriéndonos a Rusia, derribar ante todo y sobre todo el absolutismo. Los social-demócratas rusos siempre han reconocido la necesidad de destacar y recoger de la doctrina y de la tendencia populista el lado revolucionario de esta. En el programa del grupo "Emancipación del Trabajo" esto ha sido expresado no sólo en la exigencia arriba citada de una ''revisión radical" etc., sino también en las siguientes palabras: ''Por lo demás, de suyo se comprende que, incluso hoy día, las personas que se hallan en contacto directo con el campesinado, podrían, con su actividad en el seno de éste, prestar un importante servicio al movimiento socialista de Rusia. Lejos de apartar de sí a estas personas, los socialdemócratas Harán todo lo posible para llegar a un acuerdo con ellas en lo tocante a los principios y los métodos fundamentales de su actividad. Hace 15 años, cuando todavía se hallaban vivas las tradiciones del populismo revolucionario, tal declaración era suficiente, poro hoy día somos nosotros mismos los que debemos comenzar a discutir “los principios fundamentales de la actividad ' entre el campesinado, si queremos que el Partido Obrero Socialdemócrata llegue a ser la vanguardia de la lucha por la democracia.
¿No conducirán esas reivindicaciones propuestas por nosotros a que el apoyo a los campesinos no sea un apoyo prestado a ellos personalmente, sino a sn propiedad? ¿No significarán esas reivindicaciones un fortalecimiento de la pequeña propiedad? ¿Estarán en consonancia con todo el curso del desarrollo capitalista? Examinemos estas cuestiones, de capital importancia para los marxistas.
Por lo que toca a la primera y a la tercera reivindicación, es poco probable que entre los socialdemócratas haya discrepancias de fondo. La segunda reivindicación seguramente habrá de provocar discrepancias por lo que respecta también a su fondo. A juicio nuestro, esta reivindicación se ve respaldada por los siguientes argumentos: 1) es un hecho que los rescates han sido un despojo directo de los campesinos por los terratenientes, que dichos rescates no sólo han sido pagados por las tierras de los campesinos, sino también por la abolición del régimen de la servidumbre, que el gobierno ha obtenido de los campesinos más de lo que ha pagado a los terratenientes; 2) no tenemos ninguna razón para considerar ese hecho como algo totalmente liquidado y entregado al archivo de la historia, pues semejante idea de la reforma campesina no la tienen ni los propios explotadores magnánimos que ahora gritan por las “pérdidas" sufridas en aquella época; 3) hoy, cuando el hambre de millones de campesinos se esta convirtiendo en un fenómeno crónico, cuando el gobierno derrocha millones y millones para obsequiar a los terratenientes y a los capitalistas, para su aventurera política exterior, y al mismo tiempo regatea unas migajas destinadas a socorrer a los hambrientos, hoy, precisamente, es oportuno y necesario recordar lo que le ha costado al pueblo la administración del gobierno absolutista que sirve a los intereses de las clases privilegiadas; 4) los socialdemócratas no pueden permanecer en una actitud de espectadores indiferentes ante el hambre que azota y extermina a los campesinos. Entre los socialdemócratas rusos nunca ha habido disparidad de opiniones en cuanto a la necesidad de prestar la ayuda más amplia a los hambrientos. Y es difícil suponer que haya alguien dispuesto a afirmar que es posible prestar una ayuda seria sin recurrir a medidas revolucionarias; 5) la expropiación de las tierras de la corona y la libre compra-venta en gran escala de las tierras de la nobleza es decir, lo que habría de ser la consecuencia del cumplimiento de esta reivindicación no reportarían sino beneficios a todo el desarrollo social de .Rusia. Como principal argumento contra esta reivindicación, ante todo se nos diría, probablemente, que es "irrealizable", si esa objeción viene respaldada únicamente por frases contra el "revolucionarismo" y la "utopía'', diremos de antemano (pie semejantes frases oportunistas no nos asustarán lo más mínimo y no les concederemos la menor importancia. Y si esa objeción viene respaldada por un análisis de las condiciones económicas y políticas de nuestro movimiento, reconoceremos desde luego la necesidad de discutir más a fondo este problema y la conveniencia de entablar una polémica en torno a él haremos observar tan sólo que esta reivindicación no si1 presenta independientemente, sino que forma parte de la reivindicación de apoyar al campesinado en, la, medida en que es revolucionario. El problema de la forma concreta y la fuerza con que habrán de manifestarse estos elementos del campesinado, lo ha de decidir la historia. Si cuando se dice que unas reivindicaciones son "realizables" no se entiende su correspondencia general con los intereses del desarrollo social, sino su correspondencia con el conjunto de las condiciones económicas y políticas existentes en ese momento, tal criterio es totalmente erróneo, como lo ha demostrado Kautsky de un modo convincente en su polémica con liosa Luxemburgo, quien afirmaba que la reivindicación de la independencia de Polonia era "irrealizable" (para el Partido Obrero polaco). Kautsky señaló entonces como ejemplo (si la memoria no me es infiel) la reivindicación del Programa de Erfurt en la que se habla de la elección ele los funcionarios por el pueblo. Es más que dudoso que en la Alemania de nuestros días 1al reivindicación sea ''realizable", pero ningún socialdemócrata ha propuesto limitar sus reivindicaciones al estrecho marco de lo que es posible en el momento dalo y en las condiciones dadas.
Por lo que se refiere al cuarto punto, es probable que, en principio, nadie habrá de negar la necesidad de que los social-demócratas reivindiquen la abolición de todos los restos de la dependencia feudal. Lo único discutible será seguramente el modo de formular esta reivindicación y, además, la amplitud de la misma, es decir, la necesidad do exigir que so incluya en (día, por ejemplo, la reivindicación de que se adopten medidas que supriman la dependencia de los campesinos basada de hecho en la prestación personal y que tiene su origen en el recorte de las tierras campesinas por la reforma de 1861. A .inicio nuestro, esta cuestión debe ser resuelta en sentido afirmativo. La enorme significación de la supervivencia real de la economía basada en la prestación personal (en el pago en trabajo) ha sido claramente establecida en distintas publicaciones, así como el enorme entorpecimiento que esta supervivencia supone para el desarrollo social (y para el desarrollo del capitalismo). Claro está que el desarrollo del capitalismo "por sí mismo, por el curso natural de las cosas", conduce a la supresión de estas supervivencias, a las que, en fin de cuentas, liará desaparecer; pero, en primer lugar, dichas supervivencias están extraordinariamente arraigadas, de modo quo no puede esperarse que la supresión de las mismas sea muy rápida, y en secundo lucrar —y esto es lo principal, "el curso natural de las cosas" no significa sino la extinción de los campesinos, quienes, de hecho (en virtud del pago cu trabajo, etc.), están sujetos a la tierra y avasallados por los terratenientes. En tales condiciones, es evidente que los socialdemócratas no pueden silenciar este problema en su programa. Se nos preguntará ¿cómo podría ser satisfecha esta reivindicación? Creemos que no es preciso hablar de ello en el programa. Naturalmente, el cumplimiento de esta reivindicación (que como el de casi todas las reivindicaciones de este apartado depende de la fuerza que tengan los elementos revolucionarios del campesinado) habrá de exigir un análisis minucioso de las condiciones locales por comités elegidos por los campesinos del lugar en contraposición a los comités de nobles que practicaron su ''legítimo" saqueo en la década del sesenta. Las reivindicaciones democráticas del programa definen con bastante precisión cuáles son las instituciones democráticas que serían necesarias para ello. Así es cómo se conseguiría esa ''revisión radical de las relaciones agrarias" de que habla el programa del grupo "Emancipación del Trabajo". Como ya hemos indicado más arriba, nosotros estamos de acuerdo en principio con este punto del proyecto propuesto por el grupo " Emancipación del Trabajo" y únicamente quisiéramos: 1) precisar las condiciones en que el proletariado puede luchar por los intereses de clase de los campesinos; 2) fijar el carácter de la revisión como supresión de los restos de la dependencia feudal; 3) exponer las reivindicaciones en forma más concreta.
Prevemos una objeción más: la revisión del problema de los recortes, etc., debe conducir a la devolución de estas tierras a los campesinos. Eso está claro. Pero, ¿acaso esa medida no fortalecerá la pequeña propiedad, la pequeña parcela? ¿.Acaso los socialdemócratas pueden desear la sustitución de la gran hacienda capitalista —formada tal vez por tierras robadas a los campesinos por la pequeña hacienda? ¡Sería una medida reaccionaria!
Contestamos a la objeción: es indudable que la sustitución de las grandes haciendas por haciendas pequeñas es una medida reaccionaria, y nosotros no debemos defenderla. Pero la reivindicación que estamos examinando se halla condicionada por la finalidad de "suprimir los restos de la dependencia feudal", y por consiguiente, no puede conducir al fraccionamiento de las grandes haciendas, pues se refiere exclusivamente a las viejas explotaciones basadas pura y esencialmente en la prestación personal, y, con relación a ellas, la hacienda campesina libre de todas las trabas medievales (véase el punto 3) no es reaccionaria, sino progresista. Naturalmente, aquí no es fácil trazar una línea divisoria, pero nosotros no creemos en absoluto que cualquiera de las reivindicaciones de nuestro programa pueda ser "fácilmente" satisfecha. Nuestra obligación es fijar los principios y las tareas fundamentales; de los detalles ya habrán de ocuparse quienes tengan que realizar prácticamente esas tareas.
El último punto persigue el mismo objetivo que el anterior: luchar contra todos los restos del modo de producción precapitalista (tan abundantes en el campo ruso). Como es sabido, los arrendamientos campesinos en Rusia no sirven muy a menudo más que para encubrir la supervivencia de unas relaciones basadas en la prestación personal. Por lo que respecta a la idea que inspira este último punto, la hemos tomado de Kautsky. Después de señalar que oí gobierno liberal de Gladstone había promulgado ya en 1881 una ley para Irlanda, concediendo a los tribunales el derecho de rebajar las rentas excesivas de los arrentamientos, Kautsky incluyó entre las reivindicaciones deseables la siguiente: la Deducción de las rentas excesivas por instituciones judiciales creadas con este final (Reduzierung übermässiger Pachtzinsen durch dazu eingesetzte Gerichtshöfe.) En Rusia esta medida sería particularmente útil (a condición, claro está, de que talos tribunales tuvieran una organización democrática) para eliminar las relaciones basadas en la prestación personal. Creemos que aquí se podría incluir la reivindicación de que las leyes contra la usura se hagan extensivas a los contratos leoninos, pues oí avasallamiento está tan desmesuradamente desarrollado-en el agro ruso, oprimo do tal modo al campesino en su calidad de trabajador, y es un freno tan enorme para el progreso social, que la necesidad de luchar contra el es muy grande. Y a los tribunales no los sería más difícil establecer el carácter expoliador y usurario de un contrato, que determinar el carácter abusivo de las rentas.
En todo y por todo, las reivindicaciones que proponemos se reducen, a juicio nuestro, a dos objetivos fundamentales: 1.) suprimir en el campo todas las instituciones y relaciones precapitalistas, do carácter feudal (el complemento de estas reivindicaciones figura en el primer capítulo de la parte práctica del programa); 2) dar a la lucha de clases en el campo un carácter más abierto y más conciente. Creemos que osos principios son precisamente los que deben servir de guía para el "programa agrario" socialdemócrata en Rusia. Es preciso establecer resueltamente una divisoria que nos separe de la tendencia (tan frecuente en "Rusia) a suavizar la lucha de clases en el campo. La corriente liberal populista imperante se distingue precisamente por tener ose carácter; poro, aun rechazándola resueltamente (como se ha hecho en el Apéndice al informe de los socialdemócratas rusos ante el Congreso internacional de Londres], no so puede olvidar que nuestro deber es destacar el contenido revolucionario del populismo. "Por cuanto el populismo ora una corriente revolucionaria, es decir, por cuanto luchaba contra el estado burocrático estamental y las bárbaras formas de explotación y opresión de las masas populares aplicadas con el apoyo del estado, debía ser, con las correspondientes modificaciones, un elemento constitutivo del programa de la socialdemocracia rusa'' (Axelrod: A propósito de las tareas actuales y la táctica, Pág. 7). En el agro ruso se entrelazan actualmente dos formas fundamentales de la lucha de clases: 1) la lucha del campesinado contra los privilegiados amos de la tierra y contra los restos del redimen de la servidumbre; 2) la lucha del naciente proletariado agrícola contra la burguesía del campo. Esta última forma de lucha tiene para los socialdemócratas, como es natural, más importancia, poro también deben apoyar necesariamente la primera, siempre y cuando ello no se oponga a los intereses del desarrollo social. No es casual que el problema campesino haya ocupado y ocupe un lugar tan grande en la sociedad rusa y en el movimiento revolucionario ruso: este hecho no es sino un reflejo de la gran importancia que aún tiene la primera forma de lucha.
Para terminar debemos hacer una advertencia a fin de prevenir un posible equívoco. Hemos hablado del "llamamiento revolucionario" dirigido a los campesinos por la socialdemocracia. ¿No significa eso que desperdigamos nuestras energías, que obramos en perjuicio de la concentración de fuerzas necesaria para trabajar entre el proletariado industrial? Nada de eso. Todos los socialdemócratas rusos reconocen la necesidad de esa concentración de fuerzas. De ella se habla en el proyecto del grupo "Emancipación del Trabajo" (1885) y en el folleto Las cartas de los socialdemócratas rusos (1898). Por consiguiente, no hay absolutamente ninguna razón, para temer que los socialdemócratas se pongan a desperdigar sus fuerzas. Un programa no es una instrucción. Un programa debe abarcar el movimiento en su conjunto, pero en la práctica, como es natural, tenemos que destacar en primer plano ya un aspecto del movimiento ya otro. Nadie habrá de negar la necesidad de que en el programa no sólo se hable de los obreros industriales, sino también de los obreros agrícolas, aunque, al mismo tiempo, a ningún socialdemócrata ruso se le ha ocurrido aún invitar a los camaradas a que, en las actuales circunstancias, se lancen al campo. Pero el movimiento obrero forzosamente habrá de conducir por sí mismo, independientemente de nuestros esfuerzos, a la difusión de las ideas democráticas en el campo. "La agitación basada en los intereses económicos hará que los círculos socialdemócratas se vean enfrentados directa e inevitablemente con hechos que demuestran en forma patente la estrechísima solidaridad de intereses entre nuestro proletariado industrial y las masas campesinas" (Axelrod, id, pág. 13), y ésta es la razón de que los socialdemócratas rusos necesiten imperiosamente un Agrarprogramm (en el sentido indicado pues, rigurosamente hablando, no se trata ni mucho menos de un ''programa agrario"). En nuestra propaganda y en nuestra agitación tropezamos a cada paso con obreros que son campesinos, es decir, con obreros fabriles que mantienen sus vínculos con el campo, que tienen a sus familiares en la aldea, a la que suelen ir. Los problemas relacionados con los rescates, la caución solidaria y las rentas, son problemas que muy a menudo interesan vivamente hasta a los obreros de la capital (no hablamos ya de los obreros de los Urales, por ejemplo, entre los cuales también han empezado a penetrar la propaganda y la agitación de los socialdemócratas). Faltaríamos a nuestro deber si no nos preocupásemos de dar orientaciones precisas a los socialdemócratas y a los obreros concientes que por una u otra razón llegan al campo. Además tampoco debemos olvidar a la intelectualidad rural, corno por ejemplo, a los maestros nacionales. Estos hombres han sirio tan vejados en el aspecto material y espiritual, observan tan de cerca la falta de derechos y la opresión del pueblo y tanto la han experimentado ellos mismos, que no cabe ninguna duda de que (con el desarrollo del movimiento) entre ellos habrán de propagarse las simpatías hacia la socialdemocracia.
Así pues, las partes integrantes del programa del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia han de ser, a juicio nuestro, las siguientes: 1) referencia al carácter fundamental del desarrollo económico de Rusia; 2) referencia a las consecuencias inevitables del capitalismo: el crecimiento de la miseria y de la indignación de los obreros; 3) referencia a la lucha de clases del proletariado como base de nuestro movimiento; 4) referencia a los objetivos finales del movimiento obrero socialdemócrata, a su aspiración a conquistar el poder político para alcanzar esos objetivos y al carácter internacional del movimiento; 5) referencia al carácter necesariamente político de la lucha de clases; 6) referencia a que el absolutismo ruso, que determina la falta de derechos y la opresión del pueblo y protege a los explotadores, es el principal estorbo para el movimiento obrero, por cuya razón, la conquista de la libertad política, también necesaria para todo el desarrollo social, constituye la tarea política inmediata del partido; 7) referencia a que el partido habrá de apoyar a todos los partidos y capas de la población que luchen contra el absolutismo y combatirá las maniobras demagógicas de nuestro gobierno; 8) enumeración de las reivindicaciones democráticas fundamentales, y a continuación, 9) reivindicaciones a favor de la clase obrera y 10) reivindicaciones a favor de los campesinos, explicando el carácter general de las mismas.
Comprendiendo perfectamente las dificultades que ofrece la tarea de dar una redacción plenamente satisfactoria del programa sin realizar previamente varias consultas con los camaradas, consideramos, sin embargo, que es necesario emprender esa tarea, pues estimamos que no es posible aplazarla (por las causas indicadas) y, además, confiamos en que nos ayudarán tanto todos los teóricos del partido (encabezados por los miembros del grupo "Emancipación del Trabajo"), como todos los socialistas entregados en Rusia al trabajo práctico (y no sólo los socialdemócratas, pues escucharíamos muy gustosos la opinión de los socialistas pertenecientes a otras fracciones y no nos negaríamos a publicar sus juicios) y todos los obreros concientes.
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[1] Lenin escribió el Proyecto de programa de nuestro partido mientras estaba aún en el exilio, como se puede apreciar por la fecha de "1899". El Proyecto de programa de nuestro partido representa la continuación del trabajo de Lenin en torno a cuestiones programáticas que iniciado mientras estaba en prisión en el período 1895-1896. (N. de marxists.org)
[2] Marx (1875), Crítica al Programa de Gotha. Véase, C. Marx, Crítica al Programa de Gotha, Editorial Progreso, 1977; C. Marx, Crítica al Programa de Gotha, Ediciones en Lenguas Extranjeras (Beijing), 1979. (N. de marxists.org)
[3] Marx, El Capital, vol. I. (N. de marxists.org)
[4] El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, escrito por Marx en 1852. Véase, C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, Ed. Cartago, 1957, Pág. 217; C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas (en 3 tomos), Editorial Progreso, 1981, tomo I págs. 404-498. (N. de marxists.org)