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Escrita: El 2 de marzo de
1897. Enviada a
Moscú.
Primera publicación: En 1929 en la revista Proletárskaia Revóliutsia,
núm. 2-3.
Fuente del texto: V. I. Lenin, Obras completas,
Editorial Akal, tomo 41.
Preparado para el MIA: Rodrigo Cisterna, marzo de
2014.
2 de marzo. Estación Obi.[*]
Te escribo otra vez en camino, querida mamita. Nos detendremos bastante tiempo, y no hay qué hacer; por eso he decidido escribir otra vez una carta en camino, la tercera. Aún me quedan dos días de viaje. Atravesé el Obi en trineo, y compré los billetes para Krasnoiarsk. Como aquí el tráfico es "transitorio" aún, tuve que pagar según la vieja tarifa, lo que significó entregar 10 rublos por el billete más 5 rublos por el equipaje, ¡¡por algo así como 700 verstas Y el tráfico de los ferrocarriles aquí es totalmente inadmisible. Para hacer esas 700 verstas nos arrastraremos cuarenta y ocho horas. Más allá de Krasnoiarsk, el ferrocarril llega sólo hasta Kansk, es decir, 220 verstas más, mientras que en total hasta Irkutsk hay cerca de 1.000. De modo que tendré que seguir en carruaje, si es que viaja. Para recorrer estas 220 verstas por ferrocarril son necesarias otras veinte y cuatro horas: cuanto más se avanza, más lentamente se arrastran los trenes.
Para atravesar el Obi hay que utilizar un trineo, porque el puente no está todavía terminado, aunque ya se ha construido el armazón. El cruce no fue muy malo, y pude arreglarme sin ropa abrigada (o mejor dicho, muy abrigada) sólo porque fue corto, menos de una hora. Si para llegar a destino debo ir en trineo (y es lo más probable) evidentemente tendré que comprar una zamarra, botas de fieltro y, acaso, un gorro de piel (( ¡ya ves que uno se vuelve regalón en Rusia!! Pero, ¿cómo viajar de otro modo en trineo?)).
A pesar de la endiablada lentitud del viaje, me ha cansado menos de lo que esperaba. Diría incluso que no siento cansancio alguno. Yo mismo me sorprendo, pues antes me agotaba un viaje de tres días, de Samara a San Petersburgo. Esto puede explicarse, seguramente, por el hecho de que todas las noches, sin excepción alguna, duermo muy bien.
La región por donde pasa el ferrocarril de Siberia occidental que acabo de recorrer en toda su longitud (1.300 verstas desde Cheliabinsk hasta Krivoschok, en tres días) es de una monotonía asombrosa: una estepa desierta y árida. Ningún signo de vida ni una ciudad, rara vez alguna aldea y de tanto en tanto un bosque: el resto, todo estepa. Nieve y cielo, y nada más durante los tres días enteros. Según dicen, más adelante comienza la taiga, y después, a partir de Achinsk, las montañas. El aire de la estepa, sin embargo, es magnífico: se respira con facilidad. La helada es intensa: 20? bajo cero, pero se soporta con mucha más facilidad que en Rusia. No me parece que haya 20° bajo cero. Los siberianos dicen que se debe a la "suavidad" del aire, que hace más soportable la helada. Es muy posible que sea así.
En el tren me encontré con el Arzt que Aniuta visitó en Petersburgo. Por él me enteré de algunas cosas sobre Krasnoiarsk, etc., que me resultarán útiles. Según dice, podré quedarme allí sin duda algunos días. Así pienso hacerlo, para averiguar cuál será mi situación en el futuro. Si envío un telegrama: "Me quedaré unos días", querrá decir que ni yo mismo sé cuánto tiempo me quedaré. Esto significa que esperaré allí a Doctor, que lo veré y que si tengo que seguir via-je a Irkutsk, iremos juntos. Según esa misma persona, la determinación del punto de destino no ocasionará retraso alguno: lo más probable es que ya esté decidido, pues todo se arregla de antemano. Bueno, hasta la próxima.
Tuyo, V. U.
Saludos a todos los nuestros.
P. S. ¡Ah, otra cosa: acúsame de cualquier cosa menos de escribir poco! Cuando hay de qué escribir, escribo muy a menudo.
La conversación con Arzt me ha aclarado muchas cosas ( aunque sólo de modo aproximado), y por esta razón me siento muy tranquilo: dejé la nerviosidad en Moscú. Se debía a la inseguridad, nada más. Ahora, hay menos inseguridad, y por lo tanto me siento mejor.
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[*] Esta carta fue enviada por Lenin cuando iba camino al exilio en Siberia. El 29 de enero de 1897 fue confirmada la sentencia del gobierno zarista de desterrar a Lenin a Siberia oriental por un plazo de tres años bajo vigilancia policial. Lenin obtuvo autorización para continuar el viaje por sus propios medios, sin escolta. En su permiso de viaje se le ordenaba presentarse al gobernador general de Irkutsk para recibir instrucciones. Lenin no viajó a Irkutsk, pues quedó en Krasnoiarsk en espera de respuesta a una carta que envió el 6 de marzo al gobernador general de Irkutsk pidiéndole que se le destinara un lugar de destierro en los distritos de Krasnoiarsk o de Minusinsk de la provincia de leniseisk.